Socorro Venegas: "Somos una sociedad que no está preparada para cuestionar las bondades de la maternidad"

Socorro Venegas: "Somos una sociedad que no está preparada para cuestionar las bondades de la maternidad"

La escritora mexicana debuta en España con 'La memoria donde ardía', uno de los hallazgos cuentísticos de 2019. La pérdida, el dolor, la mujer y los estragos de las diferentes clases de amor acompañan a sus sobrevivientes de la vida.

Socorro VenegasWMagazín

Por Winston Manrique Sabogal

“Un naufragio trajo a mi vida la primera novela que leí. La historia de amor de la hija de un comerciante en sedas que se enamora de un joven Napoleón. Un libro olvidado en un funeral. Me sumergí en esas páginas, una actividad perfecta para una niña que debía sobrellevar un duelo sin molestar a nadie. Leía, mientras mi familia se hundía con la muerte de mi hermano menor. Él tenía 9; yo, 11. Me sujeté fuerte a ese salvavidas y no lo he soltado. Seguí leyendo todo lo que llegó a mis manos, descubrí la poesía. Luego el cuento. Mis puntos cardinales más queridos, desde donde escribo ahora igual que cuando comencé a leer: para comprender cómo se puede perder todo y seguir viviendo”.

Socorro Venegas (México, 1972) convirtió esos momentos oscuros en algo iluminador, primero para ella misma y luego para quienes leen sus libros. Su última exploración son diecinueve cuentos escritos durante los últimos años reunidos en La memoria donde ardía (Páginas de Espuma). Un hermoso rosario de historias con personajes impregnados de una cierta sensación de orfandad a causa, muchas veces, de los estragos de los afectos y el amor en sus diferentes variables, del amor de una madre por sus hijos al amor entre adultos. La pérdida, las pérdidas y las ausencias, que dejan a las personas en la orilla de sus vidas y del mundo.

La delicadeza de las palabras de sus escritos en busca de la precisión de las emociones, los sentimientos, la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano y la mujer como un centro gravitacional. Historias contaas en un tempo sereno, el mismo que transmite su voz cuando habla en la cafetería de un hotel madrileño.

“Ha palpado bien los temas del libro. Personajes que están abandonando el mundo o que el mundo los abandona. En esa desolación y orfandad es donde nos vamos manteniendo vivos. Tal vez ni siquiera con mucha conciencia de su estado en el mundo, pero sí con una fuerza que tal vez viene de esa soledad en la que viven. Me gusta explorar esas emociones de manera literaria. Incluso podrían tener más de una lectura feminista o reivindicadora.  Quería mirar desde la literatura esos mundos donde la mujer puede no estar comprendiendo lo que ocurre en esta metamorfosis”.

Más que banderas calculadas de feminismo o machismo, algunos cuentos de Socorro Venegas son la prueba de cómo los temas afloran solos en el momento en que el autor empieza a escribir. Cuando los acaba y los lee se da cuenta de que no sabía que quería decir ciertas cosas de forma tan clara.

“Tienes toda la razón. Marguerite Duras dice en uno de sus libros que en una conversación que tuvo con Lacan él dijo: ‘Usted no debe saber qué ha escrito’. Y sí, no solo hay una cierta inconsciencia sobre los temas que trabajamos, sino que surgen desde una intuición muy poderosa. Es bueno que los creadores no sepamos lo que estamos escribiendo”.

Y ella lo sabe por partida doble: como autora que es desde hace dos décadas en México, aunque solo hasta ahora se publique en España y sea unos de los hallazgos literarios más interesantes del año; y como editora de varios proyectos del Fondo de Cultura Económica.

Ahí reside, quizás, parte del secreto de la narrativa de Socorro Venegas que deja ver los hilos frágiles que sostienen las vidas de sus personajes, la colisión de mundos. Hay un cuento de Socorro Venegas que condensa gran parte del espíritu, filosofía, temas y estilo del libro. Es El coloso y la Luna donde se cruzan y colisionan tres abandonos, tres amores, tres ilusiones, tres destinos que parecen trenzados, pero… El de la madre por su marido alcohólico, al tiempo que es el vivo ejemplo de mujeres dependientes del marido, y el amor de la niña por el padre. Y late allí la pregunta perpetua de por qué el ser humano depende tanto del amor:

“Todos necesitamos del amor para poder vivir. Pero quienes más requieren del amor son los niños para poder crecer”.

Socorro Venegas lo dice en un cuento con una frase que es como una luna llena en la noche: “Los niños necesitan amor para crecer, amor incondicional. Es su único refugio, una reserva que los adultos ya no tienen”.

“Y lo que puede ser terrible es que los niños pueden sentir ese amor incondicional por la gente que más daño puede hacerles. Esa niña buscando al padre no deja de amar a su madre o a su padre pero toma una decisión. Quería que la historia ocurriera en la calle, que se viera la crueldad de los niños y sus extremos. Son criaturas en el filo. Nadie vive el presente como ellos con esa intensidad. También saben los niños cuándo no son amados”.

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Los personajes de Socorro Venegas son sobrevivientes que cargan con los efectos de personas que se sienten solas y huérfanas ante el dolor que deja una pérdida, o lo que soñaban que fuera.

“Me parece importante que hayas visto que son personajes sobrevivientes. Porque podrían tomar otra decisión de no quedarse en el mundo; pero deciden quedarse y continuar. Cada uno de esos pasos que dan para seguir avanzando es lo que me interesa narrar. Por eso digo que escribo no desde una herida abierta sino de ese tejido ya cicatrizado desde donde ya puede haber lenguaje.

En el momento del dolor por haber perdido a un amado o a un ser querido, por ejemplo, hay un aullido; pero no hay todavía lenguaje, no hay posibilidad de contar, de narrar.Después sí. Hay un punto en el que uno puede elegir cómo mirar atrás, y cómo te cuentas eso que pasó; cómo decides reconstruir la memoria. Hay un escenario interior que es importantísimo, porque las batallas que se libran en el alma humana son tan o más importantes como las que suceden en el mundo exterior tangible”.

Con estos temas que tocan más allá del corazón ha vuelto la escritora mexicana al cuento después de quince años de no publicar relatos. En 1997 debutó con La risa de las azucenas, siguió en 2000 con La muerte de Blanca y en 2002 con Todas las islas (Premio Nacional de Cuento Benemérito  de América). Y ahora La memoria donde ardía cuyos relatos tienen como trasfondo temas relacionados con la mujer, el feminismo y la maternidad, a veces no deseada.

“Son temas que escribí antes de que estuvieran en la agenda pública junto a otro como el de la mujer a decidir sobre su cuerpo e interrumpir un embarazo. Porque es tan importante tener un hijo o no ser madre, o tener o no seguir con un embarazo. Y tengo un hijo de 14 años. Lo que en el fondo nos ha faltado es mucha honestidad para hablar claramente.

Honestidad a las propias mujeres. Hay limitaciones autoimpuestas para hablar. La gestación de un bebé avanza sin problemas, pero la gestación de la mujer que se va a convertir en madre, en alguien más, en alguien distinto con toda la carga y el trayecto vital y emocional que puede tener no la sabemos, y no se habla de ella”.

La escritora afirma que le interesaba un trabajo literario que indagara en saber qué pasa si la mujer detiene su gestación y metamorfosis y queda inacabada y, además, incapacitada para algunos, aunque, sin embargo, ejerce como madre.

Somos una sociedad en la que nadie está preparado para cuestionar las bondades de la maternidad, ni siquiera para intentar comprender a una mujer. Se da por hecho que ella tiene que estar feliz con su embarazo y su hijo. Está también la necesidad de permanencia, de una sociedad de reproducirse y seguir un ciclo natural que no se puede ver amenazado y, por supuesto, que una mujer cuestionándose sobre si quiere o no ser madre representa un peligro para la especie. Por eso nos ha faltado ese espacio honesto de la mirada entre mujeres.

Yo siempre he sido una mujer que ha trabajado fuera de casa y cuando iba a dejar o recoger a mi hijo a la escuela el resto de mamás, aunque sabían que era mi hijo, me lo ponían difícil: me saludaban como si no me conocieran y preguntaban ¿por qué niño vienes? Y tenían su forma de decir que hay unas madres mejores que otras. Hay alrededor una serie de mecanismos regulando qué es ser buena madre y qué deberíamos cambiar”.

La memoria donde ardía está hecho de cuentos escritos a lo largo de los últimos años que al agruparse en un libro requirieron del trabajo de Socorro Venegas para conectarlos y darles una unidad. Incluso el relato que da título al volumen empieza con una pregunta que nunca dejará de girar: “¿Estaremos hechos más de lo que olvidamos que de aquello que recordamos?”.

“Lo primero que quise plantear, y por eso el cuento que abre el libro, fue ese tono de ausencia, de pérdida, de esperanza que queda cuando estás con una vida que no elegiste. Esos momentos en los que cualquier acto de voluntad queda rebajado. Ese personaje no decide quedarse solo, la vida ha tomado esa decisión sin consultar. Hay un cierto sentido trágico de la vida desde el primer cuento. Hay un duelo. También pensé en una lectura circular porque el primero y el último cuento tienen una relación: en el primero estamos atravesando el duelo pero se puede pactar con el dolor y en el último ha pasado más tiempo y nos sitúa en un momento más allá de aquel en el que se vivió la pérdida. Al proponer este círculo construyo la memoria de otra manera”.

Aquella en la cual cada uno se puede contar su propia vida, su propio dolor para aprender a reconciliarse con este y con la ausencia. Toda colisión de mundos crea otro mundo, incluso más misterioso como dice en uno de sus cuentos donde hablar y expresar lo que se piensa y siente es esencial para que la vida se fortalezca:

“Hay un tiempo en el que se elige cómo mirar atrás. Qué cara ponerle a nuestros muertos. No alcanzaste a saber que en este lado del mundo Kurt Cobain se suicidó. Para los conspiracionistas Courtney es su asesina. Thom Yorke también arribó a la viudez. Tal vez pronto la muerte sea un asunto aplazable. Hoy vi en la televisión que clonaron dos ovejas con el método Dolly. Solo necesitaron unas células. Un día todo será posible. Hasta puede que encuentren el modo de clonar también el alma, cuya ausencia parece ser el gran defecto del experimento. Que le den otra alma a Kurt. O a mí. Por favor”.

La memoria donde ardía (Páginas de Espuma)