Gandhi: 150 años después, sus teorías sociales y medioambientales aún siguen vigentes

Gandhi: 150 años después, sus teorías sociales y medioambientales aún siguen vigentes

Una estatua de Gandhi. Pugalenthi via Getty Images

Por Mario López Areu, profesor de Relaciones Internacionales, Universidad Pontificia Comillas: 

La India se encuentra este año sumida en la celebración del 150 aniversario del nacimiento del que es considerado como padre de la nación, Mahatma Gandhi (1869-1948). El gobierno indio ha desarrollado un programa oficial de actividades de ámbito nacional e internacional, conscientes del valor de la figura de Gandhi para la imagen de esta potencia emergente.

En España, Casa de la India, en colaboración con la embajada del país, ha organizado también un programa conmemorativo.

La efeméride ofrece una buena oportunidad para examinar el valor de la visión de esta importante figura histórica. No en vano, Gandhi es un personaje muy reconocido, pero poco conocido en Occidente, y particularmente en España. Aquí, la imagen que tenemos de él es fundamentalmente orientalista, utilizando el concepto de Edward Said, ejemplificada en sus distintivas sandalias y dhoti, la túnica drapeada de uso muy común en la India, y su discurso espiritual y moralista. Sin embargo, como personaje histórico, Gandhi es mucho más que esa imagen simplificada y romántica que tenemos de él: se trata de un pensador y activista con una teoría sociopolítica moderna y radical.

La teoría sociopolítica de Gandhi tiene como pilares fundamentales cuatro conceptos: swaraj (autogobierno), satyagraha (acción no violenta), swadeshi (autosuficiencia) y ramrajya (sociedad moral).

Swaraj era el término utilizado por el movimiento anticolonialista indio para referirse a la demanda de independencia de la India del Imperio británico. Como miembro destacado de dicho movimiento, Gandhi hizo uso del mismo, pero en su visión política; el significado de swaraj es más rico y complejo. Para él, una India verdaderamente libre no solo implicaba poner fin a la ocupación colonial, el autogobierno político, sino que requería también de la construcción de una sociedad formada por ciudadanos comprometidos cívicamente con el bienestar colectivo a través de la rectitud moral.

Gandhi establecía, por tanto, una interdependencia entre autogobierno político, la consecución de la soberanía nacional, y el autogobierno individual del ciudadano comprometido con la convivencia y el bienestar general.

Esta concepción de sociedad libre de Gandhi emana de su crítica al ideal occidental de sociedad libre. Para Gandhi, las sociedades modernas occidentales están construidas sobre los valores del materialismo y la competición, los cuales acaban por engendrar violencia, sea contra otras naciones –en forma de guerras o colonialismo–, contra sus propios ciudadanos –en forma de explotación laboral–, o contra el medioambiente –a través del crecimiento insostenible–.

Frente a ese modelo de sociedad occidental cuyos valores fomentan la violencia y que, por tanto, acaban por denegar la libertad, Gandhi articula un modelo alternativo, ramrajya o sociedad moral, cimentada sobre los valores de la no violencia y la cooperación.

Satyagraha, o la fuerza del alma, es la antítesis a la fuerza bruta o violencia; si la segunda es la fuerza del modelo de sociedad occidental, la primera lo es de su alternativa.

Para Gandhi, satyagraha es la capacidad del ser humano de sentir compasión y afecto hacia el adversario en un conflicto, lo que supone que frente a la fuerza bruta, que busca derrotarle, satyagraha ejercita el autocontrol, reprime cualquier deseo de ejercer la violencia y busca una solución pacífica al conflicto a través del entendimiento.

Satyagraha es, por tanto, la disposición humana que permite la sociabilidad pacífica a través de la imposición moral de límites a nuestras ambiciones personales.

Swadeshi, o autosuficiencia, es un principio que aboga por la cooperación como base del sistema económico y político. El principio ensalza la aldea como forma de asociación social ideal; un grupo limitado de personas que cooperan de manera íntima y constructiva para la mejora de su vida colectiva a través del uso sostenible de su entorno más inmediato. Swadeshi, lo local, es la única manera de asegurar una convivencia basada en el principio de la no violencia, sin explotación humana ni medioambiental.

El legado de Gandhi no es solo importante porque articuló una visión alternativa a la concepción dominante de sociedad. Su activismo político también estuvo siempre orientado a cumplir en la práctica con los valores sociales que predicaba, sintetizado en su famosa máxima “mi vida es mi mensaje”.

Su vestimenta no era una cuestión de estilo. Él mismo tejía, y animaba a otros a tejer, su propia ropa para predicar con el ejemplo de swadeshi. Sus campañas de desobediencia civil contra los británicos siempre fueron pacíficas y no dudó en cancelar acciones cuando estas se tornaban violentas.

Para Gandhi, en la lucha por una sociedad libre, tan importante como la acción política contra el enemigo externo era la acción interna de educar a los ciudadanos en los valores de la no violencia y la cooperación.

Gandhi continúa hoy siendo un referente moral en la India, pero también su proyecto ético-político a nivel internacional ha servido de inspiración para un gran número de causas, como el movimiento por los derechos civiles de Martin Luther King, la lucha de Nelson Mandela contra el Apartheid o las campañas de grupos ecologistas como Greenpeace y, más recientemente, Extinction Rebellion.

Las sociedades contemporáneas nos enfrentamos a un importante número de desafíos como la degradación medioambiental, las desigualdades económicas o la extrema individuación que erosionan la cohesión social, que dan lugar a diferentes formas de violencia. Ante estos desafíos las ideas de Gandhi, 150 años después de su nacimiento, siguen ofreciendo una guía teórico práctica para reexaminar críticamente el significado de una sociedad verdaderamente libre.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.