El doble resurgir de la España rural: la pandemia fomenta la vuelta al campo

El doble resurgir de la España rural: la pandemia fomenta la vuelta al campo

El confinamiento genera un cambio de perspectiva en la gente, que tiende a buscar casa lejos de la ciudad y se anima a plantar huerto.

Vista de Alcolea de Calatrava (Ciudad Real).CARLOS BEIZAGA

Luis Ulzurrun, un realizador audiovisual navarro de 27 años, nunca se imaginó que después de cinco años trabajando en teatros de Madrid decidiría volver a su pueblo, Estella, para trabajar con su padre y montar una huerta con gallinas.

“Dejar Madrid supuso para mí, en cierto modo, una liberación, porque ya estaba muy cansado, mi cuerpo me pedía campo, y yo se lo di”, explica. Ahora que se cumplen dos años de su vuelta, el joven reconoce que el cambio fue “muy duro”. “El estilo de vida en un sitio y en otro no tienen nada que ver. A mí me gusta mucho ir al teatro, al cine, bailar, salir, conocer gente, y de repente vuelves al lugar donde te has criado, donde está todo el mundo y donde casi nada ha cambiado”, cuenta Luis, que lo describe como “un choque” del que, sin embargo, no se arrepiente en absoluto.

En Estella, Luis trabaja en la empresa familiar de construcción de piscinas y desde hace unas semanas se encarga, además, de cuidar su huerto y sus gallinas. “Puse las gallinas justo un mes antes del confinamiento, parece que me adelanté a todo esto”, celebra. Coincidiendo con los primeros días del estado de alarma, las gallinas empezaron a poner sus primeros huevos, y a Luis casi le da algo de la alegría. “Me llevé una sorpresa enorme. Fue como un regalo divino, como si las gallinas entendieran que el mundo se estaba viniendo abajo y ellas tenían que aportar lo suyo”, comenta.

Hay una satisfacción muy grande en ver crecer el alimento que te vas a comer

Ulzurrun, vegetariano y muy consciente de su alimentación, tenía ganas de producir sus propios alimentos “en la medida de lo posible”, dice, así que aparte de las gallinas se animó a plantar huerto cuando empezó el confinamiento. “Tomates, pimientos, calabacines, remolacha, lechuga, pepino, guindillas, borraja…”, enumera. “Hay una satisfacción muy grande en ver crecer el alimento que te vas a comer”. 

El joven segura que no lo hace por “rentabilidad” o por ahorro, ya que al final produce mucho más de lo que consume. “Ahora mismo tengo 12 gallinas que ponen 12 huevos al día. Yo no como tantos huevos, así que acabo regalándolos. Tengo a toda la familia abastecida. Pero ahora sé lo que estoy comiendo: yo he criado a las gallinas, sé que están a gusto, que no están estresadas, y que producen alimentos sanos”, resume. “Sin ninguna duda, esto es lo mejor que he podido hacer”, concluye.

  Las gallinas de Luis.CORTESÍA DE L.U.

Él no es el único que ha aprovechado la crisis del coronavirus para empezar a cultivar hortalizas. “Hemos notado que este año mucha gente se ha animado a echar huerta”, confirma Manuel Vera, gerente de la empresa homónima Manuel Vera - La tienda, en la que distribuyen productos para animales y hortofrutículas en la provincia de Ciudad Real. “Normalmente son personas que ya tenían un patio, un terreno, una parcela o un campo y este año se han decidido a cultivarlo”, explica.Sobre todo, pimientos y tomates es lo que más se vende, lo que más le gusta a la gente y lo que es más fácil de cultivar”, asegura.

La gente, al estar confinada en casa, busca sus propias actividades y se entretiene plantando un huerto o poniendo gallinas

Manuel Vera está convencido de que este aumento en las ventas no es casual. “Esto es una conjetura, pero entendemos que la gente, al estar confinada en casa, busca sus propias actividades y se entretiene plantando un huerto o poniendo gallinas”, señala. De hecho, también venden gallinas en su empresa y también han registrado un crecimiento considerable en las ventas. “Es normal”, justifica. “De este modo, sacas tus propios alimentos libres de contaminación y de aditivos, es una forma de entretenerte y, al mismo tiempo, evitas salir de casa para ir a comprar. Luego suele haber excedentes, así que la gente le da esos productos a sus familiares”, apunta Vera.

El creciente interés por lo rural durante la pandemia no se queda ahí. A mediados de abril, el portal inmobiliario Idealista publicó un estudio donde constata que durante las tres primeras semanas de confinamiento, la demanda de vivienda se trasladó desde las capitales a los municipios de provincia. Concretamente, las capitales concentran ahora el 38,8% de las búsquedas de vivienda frente al 44,1% de enero, según este informe, que refleja que el interés por las propiedades lejos de la capital ha aumentado en todas las provincias españolas.

Durante la cuarentena, muchos españoles se han dado cuenta de que viven en una vivienda que no les gusta y que preferirían vivir en zonas menos céntricas a cambio de disponer de más metros cuadrados, mayor luminosidad, jardines o terrazas”, señala Fernando Encinar, jefe de estudios de Idealista. “Además, el buen funcionamiento que está teniendo el teletrabajo en muchas empresas posiblemente esté empujando también a muchos profesionales a plantearse establecer su residencia en municipios pequeños alejados de los grandes núcleos urbanos”, sostiene Encinar.

La gente quiere volver al campo

Elvira Fafian, gerente del portal Aldeas Abandonadas, especializado en venta de viviendas rurales, también ha notado esta tendencia. “Nosotros tenemos bastante demanda todo el año, pero es verdad que precisamente ahora hemos observado un repunte bastante importante”, afirma. “Llevamos unos 15 días o un mes que recibimos muchas peticiones de reservas online. Por el motivo que sea, la gente quiere dar un cambio a su vida. Se quieren marchar, se dan cuenta de que en la ciudad no encuentran lo que quieren”, sostiene. “La gente quiere volver al campo —recalca—; estamos viendo muchísimo cambio”.

El perfil de sus clientes es muy variado, desde “matrimonios y personas mayores” hasta “jóvenes autónomos que no saben hacia dónde va a ir su negocio, que quieren abrir otras empresas, invertir en otra manera de vivir, en otra calidad de vida”, explica Fafian. “También están los que soñaban con una jubilación tranquila en el campo y han decidido que el momento es ahora. Gente que huye de la masificación de las ciudades, que quiere hacer un cambio ya, inmediatamente, sin esperar”, señala Fafian, que habla de una sensación de “urgencia” surgida a raíz de esta crisis.

  Una de las propiedades en venta de Aldeas Abandonadas.CORTESÍA DE ALDEAS ABANDONADAS

“Estamos atendiendo a muchos clientes que quieren reservar sin haber visto siquiera el lugar”, cuenta Fafian. “Preferimos que la gente vea las propiedades in situ”, explica, pero dado que las circunstancias lo impiden en estos momentos, los agentes inmobiliarios de Aldeas Abandonadas ofrecen desplazarse al lugar para dar a sus clientes más información, fotografías y vídeos. “Aunque no es nuestro trabajo habitual, estamos ofreciendo ese servicio extra”, señala. “Damos todas las opciones, porque a veces los clientes se precipitan y quieren reservar a toda costa”, asegura. 

Hay gente que huye de la masificación de las ciudades, que quiere hacer un cambio ya, inmediatamente, sin esperar

De este modo virtual es como han gestionado estos días la petición de “un chico extranjero” decidido a reservar una propiedad en Asturias. “También nos llamaron hace unos días cuatro o cinco chicos que quieren invertir 200.000 o 300.000 euros en una propiedad, que no les importa desplazarse para ir a trabajar”, añade Fafian.

Con casi 40 años de experiencia trabajando por todo el país, Aldeas Abandonadas conoce de primera mano los cambios de tendencia que ha experimentado el sector inmobiliario en España. “Imagínate decir en los 80 que te dedicabas a vender pueblos y aldeas abandonadas”, exclama Fafian. “La gente entonces buscaba apartamentos en la playa y emigrar a las grandes ciudades, no lo contrario”. 

En los últimos años, el panorama ha cambiado. El interés por lo rural ha crecido con el ‘auge’ de la España vaciada, con el fomento del turismo rural y de un nuevo estilo de vida más pausado, que apuesta por una vuelta a los orígenes y una alimentación orgánica y de productos de proximidad. La mejora de infraestructuras y telecomunicaciones, y la posibilidad del teletrabajo en algunos casos, también han contribuido a ello. La España rural ahora figura en los medios de comunicación de un modo distinto al que lo hacía años atrás. Los titulares ya no son (tanto) sobre los sucesos y tragedias que ocurren en los pueblos, sino sobre las demandas de este vasto territorio español, sobre las nuevas narrativas procedentes del ámbito rural, sobre la irrupción en política de movimientos que ponen voz a provincias olvidadas... Y sí, también sobre las listas de municipios más bonitos que ansían visitar los urbanitas. 

El mundo rural antes suponía un desconocimiento total, mucha inseguridad, y ahora no

“En los últimos tiempos hemos notado más demanda en lo que es el ámbito rural, rural, alejado de las grandes ciudades. Hay gente que se compra una aldea: varias edificaciones con tierras donde pueden montar negocios o mudarse familias grandes, ya sea por jubilación, por un negocio que no ha encajado…”, señala Elvira Fafian. “Después están las casitas de pueblo, o los hotelitos con encanto, que se utilizan para vivir y para alquilar como casa rural”, explica. “En casi todos estos casos, la vivienda va aparejada con las tierras, porque la gente quiere cultivar sus productos agrarios en el mismo sitio, sin desplazamientos. Valoran muchísimo el negocio de cercanías, y es un lujo tener una materia prima de calidad”, resume.

  El huerto de Luis, en la parte trasera de su casa.CORTESÍA DE L.U.

Con lo que cuentan Ulzurrun, Vera, Fafian y Encinar, queda claro que algo se está moviendo en el mundo rural; la duda ahora es si la pandemia dará a la España vaciada el último empujón que necesitaba, ya que ni el turismo ni la vuelta a lo tradicional han permitido frenar la sangría de la despoblación ni acabar con los problemas del campo

Puede que el interés por lo rural nacido con esta crisis se quede en una moda pasajera o que, por el contrario, se convierta en una tendencia sostenida en el tiempo. Elvira Fafian se inclina más por la segunda opción. “Nos han pasado muchas cosas a lo largo del tiempo que llevamos trabajando. Nadie pensaba que la gente se acordaría de la despoblación y de la España vaciada, y mira ahora. Creo que va a haber un cambio”, sostiene. “A nosotros antes no nos faltaba el trabajo, no hemos parado, pero ahora estamos incrementándolo mucho más” asegura. “Creo que esta tendencia va a perdurar en el tiempo. El mundo rural antes suponía un desconocimiento total, mucha inseguridad, y ahora no”.

Después de un mes cuidando su huerto y recogiendo los huevos ecológicos de sus gallinas, Luis Ulzurrun entiende “de sobra que todo el mundo quiera apuntarse a esta ‘moda’”. “Es más, creo que si empiezas, no vas a poder parar”, opina. “Después de vivir en una gran ciudad en la que prácticamente sólo puedes comprar los alimentos en el supermercado, esto es un regalo”, insiste. “Lo que más siento es satisfacción. Aunque llegue muy cansado del trabajo, me relaja ir al huerto, quitar hierbas, regar… hasta hablo con mis gallinas”, se ríe. 

Y, sin embargo, no todos son tan optimistas. Manuel Vera, gerente de la tienda de productos ganaderos y agrícolas, se muestra bastante más escéptico y considera que este cambio es sólo “una fase”. ”Cuando pase un tiempo se va a olvidar”, opina. “La gente que antes tuviera huerta la mantendrá, pero al final sólo será una minoría la que le coja gusto y repita. Los que han cultivado seguirán y los que no, volverán a su normalidad”, sostiene.

Quizás la ‘nueva normalidad’ no es, al final, tan nueva.