‘Erresuma / Kingdom / Reinos’ y ‘Restos del fulgor nocturno’ o contemporizar a los clásicos

‘Erresuma / Kingdom / Reinos’ y ‘Restos del fulgor nocturno’ o contemporizar a los clásicos

Una obra de sangre, sudor y lágrimas, que diría Churchill.

'Restos del fulgor nocturno'.Sergio Parra

Se estrenan en Madrid dos obras basadas en el diálogo con los clásicos. Una es Erresuma / Kingdom / Reinos en la Naves del español del Matadero. Obra que ha montado Calixto Bieito a partir de las tragedias históricas de Shakespeare. La otra es Restos del fulgor nocturno en la sala pequeña del Teatro de la Comedia, que Josep María Miró ha creado por encargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, inspirada por Lo fingido verdadero de Lope de Vega, que todavía se puede ver en el mismo teatro.

Los que vayan a la primera se van a encontrar con un típico y tópico producto de Bieito. Una obra de sangre, sudor y lágrimas, que diría Churchill. Hay violencia, algunos dirán que gratuita. Hay sangre. Hay secreciones. Hay lágrimas autoinfligidas. Hay torturas. Hay cuerpo, y carne, mucha carne humana ofrecida en escena y en una de esas neveras o refrigeradores que la mantienen fresca a la vez que hacen de mostrador de tantas y tantas carnicerías.

También hay ironía, mucho humor negro. Tan negro, que habrá quien piense que en esta obra no hay ni un resquicio para la risa o para la alegría. Y es cierto que Bieito no lo pone fácil para encontrarlo, para sintonizarlo desde la butaca.

Además, tiene el mejor Falstaff que recuerdo. Un José María Pou que con esta obra vuelve a los escenarios madrileños por la puerta grande. Barrigudo. Tripón. Mendigando un achuchón. Descubriendo el amor por un personaje que le acompaña desde bien pequeño. Amor que no lo ha cegado, sino que le ha permitido verlo y, lo que le interesa al espectador, mostrarlo tal cual es. Esas deleznables personas a las que, por desgracia, y gracias a sus gracias, los seres humanos reales acaban vinculándose.

Una obra que es un medley shakesperiano en el que se recogen los discursos de los reyes ingleses que construyó el bardo. Discursos que los presentan como seres furiosos e idos, disparándose a sí mismos. En los que busca cuál es el secreto del éxito de un Reino Unido que ganó two World Wars and one World Cup, como susurra un personaje. Algo que hizo bajo la atenta mirada de la actual reina de Inglaterra, Isabel II, tan atenta como con la que Isabel I miraba las obras de Shakespeare, o al menos eso cuentan las crónicas.

¿Qué furia mueve a Ricardo III, que en este montaje se convierte en reina embarazada, he ahí su deformidad, su monstruosidad, que recita maternalmente el verso de mi reino por un caballo y todo el monólogo que le acompaña? Una enigmática escena, en la que la energía fascinante con la que se suele representar se cambia por una mano acariciando el hinchado vientre de esta embarazada y una voz calmada, con una sonrisa. Esos cambios de paso que Bieito sabe ejecutar con maestría. Y en esta obra hay varios.

  ‘Erresuma / Kingdom / Reinos’.Moreno Esquibel

Restos del fulgor nocturno de Josep María Miró no recurre a una violencia tan evidente. Lo suyo es la autoficción. Lo que le sirve al autor para fingir lo verdadero y hacer verdadero lo fingido.

Y es el propio autor, en la piel del actor Alejandro Tous, el que se presenta en escena dispuesto a contar lo que le pasa. Su homosexualidad. Su adicción al sexo que disfruta a golpe de aplicaciones. Su inclinación por las obras de arte y el orden en la casa. La relación con su madre, sus tías y sus amigos. Con los espacios que habita o habitó. La historia de su tío santo que fue asesinado en la Guerra Civil.

Historias que le permiten una reflexión escénica y semántica entre lo que se representa y lo representado. Entre lo que se es, en este caso un actor, y lo que se interpreta, un personaje, en un teatro. Lugar en el que al espectador todo le está prohibido, excepto mirar, ser un voyeur, siempre que sea mirar al escenario. Ser el que mira, mientras en escena se obran los milagros, las apariciones y las conversiones, como sucede en la obra de Lope, esta vez en clave contemporánea.

Y esta obra está llena de milagros, hallazgos, escénicos y delicadeza poética. Algo que se consigue con muy pocos elementos, una lámpara redonda y dos actores de energías bien diferentes. Una energía extraña, la de Alejandro Tous, a la que cuesta acostumbrarse. Quizás porque representa lo verdadero, es decir, al propio autor de la obra.

Energía que contrasta con la fuerza de la naturaleza teatral, interpretativa, de Rey Montesinos. Capaz de ser una madre, una tía, un actor porno, el mari del protagonista, y cuanto personaje antagonista se presente en la vida del Josep María Miró personaje.

Dos espectáculos para spectateurs, que, siguiendo la regla gramatical de la obra al pie de la letra, debería traducirse o leerse como “los que hacen el espectáculo”, igual que los amateurs son los que aman, hacen la acción de amar, cuando en realidad son los que se sientan en las butacas y miran. Tan solo miran lo que sucede en escena.

Dos obras bien contemporáneas que, desde el presente, dialogan con su pasado teatral. Lo hacen de tú a tú para poder seguir creando a partir de este para ese público contemporáneo que acepta a los clásicos, en tanto y cuanto tienen de actuales. De pura tendencia. Un teatro alineado con sus intereses y con lo que sucede. Un teatro que se mueve entre la broma deslumbrante y excesivamente violenta de Erresuma / Kingdom / Reinos y el humor ligero y la simpatía y la extrañeza a lo Twin Peaks de Restos del fulgor nocturno.

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.