Fin a los testigos del procés: tres meses, 39 sesiones y 422 versiones
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Fin a los testigos del procés: tres meses, 39 sesiones y 422 versiones

Con nombres propios como Mariano Rajoy, Artur Mas, Iñigo Urkullu o Josep Lluís Trapero.

EFEEFE

A menos de un mes de que acabe el juicio del “procés”, el tribunal ha dicho adiós a los más de 400 testigos que han pasado, día a día, por el Salón de Plenos del Supremo, con nombres propios como Mariano Rajoy, Artur Mas, Iñigo Urkullu o Josep Lluís Trapero.

Han sido menos declaraciones de las previstas: 422 de los más de 500 testigos que se esperaban, tras las renuncias de acusaciones y defensas y sin contar aquellos que no han acudido al alto tribunal después de trasladarle a la Sala su intención de no declarar por estar investigados en otros procedimientos.

Políticos, altos mandos policiales, la anterior Prefectura de Mossos en pleno, encabezada por el mayor Josep Lluís Trapero, y decenas y decenas de agentes, junto a decenas y decenas de votantes del 1-O, han ido desfilando por el Tribunal Supremo durante casi 40 jornadas.

Tres meses han pasado desde que el exportavoz parlamentario de ERC Joan Tardá abriese la veda el pasado 27 de febrero en una jornada, la número 8, de alto voltaje político con testigos ilustres como Mariano Rajoy, su exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el exministro de Hacienda Cristóbal Montoro y el expresidente de la Generalitat Artur Mas, entre otros.

Al día siguiente vino Urkullu, cuya declaración fue muy sonada al revelar su impresión de que ni Rajoy ni Carles Puigdemont, huido en Bélgica, querían el 155 ni la DUI, aunque las “presiones” sobre el Govern para que no convocara elecciones abocaron a ello.

Nunca llegó, sin embargo, el propio Puigdemont, a quien las defensas querían sentado en la silla de los testigos, si bien el tribunal dejó claro desde el primer momento que “en un proceso penal no se puede venir por la mañana de acusado y por la tarde de testigo”.

Poco a poco, fueron pasando por el Supremo más exministros como el de Interior Juan Ignacio Zoido y algunos de sus máximos colaboradores, seguido del coordinador del dispositivo policial el 1-O, el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, y la más alta instancia de la Policía y la Guardia Civil en Cataluña.

Testimonios que pusieron la lupa sobre la presunta pasividad de los Mossos, una actuación que fue pronto rebatida por los más altos comisarios de este cuerpo durante el 1-O, incluido el propio Trapero, en una larga declaración que más bien parecía un alegato de defensa de cara al tribunal situado al otro lado de la Plaza de la Villa, la Audiencia Nacional, donde está acusado de rebelión.

Tan lejos llegaron las discrepancias entre Pérez de los Cobos y el número dos de Trapero, Ferran López, que el tribunal todavía tiene pendiente de resolver un careo solicitado por una defensa.

Fuera de la órbita policial, el tribunal también ha oído testimonios humanos como el de la secretaria judicial del registro a la Conselleria de Economía el 20-S, que reveló el “miedo” que sufrió a causa de la concentración masiva, que hizo que tuviese que salir por un teatro cercano al que accedió por una azotea.

Y también otros algo surrealistas como aquel exdirectivo de la empresa postal Unipost que contó cómo recogió el material electoral del 1-O un sábado en un polígono de Barcelona a unos transportistas y sin albarán.

Poco a poco el foco mediático fue apagándose con el desfile de multitud de agentes de Policía y Guardia Civil que intervinieron el 1-O con relatos del “odio” que vieron aquel día y las agresiones que, según recalcaron muchos, sufrieron por parte de los votantes que intentaban impedir su actuación.

Fueron muchos días de testimonios sobre cómo transcurrió la jornada desde el punto de vista de los agentes, que después fueron rebatidos por muchos votantes que defendieron el carácter pacífico y festivo de aquel día, con multitud de cánticos. La mayoría negó cualquier agresión a los agentes; otros admitieron haber reaccionado a los “golpes” que recibieron de ellos.

Así, día a día, la fase testifical fue entrando en su recta final con más testigos de las defensas, algunos de los cuales no salieron como se esperaba al perjudicar a algún compañero de bancada. Sucedió con un jefe de Mossos que criticó la actitud “altiva” de Jordi Sànchez que le exigió sin éxito que sacase a los antidisturbios de la concentración del 20-S frente a Economía.

Hasta que este jueves, jornada 46, decimoquinta semana, cuatro últimos testigos, altos cargos de varias consellerias en 2017, han dejado unos testimonios que marcan el fin de una maratoniana fase testifical y que abre las puertas a la recta final del juicio.

Una vez concluya la fase pericial, la semana que viene vendrá la documental con el visionado de vídeos; después los informes y en último lugar la última palabra de los acusados.

Tras esto, previsiblemente la segunda semana de junio, el tribunal cerrará la persiana.