Noatodo.org

Noatodo.org

El vapeo se abre paso como alternativa al tabaco.

Getty Images

He leído recientemente en la prensa española que las campañas publicitarias de cigarrillos electrónicos realizadas en marquesinas y vallas de nuestra geografía son ilegales. Se trata de una infracción muy grave, tipificada así por ley y que debe llevar aparejada multas millonarias para los responsables”, sostenía la presidenta de la conocida asociación antitabaco nofumadores.org. Más adelante, parecía menos segura de su afirmación anterior y decía que “violaba el espíritu” -se entiende entonces que no la letra-, de la Ley Antitabaco.

Ambas cosas son inciertas. Para empezar, no es ilegal. Y no es ilegal no porque lo diga yo, sino porque lo reconoce la propia asociación al decir que la ley se ha quedado obsoleta” y que debe ser modificada para recoger como infracción algo que es absolutamente legal. Para seguir, tampoco “viola el espíritu de la Ley Antitabaco”. Esta ley precisamente fue modificada en noviembre de 2017 para regular la publicidad de los cigarrillos electrónicos y lo hizo estableciendo un régimen distinto, menos prohibitivo, para la publicidad de estos dispositivos que el que aplicó en su día al tabaco. 

No hay ningún vacío legal, ni ningún hueco en nuestra ley; tampoco fue un despiste o un olvido de nuestro legislador. Simplemente no quiso aplicarle al cigarrillo electrónico la prohibición absoluta que existe para la publicidad de los productos del tabaco. Le hubiera bastado decir que a los cigarrillos electrónicos se les aplicarían las mismas normas que al tabaco. Punto. Y no lo hizo, sensatamente, porque no se trata de prohibir por prohibir, del no a todo, porque hay evidencias más que sobradas de la eficacia del cigarrillo electrónico como alternativa al tabaco. Y porque prohibir toda publicidad de los vapeadores hubiera sido ir en contra de lo que es legal en la mayoría de los países de la UE, Reino Unido, Alemania, Francia o Italia. Porque esta publicidad es lícita no sólo en España sino prácticamente también en toda Europa.  

Estas afirmaciones, amén de no ser ciertas, tienen el sesgo de sus autores. Cosa sorprendente, desde luego, porque lo que se supone de una asociación antitabaco es que esté en contra del tabaco y no contra todo lo que pasa a su alrededor. Afortunadamente, es de sobra conocido a estas alturas, por mucho que se esfuercen en meter a todos en el mismo saco, que fumar y aspirar el vapor que produce un líquido al calentarse no tiene otra cosa en común que, a veces, no siempre, el vapor de ese líquido contiene nicotina.

No se trata de prohibir por prohibir, del no a todo, porque hay evidencias más que sobradas de la eficacia del cigarrillo electrónico como alternativa al tabaco.

Hay líquidos con diferentes aromas, distintos sistemas para vapear, como también hay varios niveles de concentración de nicotina, incluso los hay que no contienen nicotina. Un vapeador no es un fumador y fumar un cigarrillo es algo totalmente distinto a vapear. Entiendo que nofumadores.org tenga como objetivo eliminar al tabaco de la faz de la tierra, pero lo que es incomprensible es que quieran acabar con un producto que además de no tener nada que ver con el tabaco, es para millones de personas una salida de él.

Ya es hora de desmontar mitos. Un estudio realizado el año pasado por expertos de la Universidad de Stirling (Escocia) en colaboración con otros centros como el King’s College de Londres, concluye que los cigarrillos electrónicos tienen un riesgo reducido para la salud en comparación con el tabaco convencional. El estudio también recoge los últimos datos del departamento de Salud Pública Inglés que mostraban que al menos 20.000 personas al año habían abandonado el tabaco gracias al uso de cigarrillos electrónicos.

¿Alguien puede contradecir, con datos, al Departamento de Salud Pública Inglés cuando afirma que los cigarrillos electrónicos son “al menos un 95% menos dañinos” que el tabaco y suponen “un riesgo insignificante para los fumadores pasivos”? ¿Qué opinión le merece a nofumadores.org que, según el director de este Departamento de Salud británico, los cigarrillos electrónicos se hayan convertido en el arma más popular para dejar de fumar entre los fumadores de Gran Bretaña con tres millones de usuarios regulares? ¿Por qué ese empeño de una asociación antitabaco en abominar de un producto que ha servido a mucha gente para cesar en el consumo de tabaco? ¿No es acaso el objetivo de estas asociaciones antitabaco que abandonen hábito de fumar el mayor número posible de personas?

Algo huele a podrido en Dinamarca. Es lo que le decía Marcelo a Hamlet y es lo que uno siente cuando se desayuna con noticias como la publicada recientemente por un afamado diario alemán, según la cual la farmacéutica Pfizer que cuenta con un mercado muy importante de productos sustitutivos de la nicotina, habría estado financiando las campañas de las asociaciones antitabaco como la Alianza para la Acción Alemana contra el Tabaco en contra del cigarrillo electrónico. No es extraño: la tasa de éxito de los vapeadores para dejar de fumar es prácticamente el doble que la de los tratamientos de las farmacéuticas, en concreto 18% frente a 9,9%, según ha publicado recientemente el prestigioso New England Journal of Medicine.

¿Por qué ese empeño de una asociación antitabaco en abominar de un producto que ha servido a mucha gente para cesar en el consumo de tabaco?

Según el rotativo alemán, esta asociación antitabaco habría admitido donaciones de la industria farmacéutica desde 2009 a cambio de transmitir información falsa en relación al el cigarrillo electrónico, sin tener en cuenta las evidencias científicas sobre la reducción de la nocividad del mismo.

Parece que hay muchos intereses en juego. No deberíamos permitir que un debate serio y sosegado que aborde las distintas alternativas que existen al tabaco, quede contaminado con discursos que poco o nada tienen que ver con la realidad de un producto que se abre paso como la vía más eficaz para modificar o sustituir el hábito del consumo de tabaco.

Borja Allué es administrador único de Myblu y presidente de la Asociación Provap (Profesionales del Vapeo).