(Ir)racional

(Ir)racional

Si el día que volvíamos del cuartel de la Guardia Civil hubiera aceptado el ‘no’ que mi padre me dio...

Fundación Amigó.

Por Javier, adolescente atendido en centro de cumplimiento de medidas judiciales gestionado por Fundación Amigó:

La manera que tenemos de pensar ante determinadas situaciones está totalmente relacionada con nuestros sentimientos y comportamientos. Por eso, ante algunas situaciones, pensar qué está ocurriendo y cómo nos afecta podría ahorrarnos un alto grado de sentimientos negativos que pueden perjudicarnos.

Si buscamos la forma de pensar de forma más racional, podremos superar aquellas situaciones que nos afligen, lo cual se traducirá en sentimientos positivos y la reducción de consecuencias dañinas. Ya que lo más seguro es que un mal comportamiento nos traiga consecuencias en la misma dirección. Por lo tanto, si tenemos una manera de pensar racional, podremos saber manejar las situaciones que nos pueda plantear la vida de forma que acarreen bienestar para nosotros mismos y para aquellas personas que nos rodean, haciéndonos madurar.

Aunque haya situaciones en las que sea más complicado controlar nuestros pensamientos, como pueden ser conflictos con nuestros padres, hemos de mantener la calma, pensar antes de hablar, y si nuestros sentimientos negativos comienzan a crecer y a afectarnos, tenemos que preguntarnos si estamos pensando de forma irracional; si esto llegara a ocurrir, debemos analizar la situación, buscar un pensamiento racional con el que poder controlar nuestros sentimientos en la situación que estemos viviendo, teniendo el control y evitando así comportamientos que no solo nos traigan consecuencias negativas, sino que pueden herir y hacer daño a las personas que más nos quieren, nuestros padres.

De este modo, nos irá mucho mejor a lo largo de nuestra vida.

Personalmente, yo he sido superado en múltiples ocasiones por mis pensamientos irracionales, como puede ser en conflictos con mis padres.

Si el día que le robé a mi madre hubiera pensado que no debía hacerlo por nada en el mundo, aunque me diesen todo el oro de mundo, posiblemente, si eso hubiera sido así, ahora mismo no estaría aquí y no se me retorcería el corazón cada vez que lo recordarse.

Si el día que volvíamos del cuartel de la Guardia Civil hubiera aceptado el ‘no’ que mi padre me dio, me hubiera evitado el comportamiento agresivo que llevó a la denuncia por la que he acabado aquí.

Del mismo modo, si el día que volvíamos del cuartel de la Guardia Civil hubiera aceptado correctamente el ‘no’ que mi padre me dio, por méritos propios, al pedirle la moto para despejarme, en lugar de pensar “vaya asco de padre tengo que no le importa cómo me siento”, -el cual es un pensamiento totalmente irracional-, me hubiera evitado el comportamiento agresivo que llevó a la denuncia por la que he acabado aquí.

Y si todas las veces que mis padres me han regañado por mis malos comportamientos hubiera pensado que debía aceptar, ya que es lo que me he ganado, en vez de decirme “qué exagerados” o que “tampoco es para tanto lo que he hecho”, mi relación con ellos hubiera ido siempre mucho mejor y, habría evitado peores consecuencias o cabreos. La cosa nunca queda ahí, esos pensamientos irracionales y los comportamientos siguientes me han llevado a cosas peores. Siempre lo hacen, acumulando odio.

O si en mi último conflicto, en la confrontación con mi madre, hubiera pensado que tiene derecho a expresarse, en lugar de tacharla de mentirosa, habría podido controlar mis sentimientos negativos, mantenido la calma y el control y evitando el conflicto que provoqué, teniendo que empezar desde cero mi proceso.

Esto es solo un ejemplo de cómo los pensamientos irracionales nos pueden aportar malestar y unas pésimas consecuencias. En cambio, si en mi caso, hubiera optado por la vía racional no solo habría evitado todo lo dicho; además, hubiera sido más feliz y mi familia también, y seguramente mi relación con ellos habría podido ser muchísimo mejor.

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