Hablemos de ciencia e I+D para la Comunidad de Madrid

Hablemos de ciencia e I+D para la Comunidad de Madrid

Dejemos de sacar «programas estrella» como si el problema de la Comunidad de Madrid en el campo científico fuera la falta de excelencia y talento, y fuera urgente traerlo de otros países. El problema real es la falta de capacidad e intención política para diseñar un modelo científico que genere conocimiento desde y hacia la sociedad, que garantice los fondos humanos y materiales necesarios para impulsar todo el conocimiento acumulado.

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Foto: ISTOCK

Este artículo ha sido escrito conjuntamente por Beatriz Galiana Blanco, profesora de la Universidad Carlos III, Manuel Mañas Baena, profesor de Física Teórica de la Universidad Complutense de Madrid y por Ana Fernández Zubieta, experta en políticas de I+D+i

El acuerdo de investidura que C's firmó con el PP y que permite a este último seguir gobernando en la Comunidad de Madrid incluye un aumento de tres millones de euros en el presupuesto de I+D. Parece que dicho punto ya ha sido implementado. Efectivamente, hace unos días aparecía en los periódicos en qué se van a traducir esos tres millones, en unas ayudas que "están enfocadas a apoyar la investigación de excelencia y atraer el talento investigador a la región".

Antes de analizar dicha propuesta, es importante entender qué significa cuantitativa y cualitativamente esa inversión. Tres millones de euros son unos treinta contratos de catedráticos o cincuenta de profesor titular o, como mucho, setenta de ayudante doctor. Sin ir más lejos, hace poco, el Ayuntamiento de Madrid informaba que va a dedicar justo tres millones de euros a complementar la beca de comedor de la Comunidad de Madrid que reciben los y las menores residentes en la ciudad. La comparación no deja lugar a dudas: dicha cantidad para I+D es, a todas luces, insuficiente.

¿Qué ha pasado en Madrid con la I+D en los últimos años? En 2014, la Comunidad de Madrid acogió, aproximadamente, al 23% de los trabajadores de I+D e investigadores de España; respectivamente, 46.463 y 28.371 personas en Equivalencia a Jornada Completa (EJC), lo que claramente muestra el peso de nuestra comunidad a nivel nacional.

Sin embargo, ese tejido investigador está en grave peligro, al sufrir graves pérdidas, expulsando a un número importante de investigadores y trabajadores de I+D, precarizando además las condiciones de muchos de los pocos que aún permanecen. Según datos del INE, entre 2010 y 2014, la Comunidad de Madrid ha perdido 8.258 trabajadores de I+D (EJC) y 3.595 investigadores (EJC); respectivamente, un 15.1% y un 11.3% menos que hace cuatro años.

Por lo que respecta al Personal Docente e Investigador, la Comunidad de Madrid contó, en el curso 2014-2015, con 1.472 profesionales menos en sus universidades públicas que en el curso 2011-2012, un 8.5% menos (fuente: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2016). De estos últimos, casi un 40% están en precario, con contratos anuales y salarios mensuales que oscilan entre 300 y 1400 euros.

La Comunidad de Madrid, en la actualidad, expulsa talento a unos niveles muy preocupantes.

Pero, ¿están esos salarios armonizados con su capacidad y la labor científica y docente que despliegan? No, no lo están. La gran mayoría de estos académicos han conseguido en su momento becas o contratos competitivos, han realizado estancias en el extranjero en otras universidades nacionales, han sido acreditados por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y de la Acreditación (ANECA) y sus diferentes figuras, pero han llegado a un punto muerto en el cual la administración es incapaz de retener y consolidar ese talento, con el consiguiente drama personal, la pérdida de la inversión realizada en su formación y la profundización en un modelo productivo y social que da la espalda a la Ciencia y a la I+D+i.

Esta propuesta, que se supone estrella, de tres millones de euros para ochenta contratos de doctor (dieciocho doctores sénior, veinticinco jóvenes doctores y cuarenta cátedras de excelencia o investigadores de alto prestigio internacional por un periodo de seis meses que intentan solventar problemas reales que sufre la investigación madrileña) es claramente un acto propagandístico y electoral, que no aborda con el respeto y rigor necesarios los problemas reales que sufre la CM en su ámbito científico: la precariedad y una falta de estrategia en I+D+i, que ha conducido a la pérdida sistemática de más de trescientos millones de euros procedentes de Europa y a la asfixia económica de las universidades públicas madrileñas y de sus grupos de investigación.

¿Queremos hablar de ciencia? Pues hablemos

Es imprescindible aumentar la inversión en I+D para poder tener en el horizonte un objetivo acorde con el fijado por la Estrategia Europa 2020, un 3% del Producto Interior Bruto para el 2020. Actualmente, la Comunidad de Madrid Invierte un 1.68% de su PIB o 3.312 millones de euros con datos del INE para 2015, muy lejos del 2.06% que invertía en 2009. La Comunidad de Madrid, en la actualidad, expulsa talento a unos niveles muy preocupantes.

Sin el concurso de este talento perdido no se podrá alcanzar ese escenario deseado en que Madrid se convierta en una región dinámica y atractiva para la I+D. Para ello, es imprescindible establecer los mecanismos que permitan definir una carrera científica sólida para revertir la dinámica y cuidar el talento y la excelencia que tanto se reclaman. No tiene ningún sentido seguir acumulando personal investigador que va superando baremos, becas, contratos, etcétera, sin ninguna continuidad y sin garantía de futuro. Esto desmotiva a futuras generaciones a dedicarse a la investigación y supone una pérdida de talento y recursos formativos que acaban perdidas en las bolsas precarias.

Un plan regional debería tener como objetivos imprescindibles, además de una política de gestión del talento, la creación de redes y las sinergias, intercambio de profesorado e investigadores, infraestructuras compartidas, conexión con el tejido industrial de la región, etcétera.

Así que hablemos de ciencia, pero dejemos de sacar «programas estrella» como si el problema de la Comunidad de Madrid en el campo científico fuera la falta de excelencia y talento, y fuera urgente traerlo de otros países. El problema real es la falta de capacidad e intención política para diseñar un modelo científico que genere conocimiento desde y hacia la sociedad, que garantice los fondos humanos y materiales necesarios para impulsar todo el conocimiento acumulado.