Peio H. Riaño: "El Museo del Prado está legitimando el techo de cristal y que las mujeres sean tratadas como objetos"

Peio H. Riaño: "El Museo del Prado está legitimando el techo de cristal y que las mujeres sean tratadas como objetos"

El periodista e historiador del arte reflexiona en su libro 'Las invsibles' sobre el papel de la mujer en los museos.

El rapto de Hipodamia, de RubensWIKIMEDIA COMMONS

Cuando todavía no se había decretado el estado de alarma el Museo del Prado se preparaba para acoger Invitadas, una exposición histórica sobre el papel y el olvido de la mujer en la historia del arte. En medio de los preparativos, y con el 8 de marzo como telón de foto, la publicación de Las invisibles del periodista Peio H. Riaño hacía emerger de nuevo del debate. ¿Es machista el Museo del Prado?

El escritor lo tiene claro: “El museo es una entidad inaccesible a nuestro siglo. Para los visitantes, para las mujeres y para cualquiera que se acerque, y es una institución que está excluyendo a las mujeres desde su discurso”. El debate escuece “porque es la mayor institución cultural española”, pero para Riaño “merece la pena” pese a los comentarios violentos que recibió en redes porque es una cuestión que “está pendiente de resolver y reformarse”.

  El escritor Peio H. Riaño. Imagen cortesía de la editorial Capitán Swing.

Para muchos el Prado es la pinacoteca más importante de Europa y en 2018 se le reconoció como la institución cultural española más valorada. De sus paredes cuelgan grandes obras de Velázquez, Goya, Rubens o El Greco, pero en sus salas solo se exponen diez obras pintadas por mujeres. Las ‘afortunadas’ son Clara Peeters, Sofonisba Anguissola, Artemisia Gentileschi y Rosa Bonheur. La artista francesa se incorporó a la colección permanente del museo en noviembre de 2019 con El Cid, después de que la pintura pasara décadas en los fondos y tras una petición en redes que reclamaba que su obra ocupara en el Prado el lugar que ya tenía en otros museos como el parisino D’Orsay. 

Los museos de arte de todo el mundo están afectados por el mismo virus, el virus del machismo
Peio H. Riaño

El Prado no está solo. “Los museos de arte de todo el mundo están afectados por el mismo virus, el virus del machismo, y tienen que corregirlo porque llevan siglos de retraso”, explica el periodista e historiador del arte en una entrevista con El HuffPost. ¿Por qué entonces centrarse solo en el museo nacional?  “La idea del libro es que la mayor institución cultural española sea ejemplo para el resto de instituciones nacionales, porque si ella corrige todos esos defectos que la convierten en una entidad injusta y desigual, esto causará un efecto no solo en las instituciones del estado español, también en el extranjero van a tener que aplicarse el cuento”, sentencia Riaño. 

El escritor explica en Las Invisibles cómo el museo va “por detrás de la sociedad”, cuando debería ir por delante y ser un reflejo de la misma. “Debe ser un lugar donde aprender las nuevas sensibilidades y así fue en su día cuando se inauguró hace 200 años. Fue reflejo de una sociedad que no tiene nada que ver con la nuestra. Esa sociedad machista y ofensiva con la mujer se veía muy reflejada en esas narrativas y en esos cuadros, y hoy mantenemos ese dispositivo cuando ya no tenemos nada que ver con esa gente”, denuncia. 

  Portada de 'Las invisible' cortesía de la editorial Capitán Swing.Capitán Swing

Para él, un museo no es únicamente un contenedor de belleza donde pararse a admirar una estética, “es un aparato político construido sobre imágenes políticas”, al igual que el resto de disciplinas artísticas y la propia Cultura. “El Prado no le dice al ciudadano que está entrando en un lugar cargado de ideología, se centra en el deleite de la estética y en realidad la estética es como el color vistoso de las plantas carnívoras, con eso el arte atrae y disimula el mensaje, pero el mensaje está ahí”. Riaño pone ejemplos en su libro como utilizar la palabra rapto en algunos cuadros para referirse a violaciones. “El único rapto que sucede en el museo es el de ese término, lo demás son violaciones”, sentencia el escritor, que insiste en que es necesario cambiar el relato del museo para convertirlo en un lugar accesible y coherente con la sociedad del 2020. 

El único rapto que sucede en el museo es el de ese término, lo demás son violaciones
Peio H. Riaño

“Ahora mismo el Museo del Prado está diciendo que las mujeres no tienen capacidad para gobernar un país, está legitimando el techo de cristal, está legitimando que las mujeres sean tratadas como seres objetuales, las está tratando desde un punto de vista de víctimas invisibles”, defiende Riaño. El escritor se apoya en el uso de términos como rapto, en que las mujeres sean etiquetadas como meras musas en las salas del museo, en que los cuadros pintados por ellas sigan en los fondos y en que no se invierta en comprar arte pintado por mujeres. 

Cómo cambiar el relato

El escritor defiende que los historiadores del arte de cada generación deben “construir el relato de nuestro pasado” sin alterarlo. Algo que desde su punto de vista el Museo del Prado tendría que empezar a hacer para dejar de ser una institución desconectada de la sociedad actual. “En este momento hay interpretaciones por parte de los especialistas del museo que dicen en cartelas que podemos leer en la web que de los tres raptos de Rubens que hay en el museo, dos de las protagonistas no se están resistiendo a la violación”, pone como ejemplo Riaño. “Esto hace años era insostenible pero en 2020, después de las sentencias de La Manada, es indignante”, sentencia.

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Las páginas de Las Invisibles están llenas de ejemplos como el de la pintura de Rubens. En Judit en el banquete de Holofernes, de Rembrandt, Pedro de Madrazo cambia el titulo por Artemisa en 1843 y no se cambia hasta 2009 cuando se recupera a la heroína bíblica como protagonista. “Es un caso escandaloso y una prueba de que ese pasado machista no puede seguir actuando, porque actuó a conciencia contra las mujeres y el Prado tiene una oportunidad única para aliarse con la sociedad actual”, cuenta el escritor, que cree que mientras no lo haga la pinacoteca está expulsando a las mujeres de sus salas. No solo a las artistas, también a las ciudadanas. 

“Están construyendo un relato desde unos cánones de hace dos siglos que hace que el ciudadano que se asoma a esos cuadros no entienda nada y, en el peor de los casos, además pueda creer que lo que se contó entonces es verdad”, insiste Riaño. 

El blanqueamiento y la excusa de la calidad 

No hay cuadros de mujeres porque no había pintoras. ¿Cómo van a descolgar un Goya? Son algunas de las “excusas de la calidad” para que la obra de mujeres siga en los almacenes de los museos. Sus obras no solo no se desempolvan, tampoco se compran. “El dinero es de ellos. Para evaluar una institución tendríamos que hacerlo como hace el Tribunal de Cuentas y revisar cómo se gestiona el dinero, y al hacerlo encontramos cómo hay una desigualdad insoportable”, explica el periodista. 

Algunas instituciones como el Museo de Arte Baltimore decidió que todo su presupuesto de 2020 iría dedicado a adquirir obra de mujer. El Prado recibió 50.000 euros del Premio Princesa de Asturias y no se gastó ni un euro. “Este tipo de gestos son muy importantes. Si el propio premio de la corona ha cambiado su dimensión, qué menos que ese año, con el premio Princesa de Asturias, con un discurso dedicado a las mujeres, hacerlo. Fue una falta de tacto y una oportunidad perdida, además de una prueba de falta de sensibilidad absoluta, de menosprecio hacia todas esas artistas que están en el mercado como Rosario Weiss”, denuncia Riaño, que no se muestra demasiado optimista sobre un posible cambio de rumbo de la pinacoteca. 

Una de las razones son las exposiciones temporales dedicadas a mujeres con las que el Prado y los grandes museos alrededor del mundo captan visitantes. “Es blanqueamiento”, defiende el escritor, que pone como ejemplo positivo el recorrido que inauguró el museo en 2017 para dar una visión enriquecedora de la diversidad sexual con piezas que ya estaban en el museo. El recorrido estaba comisariado por Carlos García Navarro, que también se ha encargado de Invitadas, y la intención era que se mantuviera permanentemente. “No queda ni rastro de aquella iniciativa tan importante que habría sido de nuevo un acto reflejo de nuestros días y con su público, que también es su mantenedor”, explica Riaño, que cree que con Invitadas sucederá algo parecido y será un punto y final más que un punto de partida hacía una reconversión.

“La exposición va a ser histórica porque es una autocrítica desde el propio titular. Es una crítica contra el museo y la historia del arte que ha tratado a las mujeres de meras invitadas en los museos. Y esa autocrítica sucederá al mismo tiempo que una sala cercana y gigante está dedicada a las musas. Es la única presencia de la mujer como institución social en ese museo. Ese museo está diciendo que no tienen capacidad para ser tratadas como creadoras, como artistas, como genios y ni siquiera como agentes sociales”, cuenta el escritor sobre la muestra, que previsiblemente se abrirá en otoño.

Para Riaño el mayor logro de la exposición es “haber conseguido que el museo asuma la responsabilidad de atender a las mujeres y de tomar conciencia de lo mal que lo está haciendo”, pero cree que parte de la cúpula del Prado tiene miedo de que la institución “se politice” con esta muestra. “Si te fijas en la estructura del museo, desde el patronato hasta la cúpula directiva, se entiende todo y está claro que no es fácil la reconversión. Aunque no les queda otro remedio”.