¿Hablar de desigualdad? Hablemos de pobreza

¿Hablar de desigualdad? Hablemos de pobreza

Pese a las desigualdades, los que hoy leen esto, aun hablando de desigualdad, siguen estando entre ese 10% más rico del planeta.

TOPSHOT - A man dressed as Santa Claus arrives to distribute toys on children living in an impoverished neighbourhood in Iraq's southern city of Basra on December 26, 2020. (Photo by Hussein FALEH / AFP) (Photo by HUSSEIN FALEH/AFP via Getty Images)HUSSEIN FALEH via Getty Images

Habitualmente se tiende a hablar de pobreza, así como de desigualdad. Estos dos conceptos, muy utilizados en la ciencia económica, se han mostrado siempre como el gran reto a combatir por los economistas. Sin embargo, en ocasiones, estos conceptos tienden a generar confusión en una población que no logra distinguir la realidad que ambos muestran. Pues, como digo, hablamos de términos similares, pero no iguales. 

Antes de nada, debemos entender que desigualdad no es lo mismo que la pobreza. Pues, como también sabemos, dentro de la pobreza tenemos diversos tipos de pobreza, así como diversas mediciones en cada uno de ellos. Por esta razón, no es lo mismo hablar de pobreza relativa que de pobreza absoluta. Como he explicado en numerosas ocasiones, mientras la pobreza absoluta muestra la pobreza de todo aquel ciudadano que vive por debajo del umbral mínimo establecido por la ONU, la pobreza relativa mide la renta de una ciudadanía determinada, en relación con el resto de ciudadanía que vive en dicho territorio.

Así pues, si tenemos en cuenta la pobreza absoluta, esta no ha dejado de decrecer con el paso de los años. Atendiendo a lo que muestran los indicadores, mientras que en 1981 el número de personas que vivían con menos de 1,25 dólares al día, de acuerdo con las cifras que da el Banco Mundial, era de 1.940 millones, en 2008 eran 1.209 millones de personas. De la misma forma, hasta nuestros días, esta cifra no ha dejado la tendencia decreciente que previamente mostraba, situándose dicha cifra en los 736 millones de personas a finales de 2015. Si bien hablamos de un problema muy serio, la tendencia muestra un descenso bastante acusado en los últimos años. 

Hablamos de un tipo de pobreza que no es real y que, efectivamente, conviene diferenciar frente a otros conceptos como el de pobreza absoluta

Por otro lado, nos encontramos con la pobreza relativa. Sin embargo, a diferencia de la absoluta, se establece en función del nivel general de ingresos en la comunidad, el país, así como la región que analizada. Por ello, dicha medición ha sido receptora de numerosas críticas a la hora de utilizarse como indicador de pobreza. Ya que, si medimos dicha pobreza en un lugar donde todos los ciudadanos posean un salario de 100 euros, por el sistema que utiliza para medirla, esta sería inexistente. Y es que, como todos poseen un mismo nivel de renta, no existe esa distinción que refleja el hecho de que existen personas relativamente más pobres que otras.

Por esta razón, hablamos de un tipo de pobreza que no es real y que, efectivamente, conviene diferenciar frente a otros conceptos como el de pobreza absoluta. Ya que, si atendemos a la medición que hacen ambos, esta es muy distinta, por lo que los resultados también son muy distintos. Este tipo de pobreza, para hacernos una idea, es el tipo de pobreza utilizada, junto a otros indicadores como el índice de GINI, para medir la desigualdad en el planeta. Una desigualdad que, si bien es mala y tiene efectos perversos en la economía, no es, en ningún caso, pobreza.

Pese a las desigualdades, los que hoy leen esto, aun hablando de desigualdad, siguen estando entre ese 10% más rico del planeta

Pese a esto, como digo, es preocupante que en el planeta existan elevados niveles de desigualdad. En este sentido, hablamos de que, en una sociedad desigual, las instituciones podrían estar manipuladas por la clase más poderosa. Asimismo, la desigualdad limita el acceso a un gran porcentaje de la población a desarrollar una idea de negocio que, de forma directa, tendría un efecto directo en el PIB. De la misma forma, otro ejemplo podría ser el hecho de que, en una sociedad desigual, los incentivos al esfuerzo son muy escasos, por lo que el crecimiento económico, como en los ejemplos anteriormente citados, está muy limitado por esta desigualdad.

En los últimos años, el Índice de GINI, aun mostrando un ensanchamiento en las colas de la distribución estadística, muestra un claro descenso, así como una tendencia muy clara para los próximos años. Sin embargo, aunque se presentan muchos retos que podrían poner en peligro dicha tendencia, hablamos de que hay 736 millones de pobres en el planeta. Por esta razón, a la hora de hablar de pobreza conviene conocer los términos, así como el hecho de que, pese a las desigualdades, los que hoy leen esto, aun hablando de desigualdad, siguen estando entre ese 10% más rico del planeta. Por ello, hablemos de pobreza.