¡Hablad!

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PERFORMANCE EN FAVOR DE MARINA VARGAS

Para muchas personas lo del feminismo es como un filtro de Instagram. Se lo ponen por encima para salir bien en la foto y que no se note su falta de ética y de integridad. Unas gotas de “yo respeto a las mujeres” por aquí, un poquito de “yo creo en la igualdad” por allá y listas para triunfar. Todo un inventazo eso del Photoshop social. La mala noticia es que los filtros tienen las patas muy cortas y sus efectos duran poco: ese embellecedor nivel 10 que daba el pego en la red, te deja en evidencia cuando relajas la pose y sales al mundo real. Sin las máscaras todos brillamos un poco menos, somos más cobardes, se nos ve el plumero.

Hace unas semanas la artista Marina Vargas hacía pública la fecha para el juicio por la denuncia que interpuso contra Fernando Francés, exdirector del CAC de Málaga y actual secretario general de cultura de la Junta de Andalucía, por agredirla físicamente en la feria de arte de Santander. Según las declaraciones de la artista, el comisario y crítico de arte le propinó una bofetada en el stand que la representaba. Allí estaban los empleados de la galería, algunos familiares, amigos, amigas, visitantes, coleccionistas, personal de los stands colindantes... En pocas horas la noticia corrió como la pólvora y llegaron las conversaciones en los pasillos. Llegaron las condolencias. Llegaron las amenazas. Llegaron los yo si te creo. Llegaron, incluso, algunas confesiones de extorsión y de casos similares. El aforo estaba completo.

Cuando ella necesitaba a su comunidad para combatir un caso de violencia de género, se queda absolutamente sola. Todo porque el hombre cuestionado es un pez gordo

Pero cuando Vargas decide armarse de valor y defenderse, y defender la dimensión colectiva y social del asunto, llevando Fernando Francés a juicio, todas esas personas que lo vieron, escucharon o lo sufrieron, desaparecieron. Los empleados, amigos, amigas, visitantes, coleccionistas, galeristas, personal de stands colindantes, quienes vivieron casos similares o mostraron su apoyo en un principio se desintegraron. Se esfumaron por completo. Cuando ella necesitaba a su comunidad para combatir un caso de violencia de género y abuso de poder se queda absolutamente sola. Sola con su shock. Sola con sus obras. Sola con su dolor. Sola con su bofetada. Sola con el silencio. Todo porque el hombre cuestionado es un pez gordo que tiene influencia y poder, y puede presentar querellas y destruir carreras por doquier.

Es paradójico que el colectivo artístico, que se supone un área comprometida con la justicia social (el propio Fernando Francés apela en uno de sus discursos al carácter transformador de la cultura diciendo que “el arte tiene la obligación de comprometerse ante las enfermedades del mundo contemporáneo para combatirlas desde dentro”) se haya corrompido tanto como para dejar a un lado sus valores y quedarse en un mero mercado de objetos. De cara a la galería todos somos muy luchadores y muy feministas. Nos ponemos chapas, lazos, pertenecemos a asociaciones, emitimos comunicados. Pero cuando toca arriesgarse y actuar nos quedamos de brazos cruzados. Este no es sólo un acto que implica a una artista y a un agente cultural, es un acto que tiene repercusiones en el futuro y que afecta a toda la sociedad. Marina Vargas no es sólo Marina Vargas, representa a todas las mujeres que sufren acosos similares y no denuncian porque no tienen apoyo, porque las cuestionan, porque nadie las cree. El caso de Marina Vargas no es sólo el caso de Marina Vargas, son todos los casos que suceden todos los días en todos los sectores y se acaban archivando y pasándose por alto. La justicia, la igualdad, terminar con las malas prácticas y los abusos de poder es un motivo mucho más grande y mucho más poderoso que Fernando Francés.

Salid, dad la cara, hablad: vuestro silencio es mucho más doloroso que la bofetada

La semana pasada varias artistas y agentes del mundo de arte realizaron una pequeña performance en la feria de arte de Santander (donde tuvo lugar el suceso denunciado por la artista) llevando una camiseta que ponía ¿Dónde está Marina Vargas? Quizás esta pregunta debería ir dirigida a quienes estuvieron allí ese día o a quienes han escuchado cosas, han sufrido extorsiones o situaciones parecidas y pueden aportar información valiosa. Marina Vargas está dando la cara por todas nosotras. Pero ¿dónde están los testigos? ¿Dónde están las compañeras feministas? ¿Dónde están los artistas y agentes culturales comprometidos? ¿Por qué se esconden? ¿Por qué callan? Salid, dad la cara, hablad: vuestro silencio es mucho más doloroso que la bofetada.