Esperando el milagro venezolano

Esperando el milagro venezolano

Quizás no se logró entender todavía que la política no es un acto divino.

Venezolanos viajando en el metro de Caracas.Getty Images

-Lo único que podemos hacer es empezar de nuevo.

-Lo cierto es que no me parece difícil. 

-Lo difícil es empezar…

Samuel Beckett, Esperando a Godot (1952)

Los diálogos entre los venezolanos y venezolanas están colonizados por los relatos de la sobrevivencia. Asisto o participo diariamente en charlas que tratan de las carencias de cosas elementales, de los anhelos (como vacaciones), de las ausencias de los que se van yendo, pero sobre todo de la incertidumbre: ¿Cuánto más durara esto? ¿Cuánto falta para qué acabe? Poco se habla de las soluciones y otros temas. Y emerge la pregunta: ¿Qué estamos haciendo para sortear la crisis? Identifico que se toman al menos tres rumbos: esperar, resolver y organizarse.

Hay quienes están paralizados, a la espera de un milagro en el país. Esperando a un “hombre” que resuelva los problemas, que por lo menos nos prometa el regreso a la “Gran Venezuela” o la Venezuela de la “Revolución de Chávez”. Están pendientes de los anuncios de Maduro (en especial los bonos) o de las promesas de los voceros de la oposición al Gobierno sobre los triunfos inminentes. Siguiendo a Norbert Lechner (en base a su peculiar lectura de la experiencia chilena en los años setenta) están dispuestos a renunciar a aspectos vitales, como la libertad por un poco de certeza del pan de cada día.

Están quienes resuelven. Son independientes y sus acciones no están ceñidas a parámetro ético alguno. Al final lo que cuenta es el resultado inmediato. El contrabando o especulación de productos (comercio) y el tráfico de relaciones de cargos públicos o privados es el segmento en el cual se desenvuelven óptimamente estos ciudadanos y ciudadanas.

Finalmente están quienes han decidido participar en organizaciones sociales-comunitarias y políticas, para impulsar prácticas que resuelvan problemas o parte de los problemas. En estas organizaciones existen múltiples experiencias, que rompen las lógicas liberales que predominan para abordar las soluciones. Estas iniciativas son producto en gran parte del trabajo de Hugo Chávez como animador de la organización de los ciudadanos y ciudadanas. Lamento afirmar que muchas de estas experiencias son cooptadas, cercenadas o ralentizadas por la burocracia estatal o partidista. 

Tristemente, prevalecen los venezolanos y venezolanas que esperan el milagro venezolano.

Si me tocara hacer una ponderación de la prevalencia de los rumbos, diría que la mayoría se orienta a la espera, seguidos por los que resuelven y minoritarios quienes se organizan (con el lastre de la cooptación). Tristemente, prevalecen los venezolanos y venezolanas que esperan el milagro venezolano. Quizás estos compatriotas no comprenden suficientemente que el estado de cosas en las cuales vivimos depende de una determinada correlación de fuerzas y que estas representan intereses en conflicto. Quizás lo que estos compatriotas no visualizan es que, si usted no delibera y forma parte de la toma de decisiones, otros las tomarán y en consecuencia usted no cuenta. Quizás no se logró entender todavía que la política no es un acto divino, sino por el contrario muy humano, y que entre menos se participe, más insatisfechos existen.

Si no hay milagro que esperar. ¿qué hacer en Venezuela? Pues participar en organizaciones de cualquier naturaleza: consejos comunales, comunas, partidos políticos, sindicatos, cajas de ahorro, consejos de trabajadores, entre otras. Estas son instancias naturales para el debate y la acción colectiva, que articulada tiene capacidades para incidir en políticas públicas orientadas a la superación de las problemáticas más sentidas por la población y la construcción del buen vivir. Esta es la ruta más compleja, peligrosa, novedosa e impopular. De no hacerla, ¿qué nos espera? La profundización de los problemas y de la espiral populista. Ahora: ¿Cuán difícil es aplicarse esta medicina?

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