Fernando Simón, la voz y las manos contra el coronavirus

Fernando Simón, la voz y las manos contra el coronavirus

Así es el portavoz de Sanidad del que está pendiente toda España

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Un joven veinteañero zaragozano acaba de licenciarse en Medicina. Pura vocación. Es la España efervescente de los primeros ochenta. Le toca coger las maletas para hacer sus primera sustituciones en pueblos de Huesca. Binéfar, Naval, Estadilla… Esa atención primaria, la de mayor cercanía, del tú a tú.

¿Cómo se llama el nuevo médico?, preguntaban. Fernando, respondía. No decía el apellido, que hoy toda España conoce: Simón. Salto en el tiempo: más de treinta años después se ha convertido en la voz del Ministerio de Sanidad durante la pandemia del coronavirus, como ya hizo durante la crisis del ébola.

Sus gestos, su forma de hablar y hasta de vestir se han colado en la casa de todos los españoles, que ven por televisión casi todos los días el parte del hoy director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. El hombre que trata de trasladar lo que está pasando con toda la calma posible y que es el principal experto al que escuchan el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Pero, ¿cómo es Simón? ¿Qué dicen de él los políticos y colaboradores? ¿Quién es el hombre al que España ha confiado buena parte de su salud? ¿Sigue órdenes del Gobierno cuando habla?

Una de las personas de su confianza que trabaja codo con codo estos días en Sanidad lo dibuja así en una conversación con El HuffPost: “Es igual que se ve en pantalla, una persona muy accesible, muy agradable, muy dispuesto y muy transparente. Es lo que ve”.

Es igual que se ve en pantalla

Él mismo dice, según su entorno, que cuando habla con los medios nunca piensa si tiene que transmitir calma o no: “Tiene un equipo detrás muy potente y están haciendo todo lo que es humanamente posible”. Y un colaborador dice que él confiesa: “Nunca he tenido coacciones de ningún tipo. Siempre he transmitido lo que tenía que transmitir”.

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“Es duro, pero compensa”, les ha trasladado a los suyos durante estos días. “Prácticamente” vive en el Ministerio de Sanidad, según sus allegados. Uno de ellos apunta: “No conozco a nadie en el Ministerio que pueda decir algo en su contra. De verdad. No es pose”.

Ahora le toca trabajar directamente con Illa, pero él lleva en ese puestos desde el año 2012, cuando gobernaba el PP con Mariano Rajoy. Todos hablan bien. La anterior ministra con la que trabajó fue con la socialista María Luisa Carcedo, quien lo define así en declaraciones a El HuffPost: “Excelente profesional, muy serio y riguroso. No escatima esfuerzos y disponibilidad. Y, si me permites, buena persona”.

Lo suyo es pura vocación, se nota que le gusta lo que hace, comentan allegados. Un espíritu que ya se demostraba desde su infancia, criado en la zona de la calle Sagasta en Zaragoza, cerca del Camino de las Torres. Y bajo la influencia de su padre, el reputado psiquiatra Antonio Simón.

De Zaragoza a África

Zaragoza, luego Huesca… Pero pronto vendría uno de los grandes saltos de su vida que le cambiaría para siempre: África. Una experiencia que le marcaría para toda su vida y su carrera durante ocho años en los noventa, trabajando en Burundi, Somalia, Mozambique, Zambia y Togo.

Episodios inolvidables. En Burundi, estaba en un hospital trabajando para Médicos Mundi: por la mañana atendía a 120 personas y por las tardes a otras sesenta. Era el único médico en un centro con material anticuado y escaso, pero él conseguía sacarle todo el provecho posible. Y eran tiempos de guerrilla allí: se salvó de milagro de un tiroteo, las balas impactaron en la parte trasera del todoterreno y los militares les dejaron ir cuando les dieron todo el dinero que tenía para comprar medicinas. Experiencias que marcan.

Y puso en marcha proyectos en la zona como la construcción de letrinas, que se dieran cursos de salud e higiene a los profesores, campañas de vacunación e intentar frenar el sida, haciendo también estadísticas del área. Siempre teniendo detrás del hospital una pequeña granja con pollos y conejos para proporcionar a los enfermos: le da una gran importancia a los efectos de la buena alimentación.

Ha trabajado en Burundi, Somalia, Mozambique, Reino Unido, Francia, Guatemala, Ecuador...

La vida de Simón es global, así entiende el mundo, un prisma con el que ahora hay que ver también las enfermedades y la pandemia. Tiene etapas en Londres -en la London School of Hygiene and Tropical Medicine-, en Ecuador, Guatemala y en París, donde recaló en 2001 como epidemólogo en el Instituto de Vigilancia Sanitaria. Asesores que han trabajado con él destacan que habla varios idiomas y que tiene excelentes conexiones a nivel internacional, además de un reconocido prestigio.

Pero sus hijos pequeños siempre preguntaban por sus abuelos y por sus primos de España. Una vida casi nómada. Entonces, Simón y su esposa decidieron que era el momento de volver a su país en 2003 cuando le ofrecieron montar la Unidad de Alertas y Emergencias.

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Una vuelta a los orígenes, a organizar partidos de baloncesto con los peques de la familia, a poder pasear por el monte como le gusta o navegar. Y el gran salto institucional llegaría de la mano del Gobierno de Mariano Rajoy, su respeto se extiende tanto entre el PP como el PSOE. En 2012 sería nombrado director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, puesto en el que hoy sigue. Sería durante aquella legislatura cuando su nombre se hizo popular. Llegó la crisis del ébola y en la primera rueda de prensa compareció la entonces ministra de Sanidad, Ana Mato, medio llorosa, de negro. Una auténtica crisis comunicativa. Moncloa decidió que así no podía informarse a los españoles y se optó por Simón. La cosa mejoró considerablemente.

No busca la complicidad de los políticos

“Él es lo que se ve en las ruedas de prensa, seriedad contenida, es igual en privado con los ministros. No busca la complicidad del político, no hace chascarrillos, no quiere caerle bien. Te lo cuenta muy bien, no le gusta el protagonismo”, cuenta un miembro de aquel Gobierno. Incluso, como revela un asesor de esa época, le hicieron incluso algún comentario sobre la ropa y si se podía poner una chaqueta, pero él contestó que era así como vestía. Y así sigue saliendo, con su jersey y su camisa.

Días muy difíciles, muy complicados. Es uno de los integrantes en el equipo de máximas autoridades al decretarse el estado de alarma y comparece diariamente en La Moncloa, acompañado de altos cargos de Interior, Transportes y Defensa. Eso sí, ya hay presión política por parte de Vox pidiendo su dimisión por no vaticinar lo que iba a suceder con la pandemia.

Él mismo ha pronosticado que llegan ahora días muy duros, tanto por el aumento de casos como por el aislamiento de las personas. Fernando Simón, el hombre al que toda España mira encerrada en sus casa para saber lo que va a pasar.