Europa: vamos a hablar de nuestro futuro

Europa: vamos a hablar de nuestro futuro

Se abre una gran conversación en la que todos podemos y debemos participar

Parlamento Europeo.EFE

Vaya primero el recuerdo y el respeto por cada ser querido que se ha llevado este tiempo maldito. La pandemia puso del revés nuestras vidas hace más de un año y seguimos afrontando sus consecuencias. 

Hemos aprendido que la Unión europea funciona para solucionar los problemas más graves, como la salud, pero también nos hemos dado cuenta de que hay una avalancha de transformaciones geopolíticas y la digitalización global que nos ha caído encima, que esos retos son transnacionales y que las reglas que tenemos se nos quedan un poco cortas.

Por eso la Conferencia sobre el futuro de Europa que se extenderá hasta la primavera de 2022 es necesaria. Tenemos que dar un salto hacia el futuro, y tenemos que hacerlo juntos como europeos, porque somos más conscientes de lo pequeños que somos si estamos solos. 

Cualquiera puede participar de alguna manera en la Conferencia. Y expresar críticas, ideas y propuestas, porque en esta crisis somos conscientes de que, cuando las dificultades son extraordinarias, necesitamos instituciones fuertes, y que los poderes funcionen y sean controlados. Y para todo eso es mejor la participación desde distintos rincones de nuestros países. Es un momento único para pensar en la catástrofe que hemos sufrido, en cómo ha funcionado lo que tenemos alrededor y en qué podemos mejorar como sociedad. 

Para participar conviene saber algunas cosas prácticas. Primero, cualquiera puede hacerlo, pero es una gran oportunidad para los más jóvenes, los que van a liderar el futuro dentro de no mucho tiempo. 

Segundo, todo el mundo debe conocer y respetar el juego limpio, y para eso se ha establecido una Carta de la Conferencia. En tercer lugar, existen herramientas y áreas de encuentro de la Conferencia: una plataforma digital multilingüe para compartir ideas y propuestas, que serán analizadas y publicadas; una serie de eventos y paneles descentralizados, tanto digitales como presenciales, para el debate, y los plenos de Conferencia. Estos plenos supervisarán el proceso, que no tiene un alcance predeterminado, y ahí estaremos algunos representantes del Parlamento europeo, de la Comisión y del Consejo, y también de los parlamentos nacionales y otras instituciones. Las conclusiones finales las conoceremos en la primavera de 2022.

Yo creo que en la plataforma digital es donde está la sustancia de la nueva interacción. Ahí es donde se puede participar con más agilidad, donde expresamos nuestras opiniones y conocemos otras distintas, donde compartimos visiones y proyectos y localizamos eventos, incluso los organizamos y convocamos.

En cuanto al contenido, como corre el riesgo de ser infinito se ha delimitado a nueve asuntos, desde la economía al cambio climático, pasando por la democracia, el Estado de Derecho, la educación y la juventud.

A mí me gustaría impulsar un Estatuto de ciudadanía de la Unión Europea. Esa ciudadanía es una realidad, y con muchos elementos de éxito, pero después de veinticinco años el traje se ha quedado pequeño, creo yo, pensando en los niños y niñas de ahora, y podríamos convertirlo en un código que desarrolle plenamente la libertad de circulación, de estudio, de trabajo, de vida. 

Otra de mis prioridades -una obsesión- es combatir el discurso de odio, ese discurso dogmático y sectario que alimenta la violencia y la discriminación. Hay una fabricación industrial de propaganda y mentiras que incitan al rencor, hay una verdadera industria de la desinformación que produce comunidades de personas cada vez intolerantes en las redes y en la vida. Sin el respeto a los derechos y las libertades, sin su defensa, estas armas de destrucción masiva pueden socavar las democracias. Para destruir la democracia ya no hacen falta tanques, con las mentiras puede bastar.

La Conferencia es una gran oportunidad para mejorar el Estado de derecho en la UE, y eso también pasa por introducir cambios en la toma de decisiones del Consejo. No es fácil, pero tenemos que encontrar algo que evite el abuso en la regla de la unanimidad, que veta la adopción de políticas públicas sobre algunos graves problemas. Hay en muchos casos, sobre todo en el ámbito de la política exterior y de seguridad, situaciones en las que esa unanimidad no se ha logrado y no se han podido tomar decisiones clave, o se han vaciado de contenido. Recientemente, el bloqueo de Hungría impidió que los Veintisiete emitieran una declaración para pedir el cese de la violencia en Gaza. Hay otros casos en los que, sin ser obligatoria esa unanimidad, se busca desesperadamente, sacrificando el interés común europeo. Una pena.

El Eurobarómetro de noviembre de 2020 nos mostró que una abrumadora mayoría de europeos, un 92%, cree que su voz debe tenerse más en cuenta en las decisiones sobre el futuro de Europa. Aquí está una oportunidad que se abre paso tímidamente. Y, por eso, mi llamada a que participéis en esta conversación que se está abriendo sobre la gran casa europea en la que vivimos.

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Maite Pagazaurtundúa (Hernani, 1965) es diputada en la delegación de Ciudadanos Europa en el Parlamento Europeo. Vicepresidenta de la comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior y miembro de la comisión de Asuntos Constitucionales, así como de la comisión especial de Desinformación. Referente en el activismo por la libertad y los derechos humanos, así como contra el terrorismo y el fanatismo, ha sido reconocida con diversos galardones como el Premio Sájarov a los Derechos Humanos en 2000 como miembro de ¡Basta Ya!. En 2005 formó parte de una candidatura colectiva al Premio Nobel de la Paz y en 2003 el gobierno de España le concedió la Medalla de la Orden del Mérito Constitucional.