Entrevista a Germán Cano: "Podemos defiende la dignidad de las personas honestas"
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Entrevista a Germán Cano: "Podemos defiende la dignidad de las personas honestas"

El filósofo Germán Cano, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y miembro, por el Área de Cultura, en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, acaba de publicar su nuevo libro Fuerzas de flaqueza: nuevas gramáticas políticas (2015, Catarata).

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El filósofo Germán Cano, profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y consejero por el Área de Cultura en el Consejo Ciudadano Estatal de Podemos, nos concedió esta entrevista en el marco del Encuentro Internacional con Slavoj Žižek celebrado en la Universidad de Granada (21-25 de septiembre). Tras participar en una mesa de debate titulada Crítica de las ideologías, a solas con Germán, retomamos la discusión sobre ideología y política al hilo de los argumentos que ofrece su último libro, recién publicado a principios de septiembre, Fuerzas de flaqueza: nuevas gramáticas políticas (2015, Catarata).

Profesor, en su último trabajo usted plantea una lectura actualizada de la figura gramsciana del "intelectual orgánico". Según su interpretación, ¿cuáles serían las funciones del intelectual orgánico en el siglo XXI?

La figura del intelectual orgánico surge en la teoría de Gramsci como una alternativa que se contrapone a un modelo intelectual que había mostrado su debilidad al permitir el ascenso del fascismo en Europa, en el primer tercio del siglo XX. La forma en la que Gramsci entiende que ha de producirse esa renovación intelectual estuvo marcada por una relectura del Príncipe de Maquiavelo, en un contexto en que él veía al Partido Comunista como el "nuevo príncipe" capaz de unificar al pueblo, articulado como clase obrera, frente al fascismo italiano y su propuesta de la organicidad sistémica entre pueblo, cultura, nación, patria y Estado. Para mí, el intelectual orgánico en el siglo XXI es aquel intelectual comprometido e involucrado en nuevas luchas por la justicia, encargándose de articular a un colectivo social fragmentado en un nuevo sujeto político. Un caso representativo sería Ada Colau, filósofa de formación, y su compromiso con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH); compromiso que más tarde la ha llevado a organizar la toma del poder en la ciudad de Barcelona a través de la candidatura municipalista Barcelona en Comú. El discurso neoliberal había representado a los desahuciados a partir de una serie de casos individuales de personas irresponsables que habían vivido por encima de sus posibilidades. El trabajo intelectual de Colau, en particular, y de la PAH, en general, ha consistido precisamente en construir un nuevo discurso respecto a las personas desahuciadas, invirtiendo el orden de responsabilidades, visibilizando a los desahuciados como un colectivo social que ha sido víctima de una estafa concertada por la especulación financiera e inmobiliaria. Este cambio en el régimen de visibilidad respecto a la responsabilidad de los actores sociales se ha traducido en una nueva lectura de los antagonismos generados por el neo-liberalismo en su fase de desarrollo actual; llevando a una reconfiguración de las identidades políticas tal y como hemos visto en las últimas elecciones municipales.

¿En qué consiste lo que usted mismo y otros líderes de Podemos llaman "la crisis del régimen del 78"?

Por esta categoría entendemos una crisis de legitimación de un sistema de actores e ideologías políticas que conformaron un régimen bipartidista como estrategia para estructurar la democracia española después de la transición. Bajo esta estrategia se generó un modo de comprender la praxis política en este país que, especialmente a partir del 15M, ha dejado de tener capacidad para seducir a una mayoría social.

¿Qué acontecimientos le permiten hacer tal lectura sintomática de la crisis?

Yo creo que para muchas personas el 15M representó ese gran acontecimiento, ese momento de ruptura del bloqueo político. Para mí, el 15M supuso un corrimiento de tierra del que emergieron los cuestionamientos más radicales al régimen del 78. Por otro lado, creo que la crisis del 78 puede leerse en la aparición de nuevos discursos y nuevos actores políticos que adoptan formas organizativas alternativas al bipartidismo, tanto en la escena nacional como regional; esto se ha hecho visible en el cambio político que ha acontecido en ayuntamientos tan importantes como los de Madrid, Barcelona o Valencia.

Hablando de alternativas al bipartidismo, ¿cree usted que Podemos es el único partido del cambio en España? ¿Qué opina sobre la posibilidad de una confluencia con otros partidos para lograr un único frente de izquierdas dentro de la plataforma Ahora en Común?

Desde mi propio punto de vista, y centrándome en la posible confluencia con Izquierda Unida (IU), creo que IU se ha contentado durante muchos años tan solo con arañar algunos votos al PSOE, sin atreverse a plantear una estrategia para tomar el poder y cambiar el modo de gobierno. El 15M planteó la necesidad de desbloquear el espacio de representación política al grito de "no nos representan". Este grito de indignación apelaba, de acuerdo a mi lectura, a la necesidad de una nueva articulación política que condujese a nuevas formas de relación entre los representantes políticos y la gente común. No estoy seguro de que IU haya asumido su parte de autocrítica política en la actual crisis que atraviesa la izquierda. Por lo tanto, a la hora de hablar de confluencia creo que no sería sensato volver a atrás; creo que volver a enrocarse en posiciones de una izquierda que se ha quedado al margen de las nuevas luchas sociales sería un error.

La propuesta de defender un Estado de bienestar que proteja derechos fundamentales es una propuesta de sentido común que supone una recuperación del centro político respecto al radicalismo que ha alcanzado el neoliberalismo europeo.

Dos de los referentes actuales de la izquierda europea, como son el nuevo líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, o el recién reelecto primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, han apostado claramente por distanciarse del centrismo político, entendiendo que éste ha sido parte del problema que ha conducido a Europa a la crisis. ¿Qué quiere decir Podemos cuando dice que "ha venido a ocupar el vacío que ha dejado la socialdemocracia", o que "quiere ocupar la centralidad del tablero político"?

En política no hay espacios vacíos. Cuando se produce un vacío de poder, inmediatamente, otra fuerza tiende a ocupar ese espacio. La realidad histórica se ha desplazado en las últimas décadas tanto a la derecha y el neoliberalismo ha mostrado un perfil tan radicalmente siniestro que solo el más modesto intento de revertir la tendencia, y ser conservadores en la defensa de los derechos sociales es visto por las elites políticas y económicas como un "desatino". Y es justo lo contrario: ellos son los abanderados de esta frenética locura. En esta coyuntura histórica concreta, "recuperar el centro político" quiere decir algo modestísimo: defender propuestas que en los años ochenta defendía la socialdemocracia. La propuesta de defender un Estado de bienestar que proteja derechos fundamentales es una propuesta de sentido común que supone una recuperación del centro político respecto al radicalismo que ha alcanzado el neoliberalismo europeo; el cual tiende a destruir derechos sociales conquistados históricamente. Por otro lado, recuperar la centralidad del tablero político significa acceder a un tipo de mayoría social, extremadamente fragmentada, cuya identidad política no está definida, y en la cual radica un potencial emancipatorio que no deberíamos subestimar. Por lo tanto, yo creo que la nueva izquierda tiene que ser capaz de dialogar con esta gran mayoría social políticamente indefinida.

A propósito de las acusaciones que distintos medios han dirigido contra Podemos por practicar un discurso populista, usted señala en su último libro que "Podemos no dice lo que la gente quiere escuchar, dice lo que la gente piensa". ¿Quién es esa "gente" a la que representa el discurso de Podemos?

Como he mencionado antes, esa "gente" es la mayoría social de este país que no se identifica con identidades políticas tradicionales. En este sentido, Podemos quiere ser capaz de escuchar y recoger la voz de la voluntad popular. Entiendo que hablar de "la gente" en general implica un cierto grado de ambigüedad, pero precisamente las dinámicas populares no se dejan encerrar en categorías simplistas con las que trabajaba la sociología política tradicional. Haciéndose consciente de los límites de las viejas categorías políticas, Podemos se toma en serio a la mayoría social, más allá de las etiquetas, y trata de comprender el lenguaje en el que se articulan las nuevas demandas populares.

Bajo la óptica neoliberal, el desahuciado es un irresponsable cuyo fracaso personal es la consecuencia de su propia incompetencia.

En términos de cambio generacional, especialmente en la última década, se ha formado una nueva clase social de la que usted mismo habla en Fuerzas de flaqueza. Me refiero a "el precariado". Se trata de un sector de población joven y altamente educado que, sin embargo, se ve obligado a trabajar en condiciones de multiempleo a tiempo parcial o incluso a emigrar. Entiendo que este nuevo sujeto social pone de manifiesto una contradicción fundamental entre el potencial productivo de España, en términos de capital humano, y el subdesarrollo del sistema laboral para absorber todo este capital humano. ¿Tiene usted alguna idea acerca de cómo resolver esta contradicción?

Antes que nada creo que ésta es una cuestión de justicia. La contradicción que señalas pone de manifiesto cómo en España se ha paralizado el mecanismo de la educación como vehículo de desarrollo social y humano. Esto ha provocado una situación anómica en un amplio sector de la sociedad y además ha provocado un profundo cuestionamiento del avance del neoliberalismo en su etapa actual. Esto se traduce en un malestar colectivo que toma la forma de frustración tanto de los jóvenes como de sus familias, que ven cómo todo el potencial de creatividad y productividad se está bloqueando o se está yendo al extranjero. Frente a esta situación hay que buscar alternativas al modelo agotado del ladrillo y la especulación inmobiliaria. Por otro lado, creo que España necesita una reforma del modelo de educación superior, especialmente del modelo de universidad. Desde mi punto de vista, la reforma universitaria no pasa por cerrar universidades o adoptar medidas de privatización de la educación superior. Buscando modelos de referencia, yo apostaría por el modelo alemán, donde la universidad pública tiene un gran prestigio académico y al mismo tiempo permite que el alumno pueda desarrollar opciones profesionales.

La igualdad entre hombres y mujeres es uno de los principios rectores que vertebra la estructura organizativa de Podemos. ¿Qué opina usted acerca de la inclusión participativa de otras identidades subalternas históricamente excluidas por motivos de sexo, etnia o religión?

Ciertamente, la igualdad de género es un valor central en Podemos. De hecho, en las primarias llevamos listas cremallera que aseguraban la paridad participativa de hombres y mujeres. Sin embargo, yo diría que aún está pendiente un trabajo político-cultural encargado de llevar a cabo un proceso pedagógico de visibilización de esas clases subalternas a las que tú haces referencia. En concreto, desde algunos círculos de Podemos ha habido iniciativas de trabajo con colectivos inmigrantes o con el colectivo gitano. En Podemos somos conscientes de la necesidad de visibilizar la diversidad cultural de un modo inclusivo, construyendo puentes de diálogo y conectando vasos comunicantes entre diversos colectivos. Ahora bien, este proceso debe responder a un empoderamiento que surja de un movimiento de lucha por parte de las identidades subalternas; y quizá esta lucha por el cambio en el régimen de visibilización y la participación política aún no ha sucedido en España, especialmente si comparamos nuestro contexto con otros escenarios de empoderamiento de minorías como puede ser el caso afroamericano en Estados Unidos.

En El hombre rebelde, Albert Camus decía que un cambio de régimen, es decir, un cambio de gobierno, no es una revolución, sino una reforma. Según el filósofo argelino, una revolución implicaría una transformación de los valores vitales. ¿Qué valores propone la revolución de Podemos?

Por prudencia, yo no utilizaría el término revolución/revolucionario. Ahora bien, en el sentido en el que tú planteas la pregunta, sí creo que Podemos abre un proceso revolucionario que se fundamenta en un cambio de sensibilidad social que se inicia con el 15M. En términos de valores, Podemos defiende la dignidad de las personas honestas, es decir, de todas esas personas anónimas que día a día se esfuerzan por mejorar la sociedad en la que viven; esto es lo que yo llamo "la dignidad del común" o "la dignidad plebeya". Empezábamos esta entrevista hablando de la figura del desahuciado: bajo la óptica neoliberal, el desahuciado es un irresponsable cuyo fracaso personal es la consecuencia de su propia incompetencia. Desde la óptica de la nueva sensibilidad de la que yo hablo, el desahuciado simboliza la dignidad de aquellas personas que, pese a su honestidad, han perdido su empleo y su vivienda; desde este enfoque, el desahuciado es una víctima de los azares del casino financiero que ha regulado de manera irresponsable tanto las normas de funcionamiento del sistema laboral como las normas de la especulación inmobiliaria. No sería capaz de definir positivamente cuáles son los valores que definen esta nueva sensibilidad, pero podría responderte que, por el momento, esta nueva sensibilidad ha logrado frenar un posible ascenso de valores reaccionarios que, tanto desde posiciones neoliberales como desde posiciones neofascistas, plantean la defensa de la patria y la nación en términos racistas dentro de una gramática política de lucha del último contra el penúltimo, es decir, de los de aquí contra los de afuera, mientras que Podemos plantea una lucha de los de abajo contra los de arriba.