Gafes

Gafes

Un dios, un guarda forestal y el primogénito de un presidente estadounidense figuran en la nómina de los peores gafes de la Historia.

Humorous mobile cloud computing conceptual image.gremlin via Getty Images

Los yoruba son uno de los grupos étnicos más importantes del oeste africano, con una mitología plagada de leyendas. Una de ellas cuenta que Eshu es un dios mediador entre el resto de las divinidades y los hombres, capaz de transformar lo bueno en malo y lo malo en bueno, al ser capaz de adoptar más de 200 formas diferentes. Los yoruba consideran que si algo no sale como estaba previsto la culpa es de Eshu, que es un gafe. Una palabra que etimológicamente procede del árabe gafo, que hace referencia al que sufría el mal de la “gafedad”, esto es, la lepra.

Si un dios, por muy de los yoruba que sea, puede ser gafe, cualquiera puede acarrear la mala suerte. Eso fue lo que debió pensar en 1945 Tsutomu Yamaguchi, un japonés que se encontraba el 6 de agosto de ese año en Hiroshima cerrando un acuerdo de negocios. A pesar de todo consiguió sobrevivir a la primera atómica, con quemaduras por todo su cuerpo regresó a su ciudad de origen, a Nagasaki, donde tres días después se produjo una nueva detonación nuclear. A pesar de todo, sobrevivió para contarlo.

Siete impactos de rayo

También sobrevivió, por inverosímil que pueda parecer Ann Hodges, el único caso conocido hasta la fecha de una persona que haya recibido el impacto de un meteorito en sus carnes. El accidente tuvo lugar el 30 de noviembre de 1954.

Con los que no hay que compartir ya no viajes, sino ni siquiera un trozo de pizza, es con Jason y Jenny Cairns-Lawrence. El motivo es su curriculum vitae, este matrimonio estaba en Nueva York durante los atentados del 11 de septiembre; en Londres cuando ocurrieron los ataques de metro en el que murieron 56 personas y tres años después en Bombay durante los ataques terroristas.

Los expertos afirman que la probabilidad de que nos caiga un rayo es una de tres millones, una cifra que desconocía seguramente Roy Sullivan, un guarda forestal del estado de Virginia que sufrió siete rayos a lo largo de su vida laboral. Se desconoce si iba vestido de color amarillo, ese que tiene fama de ser gafe en el mundo de la interpretación.

“Mucha mierda”

De todas formas hay personas que traen mala suerte a otras, no tanto así mismas, como por ejemplo Robert Todd Lincoln, el primogénito de Abraham Lincoln. Parece ser que estaba junto a su padre cuando fue asesinado, asistía a una recepción del presidente James A Garfield cuando fue tiroteado al subir un tren y, dos décadas después, vio con sus propios ojos como asesinaban al presidente William McKinley.

Cada idioma tiene su propia expresión para desear buena suerte sin llegar a mencionarla. Los alemanes se inclinan por hals und Beinbruch (rómpete el cuello y la pierna) y los ingleses por algo más delicado: break a leg (rómpete una pierna). Por su parte los italianos emplean su famoso: in boca al lupo (en la boca del lobo).

Nosotros somos dados a “mucha mierda”, una expresión que se remonta a los siglos XVII y XVIII cuando las clases adineradas acudían al teatro en coches de caballos. Y es que cuanto mayor era la presencia de equinos, que vaciaban sus intestinos sobre los adoquines mientas esperaban, mayor era el número de deposiciones, que a su vez se traducía en más beneficios para la caja del teatro. A más, más… de ahí la expresión.