Evitar comentarios y pactar un menú: qué hacer y qué no si hay un vegano en tu mesa por Navidad

Evitar comentarios y pactar un menú: qué hacer y qué no si hay un vegano en tu mesa por Navidad

Un 1,5% de la población española se considera vegana: cómo hacer que estén cómodos en las cenas navideñas.

Árbol de Navidad con productos vegetales.Getty Images

″¿Pero es que no vas a comer jamón? No sabes lo que te pierdes”, ”¿tampoco en Navidad? Venga, que unas gambas una vez al año no hacen daño”, ”¿pero y la moda esta?, ¿qué es por adelgazar? Hay que comer de todo”.

Estos son solo algunos de los comentarios a los que los veganos se enfrentan cada Navidad en las reuniones típicas de Nochebuena, Nochevieja, Año Nuevo o Navidad. Eso sin tener en cuenta las cenas de empresa o las reuniones con los amigos.

Continuamente, ya sea por el típico cuñado o por una persona que por puro desconocimiento, pero sin mala intención, coloca un plato con algún producto lácteo, huevo o mantequilla para esa persona vegana, tienen que estar haciendo frente y dando explicaciones de en qué consiste el veganismo.

Cada vez estas situaciones son más comunes ya que el número de veganos han crecido en los últimos años hasta alcanzar un 1,5% de la población española en 2021, según datos de la Global Consumer Survey elaborada por Statista. Este porcentaje casi duplica al de la misma encuesta de 2019, cuando los veganos eran el 0,8%.

Esto también se ha traducido a nivel de búsquedas, según datos facilitados a El HuffPost por el portal de comida casera Cookpad, la tendencia hacia la alimentación vegetal y vegana ha crecido notablemente en los últimos años.

“El interés hacia la cocina vegana acumula una trayectoria de más de 15 años. Es especialmente en 2010, donde las búsquedas cambiaron de eje y creció el interés hacia una alimentación 100% vegetal”, explican.

Esto hace que cada vez sea más común que en cada familia o reunión de amigos haya alguien vegano. Tanto para que ellos puedan pasar unas fiestas tranquilas como para que las personas que consuman productos animales intenten cometer los mínimos errores posibles, algunos activistas veganos cuentan su experiencia.

Las claves: desarmar con argumentos o hacer oídos sordos ante el cuñado y buscar un aliado

Los comentarios indeseables sobre el tipo de dieta que sigue cada uno o si es un capricho o no elegir no consumir productos animales son prácticamente inevitables. Lo que se puede escoger es cómo hacerles frente.

“Todos hemos tenido comentarios de cuñados y cuñadas sobre cosas que desconocemos, dependiendo de qué temas si no tenemos la información, como nos gusta mucho opinar, que es un tema cultural, a veces decimos cosas que están fuera de lugar sin maldad”, explica la activista vegana e influencer Lorena Izquierdo quien invita a “evitar los conflictos en Navidad” en este o cualquier otro tema

″Al final el veganismo no deja de ser una ideología política porque va mucho más allá de la alimentación”, explica. “Si no sabes hasta qué punto llega esta filosofía de vida, lo comentas como si fuera una cosa vulgar, como una decisión más banal, como una dieta…”, señala.

Izquierdo se considera partidaria de “no entrar a discutir” o “saber leer si la situación es propicia para hablar”. “Si la abuela, el tío, el primo, un hermano o hermana te hace un comentario de ese estilo y si creo que el ambiente no está preparado o esa persona no quiere conocer mis razones, no entro y lo evito. Siempre se puede invitar a que en otro momento o situación, o en la intimidad puedas tener la conversación”, explica.

“Cuando eres la única persona vegana en una mesa tienes que evitar enfrentarte a 7 o 10 personas porque a defender tú sola esta postura, aunque haya algún familiar que pueda empatizar más o estar más interesado o has tenido una conversación previa que puede ayudar a que te desarrolles y te expliques, pero normalmente acabas diciendo ’da igual, me levanto y me voy”, detalla Izquierdo.

Tanto ella como la nutricionista y activista vegana Marta Martínez, conocida en redes como @midietavegana, optan por ignorarlos si ya son “comentarios muy repetitivos”. “No hace falta que contestes, tú sigues comiendo como si nada y esa persona esa frase ya sabe cuál es la respuesta. Puede que el primer año haya duda y lo haga desde el desconocimiento, pero cuando pasan años y te siguen diciendo lo mismo, evidentemente la intención es otra, y podemos contestar tan fácil como decir ‘no, gracias’ o directamente no contestar”, sentencia Martínez.

Gran parte de este tipo de comentarios nacen para ella de una percepción de que ser vegano es “un capricho”. “No se ve igual una necesidad médica que desde la motivación ideológica, sino que se percibe como un capricho. Estás trabajando el resto del año para que se vea como una opción ética muy consciente y que no es un capricho. Aunque lo fuera, una cosa que no hace daño a nadie no es un problema tampoco desde mi punto de vista”, detalla.

La activista vegana e influencer Clau Fernández recomienda a quienes vayan a vivir una situación similar formarse para responder con libros como 30 Excusas no veganas y cómo responderlas de Ed Winters, donde se recogen comentarios como que comer productos animales es por “el ciclo de la vida” o que es “por nutrición”. “Te tienes que leer eso muchas veces y saber cómo responder los comentarios porque es algo que frustra mucho a la gente vegana que, aunque sepas que es mentira, no sepas cómo responder”, detalla. Además, anima como Izquierdo a “buscar algún aliado” más interesado en la causa dentro de la mesa familiar.

En el caso de que se pasen o familiares muy pesados, decirlo, que no te está haciendo sentir bien, que te molesta, que es una decisión importante, etc. Es importante comunicarlo y que la familia sepa cómo se siente y que es importante para ti
Clau Fernández, activista vegana e influencer

“En el caso de que se pasen o familiares muy pesados, decirlo, que no te está haciendo sentir bien, que te molesta, que es una decisión importante, etc. Es importante comunicarlo y que la familia sepa cómo se siente y que es importante para ti”, añade.

Para Martínez, más allá de hacer frente a los comentarios, lo más importante es saber que “vas a poder comer” para lo que la “anticipación” es fundamental. “También que no se lo vas a poner más difícil a la persona que tiene que cocinar y abrirle más opciones que quizás no conozca si alguien nunca ha cocinado 100% vegetal y menos para unas fiestas, que igual no es algo tan sencillo, y en su cabeza no cabe hacer unas lentejas, entonces le tienes que dar algún tipo de solución para hacer algo más fácil”, detalla.

La comida, un significado que va más allá de la propia nutrición

Estas comidas de Navidad son mucho más que una simple comida, en muchos casos se lee como una reunión familiar que se da prácticamente una vez al año.

Para hacerles la vida más fácil, la anticipación y la comunicación la familia y con la persona que vaya a cocinar son fundamentales. “Realmente es imposible llegar a casa y decir ‘no voy a comer de esto’ porque son comidas con una preparación muy larga, que además ocupan toda la cocina y que hay gente que no tiene nada más, que le ocupa toda la nevera, que tiene que hacer algo fuera de las comidas de Navidad y no le cabe. No tienen espacio para cocinar otras cosas porque tienen los fogones llenos”, detalla Martínez, quien recalca que lo básico es reunirse y hablar con quién cocina.

“Eso es lo más importante para encontrar una solución en la que todos estemos cómodos y que, sobre todo, podamos comer, pero con anticipación, porque no vale con tres días antes cuando hay cosas que se compran una semana o 15 días antes y se congelan”, admite.

Izquierdo también pone sobre la mesa la importancia sentimental de estas fechas y las posibles “ofensas” que se puedan dar hacia personas que han pasado muchas horas en la cocina para un plato que no sea apto para veganos.

“La comida y todo lo que sucede en torno a una mesa cuando hay comida tiene un punto muy sentimental, es cultural, y puede ser ofensivo que se rechace un alimento. Por ejemplo, para una madre o una abuela, que se ha tirado horas cocinando”, explica Izquierdo.

Tal y como relata ella sí que ha tomado decisiones contrarias al veganismo para evitar conflictos o no ofender. “Recuerdo una Navidad que siendo vegana me pusieron lasaña de verduras con bechamel y me la comí y aprendí de cara a las próximas comidas o cenas a las que fui remarcar que no como queso, leche, pescado, mantequilla, etc. Y no me ha vuelto a pasar”, recuerda y destaca que no quiso “hacer sentir mal a una persona que lo había intentado” además de intentar evitar los desperdicios alimenticios. Martínez y Fernández aseguran que no van a comerse esos platos, pero sí que agradecen el interés que han podido mostrar y para ello, inciden en que cada uno se debe llevar su menú vegano completo o cocinarlo con la persona responsable.

En este sentido, Fernández lo ve como una oportunidad de dar a conocer la comida vegana y desmitificar eso de que es solo ensaladas o verduras hervidas. “Por eso propongo cocinarlo con la abuela, yo cada vez que voy a veces no se acuerda o no entiende muy bien. Pasarle una receta también está bien”, explica.

“Una idea es que se lo hagan ellos mismos o si es la familia la que quiere hacerlo, hacerlo juntos. Por ejemplo, si tu abuela quiere hacer algo, decir: ‘vale abuela, lo hacemos juntas’. Así también ven que se pueden cocinar cosas superricas porque la gente que no es vegana desconoce mucho lo que se puede comer y que solo comemos cosas veganas o arroz con verduras y demás”, señala.

Los productos animales especialmente explícitos, fuera de la mesa

Dentro de que haya comida vegana y no vegana dentro de una misma mesa, cada persona tiene diversos matices. Algunos aceptan que convivan en un mismo espacio mientras que otros optan por una comida 100% vegetal para todos los comensales.

También depende del punto en el que se encuentre cada uno y si hay personas, por ejemplo, flexitarianas. “La gente que está en transición por ejemplos, igual hay cosas que sí o que no, y las Navidades son una época muy complicada para esas personas que están transitando hacia una dieta vegetal porque se encuentran que es todo: carne, pescado, marisco, queso, embutido…”, detalla Martínez.

Esto es especialmente sangrante en el caso de comidas con productos cárnicos explícitos como puede ser el cochinillo, las paletillas de cordero lechal o si se coloca la pata de jamón a vista de todos.

“Recuerdo la Navidad pasada ir al supermercado y encontrarme bebés cerditos enteros envasados en la nevera y no te puedo explicar lo que siento”, apunta Izquierdo, quien no tiene tanto problema con compartir mesa con productos animales. “En mi caso me ofende, pero por pura supervivencia intento no mirar ese plato, esa parte de la mesa y protegerme a mí, porque es un tema de tolerancia conmigo misma: no puedo estar todo el tiempo enfadada, ofendida y triste porque es un suplicio”, detalla.

Esto sucede, según ella, por la fuerte disociación entre “seres vivos y comida”. “Les pasa a los niños y las niñas, que les cuesta muchísimo entender que el jamón proviene de un animal o una pechuga de pollo viene de una gallina”, señala.

Recuerdo la Navidad pasada ir al supermercado y encontrarme bebés cerditos enteros envasados en la nevera y no te puedo explicar lo que siento
Lorena Izquierdo, activista e influencer vegana

Fernández, aunque con su familia sigue una dieta prácticamente plant based, sí que vivió situaciones violentas fuera de su entorno. “Una vez en EEUU unos compañeros hicieron un pavo y lo pusieron entero encima de la mesa y me puse a llorar porque era muy heavy. Estás viendo el animal entero en tu cara. Me pareció una falta de respeto y me fui”, recuerda.

“Para las personas que vivan algo así intentaría que lo comunicaran a su familia, que es algo que les resulta muy desagradable y si pudiesen partirlo en la cocina o que se haga una mesa aparte. Sé que mi familia come carne y que va a haber carne, pero está más normalizado un trozo de jamón serrano que un cochinillo en tu cara. Quizás la comunicación es la clave”, recomienda.

Martínez también ve muy importante la sensibilidad con el colectivo, especialmente no culparlos de no querer ciertas cosas en la mesa. “Yo ya no pretendo que la gente, hablando de mi entorno, cambie sus cosas de forma individual”, se queja. “Entonces lo que hago es evitar esos días o pactar qué se va a comer el día que yo vaya, porque malestar me va a generar siempre que en una mesa haya carne y pescado. Pero hay grados que me resultan imposibles de gestionar fácilmente”, explica.

De tres días que organizas comidas, pones el cordero lechal el día que viene la persona vegana… A mí no se me ocurriría hacerlo, pero no porque sea vegana, porque no se me ocurriría llenar la cocina de gluten el día que viene una persona celiaca
Marta Martínez, activista y nutricionista vegana

“De tres días que organizas comidas, pones el cordero lechal el día que viene la persona vegana… A mí no se me ocurriría hacerlo, pero no porque sea vegana, porque no se me ocurriría llenar la cocina de gluten el día que viene una persona celiaca, igual ese día toca revisar un poco y buscar una solución para que la persona celiaca pueda comer con seguridad”, señala.

Para ella, es más fácil evitar ciertas citas en las que no pueda pactar los menús que asistir y tener que estar incómoda. “A veces la propia logística de la mesa impide que puedas comer fácil porque la gente empieza a meter el tenedor que ha metido en una cosa que lleva carne en otra que no lo lleva. Eso pasa mucho y yo ya no como de ese plato. Son cosas que dicen ‘no pasa nada’, pero seguro que si es un plato que a ti te da asco y meto el tenedor no te gusta que lo haga”, ejemplifica Martínez.

Ojo con los dulces y también con los regalos

Más allá de la carne o el pescado que son más evidentes, muchas veces se pasa por alto que los dulces o productos no comestibles, como los propios regalos navideños también tienen que ser veganos.

La mayoría de los dulces navideños incluyen manteca de cerdo, leche o huevos, productos animales no aptos para veganos. Sin embargo, poco a poco se está abriendo el mercado y tanto marcas como grandes superficies como Mercadona o Lidl han lanzado, por ejemplo, turrones de chocolate negro o de almendra aptos para veganos.

También hay polvorones, roscones de reyes o mazapanes, pero suelen ser productos que ellos mismos prefieren llevar de casa o indicar cuáles son los que deben comprar.

“Creo que es el mejor momento para hacerse vegano porque hay como mil opciones y alternativas para todas las personas. El calendario de adviento me lo he comprado vegano, en Pascua también un conejito de estos de chocolate vegano, cada vez hay más y es superfácil encontrar cosas”, explica Fernández, quien se ha visto en más de una ocasión sin poder probar ningún dulce en cumpleaños o Navidad. “Comer postre a la vez que ellos es una maravilla y haces ver a los demás que es normal, que puedes comer bien”, a

Martínez cree que aunque cada vez más marcas se suman a lanzar productos veganos, el target no es exactamente este si no los flexitarianos, que suponen 4,2 millones de personas, según el informe La revolución verde.

“El mercado de carnes vegetales es un mercado en crecimiento exponencial en muchos países, no lo sacan por el veganismo ni por las personas veganas, lo hacen porque muchísima gente ha reducido su consumo de carne o pescado. Ese grueso de población es enorme y genera una demanda”, apunta. “Hemos sido nosotros los veganos los que hemos empujado a que se hiciera, pero no somos el target ni el veganismo es el objetivo para las marcas”, detalla Martínez.

En el caso de los regalos hay que tener en cuenta que las personas veganas no consumen tampoco tejidos animales ni productos que se hayan testeado en ellos como, por ejemplo, los cosméticos.

Fernández anima a hacer una lista con los regalos que quiera. “En la cosmética es importante que tenga el símbolo vegano y el cruelty free, que no hace una cosa que sea la otra”, detalla. “Si es de ropa que no sea lana, cuero, seda… Que hagan un poco de investigación que en la página web se ve si es vegano o no”, añade.

Más que ensaladas, hummus y lentejas: alternativas en la mesa

A la hora de presentar alternativas para cocinar en familias no acostumbradas a hacer comida vegana, lo primero que recomiendan todas las activistas consultadas es hablar sobre lo que gusta y lo que no y cerrar un plato.

Las carnes vegetales tipo Heura y las cremas o leches vegetales facilitan que se puedan realizar ciertas recetas tradicionales adaptadas para veganos. Esa es la opción que más recomienda Martínez.

“Ahora mismo como tenemos alternativas a la carne en formato vegetal creo que lo mejor es coger una receta que tengamos muy asimilada y hacerla con un sustituto económico de la carne como la carne picada vegetal, que se manipula como la carne picada normal. Tenemos un montón de análogos del pollo con los que se pueden hacer las mismas recetas”, explica y anima a sustituir también por ejemplo el caldo de pollo por caldo de verduras y sustituir las bechameles por cremas de avena o soja.

“Más que coger una receta y hacerla de cero creo que es mejor hacer una que te sepas muy bien con ingredientes veganos. Evidentemente te va a salir más caro, pero igual ese día puedes hacer el esfuerzo de invertir en ese producto que viene más o menos hecho y poder hacerlo rápido y con la seguridad de que va a salir bien porque lo conoces”, detalla. Además de lasañas o canelones, Martínez también opta por un rollo vegetal tipo Wellington con carne vegetal y verduras: “Lo metes al horno con patatas y listos. Queda bonito y no has hecho nada especial, no es una preparación de esta navideña que estás 5 horas en la cocina”.

Desde CookPad aseguran que lo más buscado son las alternativas veganas a postres como galletas o roscón de Reyes, una buena opción pueden ser estas galletas de jengibre veganas:

  Galletas de jengibre veganas.CookPad/@sonycarma

Para los platos principales, algunas opciones son setas shiitake a la gallega imitando al pulpo a feira.

  Setas shiitake a la gallega.CookPad/@cilantroyhierbabuena

Dentro de estos trampantojos desde CookPad también destacan las gambas al ajillo veganas.

  Gambas al ajillo veganas.CookPad/@_13Vane
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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es