'Invitadas', viaje al centro de la misoginia

'Invitadas', viaje al centro de la misoginia

La nueva exposición temporal del Museo del Prado trata de saldar su deuda con las mujeres.

La reina doña Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta doña Catalina, PRADILLA Y ORTIZ, FRANCISCO.Cedida por el Museo del Prado

“Elementos subsidiarios manejados por los hombres”. Así define Carlos González Navarro el papel que la sociedad impuso a la mujer en el siglo XIX y principios del XX. Ese ideal es el que se muestra en Invitadas, la nueva exposición temporal del Museo del Prado (Madrid) que él se ha encargado de comisariar.

Esa imposición social afectó y denigró a las artistas, pero también al arte de la época y su forma de retratar a la mujer. Si se plasmaba el arquetipo moralmente válido las obras se premiaban en las Exposiciones Nacionales y eran adquiridas por el Estado, si se hacía lo contrario, estaban destinadas al olvido. El resultado de esa política es el recorrido por las salas de la muestra, o como Navarro prefiere llamarlo, “un viaje crítico al centro de la misoginia través de los almacenes del Prado”.

De las 133 obras que componen Invitadas, la gran mayoría son propiedad la pinacoteca madrileña y rara vez se habían visto hasta ahora, algunas nunca habían llegado a salir de los depósitos que el Prado tiene esparcidos por la península. El estado de abandono de algunas era tal que 40 piezas han tenido que ser restauradas, un esfuerzo poco habitual en una exposición de este tipo.

La pregunta es obligada: ¿se incorporarán a la colección permanente del Prado algunas de las obras? El director del museo, Miguel Falomir, asegura que sí, aunque todavía desconoce cuáles. Actualmente sólo dos de las pinturas de la muestra tienen un hueco en el recorrido fijo. Invitadas es la oportunidad de incorporar otra parte del relato, más crítica, en la visión del siglo XIX del museo y de añadir más obras firmadas por mujeres a la colección permanente —El Cid y Carolina Coronado—. Una asignatura pendiente en la mayoría de grandes museos.

Sobre la muestra el comisario quiere dejar claro que no es “una exposición colectiva de mujeres artistas”, sino una explicación del molde al que tuvieron que adaptarse en la época y del que “el Prado es heredero”. Invitadas se estructura en dos partes: la mujer como sujeto pasivo y objeto del Estado y la mujer como sujeto activo, buscando intervenir en el sistema. Las 17 secciones dan cuenta de todos los estereotipos de la época y la lucha contra ellos. Estos son cinco ejemplos de lo que se puede ver en el recorrido.

La sexualización de las niñas

  Crisálida, SAÉNZ, PEDROMUSEO DEL PRADO

El pintor malagueño Pedro Sáenz no tuvo ningún reparo en pintar a una niña posando como una mujer adulta, de forma sexualizada, con sus juguetes de fondo. Crisálida, que se llevó una medalla en la Exposición Nacional de1897, no es la única pintura de Sáenz, que encarnó la corriente que legitimaba contemplar a las niñas y las mostraba dando sus primeros pasos “hacia la perversión sexual”.

La psicología de la ‘mujer caída’

  Falenas, VERGER FIORETTI, CARLOSCedida por el Museo del Prado

En Falenas, Carlos Verger muestra a lo que entonces se conocía como ‘mujer caída’, una mujer inestable psicológicamente por llevar una vida ‘descarriada’ y por la falta de realización al no ser ni esposa ni madre. La pintura, que ahonda en el estado mental más allá de la fachada bonita, sigue la estela de otras obras que servían a modo de advertencia sobre qué podía pasarle a una mujer si se salía del molde.

La denuncia censurada de la prostitución

  La bestia humana, FILLOL, ANTONIOCedida por el Museo del Prado

El valenciano Antonio Fillol no cedió a los estándares de la época y denunció con toda la crudeza situaciones cotidianas de la época como el abuso. En La bestia humana mostró la dureza de la prostitución sin culpar a la mujer y sin metáforas, pintando una escena sombría en la que el cliente espera sin inmutarse por el llanto de la mujer. El cuadro se llevó una medalla por su calidad técnica pero fue tachado de inmoral. A pesar de que muchas piezas de Fillol forman parte de fondos que provienen del Estado, apenas recibió pagos. La pintura ha sido rescata del depósito del Prado para esta muestra.

El bodegón como corsé

  Flores y frutas, DE LA RIVA, MARÍA LUISACedida por el Museo del Prado

En siglo XIX el bodegón se consideraba un género menor, así que se reservaba a las mujeres. María Luisa de la Riva fue una de las artistas que desarrollaron su carrera en este ámbito, logrando medallas y menciones de honor en varias Exposiciones Nacionales. Los bodegones eran la única forma de que la mujer entrara en los museos en la época. De hecho, se estableció que ninguna figura pintada por una mujer proveniente de las colecciones reales entrara en el Prado.

Una puerta abierta al futuro

  Autorretrato de cuerpo entero, ROËSSET, MARÍACedida por el Museo del Prado

María Roësset, más conocida como MaRo, decidió formarse como pintora cuando enviudó a los 27 años. Su autorretrato, en el que se aprecia un aire cosmopolita e influencias internacionales, cierra la exposición y simboliza a todas aquellas creadoras que decidieron dar un paso adelante hacia la modernidad. Durante toda su carrera, MaRo trabajó en retratando el universo femenino y fue la primera de una saga familiar de artistas.

Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931) puede verse en el Museo del Prado de Madrid desde el 6 de octubre de 2020 hasta el 14 de marzo de 2021.