España ante la Conferencia Europea: culminar la Unión Política

España ante la Conferencia Europea: culminar la Unión Política

Sin el Fondo de Recuperación y la Estrategia de Vacunación, la UE y sus Estados miembro estarían perdiendo la batalla frente al virus.

Europa.EFE

El comienzo de la Conferencia sobre el Futuro de Europa -una iniciativa para debatir con la sociedad civil y la ciudadanía que ya estaba prevista antes de la pandemia- coincide con un amplio consenso sobre que los acontecimientos de los últimos dieciocho meses la han hecho imprescindible. No sucedía lo mismo cuando se propuso, seamos sinceros, porque entonces muchos la miraban con escepticismo e incluso ironía.

Pero la Covid-19 (seguramente el mejor y más terrible ejemplo de “mal” público transnacional) ha obligado a una aceleración histórica de la construcción europea -en clave progresista, además- con el Fondo de Recuperación y los primerísimos pasos de una unión sanitaria, empezando por la Estrategia de Vacunación. 

El Fondo se sustenta sobre una emisión comunitaria de deuda por nada menos que 750.000 millones de euros, a amortizar con cargo al presupuesto y a futuros gravámenes paneuropeos, abriéndose el camino así, inevitablemente, a una unión financiera y fiscal. 

Lo vacunación, por su parte, se ha articulado a través de una central europea de compras que, a pesar de los problemas iniciales con un proveedor (Astra Zeneca), ha proporcionado hasta la fecha 350 millones dosis, con un 50 por ciento de la población de la UE vacunada. La Comisión propone ahora extender la central de compras a los medicamentos para tratar la Covid-19, en este momento en fase de desarrollo.

En el sentido común político y ciudadano se ha abierto paso una idea muy clara: sin esas dos grandes decisiones europeas de carácter comunitario -Fondo de Recuperación y Estrategia de Vacunación-, la UE y sus Estados miembro estarían perdiendo la batalla frente al virus, con nefastas consecuencias en vidas y economía.

Por eso hay que aprovechar este momento histórico para dar pasos cualitativos -que la realidad reclama- para culminar la unión política europea, incluyendo a través de la reforma de los Tratados. 

Primero, porque el Fondo de Recuperación y, desde luego, el instrumento de la deuda europea, deben hacerse permanentes, como mecanismo anticíclico y nuevo recurso propio, respectivamente, al tiempo que la naciente unión financiera y fiscal no puede ser un asunto puramente intergubernamental, lo que requiere que el Parlamento Europeo participe plenamente en las decisiones sobre empréstitos e impuestos paneuropeos precisos para su amortización. 

Segundo, porque para conformar la imprescindible unión sanitaria europea será necesario atribuir mayores competencias en salud pública a la UE, hoy verdaderamente minimalistas a la luz del artículo 168 del Tratado en vigor, limitado a medidas de fomento con prohibición de cualquier armonización, incluso en el caso de epidemias transfronterizas.

Pero esto no es nuevo: la pandemia ha vuelto a poner de relieve con tanta crudeza como urgencia la necesidad de más Europa, lo que ya era evidente ante otros retos transnacionales como el cambio climático, las migraciones, la desigualdad o la “nueva” geopolítica mundial promovida por Rusia y China. O tenemos más Europa en eficacia y democracia en la toma de decisiones, competencias y recursos o bien no nos irá precisamente bien en todos esos terrenos y en otros muy relevantes.

La Conferencia sobre el Futuro de Europa finalizará en 2022, veinte años después del inicio de la Convención que elaboró la Constitución Europea, y cuyas principales innovaciones viven hoy en el Tratado de Lisboa.

Conviene recordarlo, porque la Conferencia, cuyo primer pleno se celebró el pasado 19 de junio, no puede limitarse a un debate sin consecuencias políticas para la construcción europea. Al contario, de la discusión franca, abierta y ciudadana deberán sacarse conclusiones que terminen plasmándose, a través de los instrumentos establecidos, en cambios constitucionales para construir una Unión Europea mejor y más útil, que muchos queremos más federal. No será fácil, pero lo contrario sería verdaderamente frustrante.  

España, que respaldó la Constitución Europea en un referéndum cuyo abrumador resultado favorable fue clave para rescatar su contenido en el actual Tratado, cuenta con una ciudadanía profundamente europeísta y una amplia coincidencia política para jugar un papel muy activo en esa dirección, promoviendo al máximo el debate en todo el país en todos los niveles con motivo de la Conferencia y luego siendo proactiva para que lo discutido se termine encarnando en decisiones inaplazables. Esto será posible en el marco de la versión nacional de la Conferencia que se ha anunciado, con participación del Gobierno, Cortes Generales, Comunidades Autónomas, Ayuntamientos, y organizaciones de la sociedad civil.La oportunidad no puede desaprovecharse.