Jen Psaki, la portavoz de Biden que devolverá la sensatez a la sala de prensa de la Casa Blanca

Jen Psaki, la portavoz de Biden que devolverá la sensatez a la sala de prensa de la Casa Blanca

Joven pero con una enorme experiencia junto a Obama y Kerry, tiene por delante el reto de superar los "hechos alternativos" y volver a informar con transparencia.

Jen Psaki, cuando era portavoz del Departamento de Estado, en 2014.NICHOLAS KAMM via Getty Images

La presidencia de Donald Trump se inició con una mentira difundida desde la sala de prensa de la Casa Blanca: nunca había habido, dijeron los suyos, tanta asistencia de público a una toma de posesión en la historia de EEUU. La prensa hizo su trabajo, reveló el error y le sacó los colores. El presidente denunció de seguido que los informadores estaban “entre los seres humanos más deshonestos de la tierra”. Días después, cuando las afirmaciones de su administración y la realidad claramente no casaban, sus asesores se inventaron aquello de los “hechos alternativos”.

Así empezaron cuatro años de falsedades y de choques con los periodistas que en la nueva etapa de Joe Biden deben tocar a su fin. El trabajo estará, en gran parte, en manos de una mujer, Jen Psaki, la nueva portavoz del Gobierno demócrata. Hoy justo cumple 42 años, pero pese a su juventud es una veterana transmitiendo el mensaje de los mayores pesos pesados demócratas de los últimos años, como Barak Obama y John Kerry. La prensa la aplaude por su claridad y seguridad. Más aún, cuando no estaba previsto que volviera a la Casa Blanca.

Gregory Mecher, director financiero adjunto del Comité de Campaña Demócrata del Congreso Según informa Politico, el presidente electo, Biden, ha recurrido a ella porque sabe latín, aunque inicialmente hubiera querido premiar con el puesto a alguno de sus leales en campaña, los que han trabajado codo a codo con él. Aún son demasiado jóvenes e inexpertos, así que ha apostado sobre seguro; se abre la puerta a que Psaki sea una portavoz de transición, que forme a las nuevas generaciones, y luego se marche.

En el mundo periodístico estadounidense pocas presentaciones hay que hacer de esta mujer nacida el 1 de diciembre de 1978 en Stamford, Connecticut. Trabajó en la Administración Obama (2009-2017), de la que Biden fue vicepresidente, durante los dos mandatos. Fue directora de Comunicaciones de la residencia presidencial y portavoz del Departamento de Estado, a cargo de la política exterior. Ha participado en tres campañas presidenciales, la primera de ellas la de Kerry en 2004, donde fue subsecretaria de prensa, además de haber servido como portavoz en el Comité de Campaña Demócrata del Congreso en 2006.

De orígenes irlandeses, griegos y polacos, hija de un empresario del mundo inmobiliario y una psicoterapeuta y la mayor de tres hermanas, Psaki entró en política hace 19 años, ayudando en la reelección de cargos demócratas en Iowa. Tres años después -por su “destreza, tenacidad y buen carácter”, dice el New York Times- ya estaba con Kerry. Cuando no había oportunidades en las moquetas de Washington, se iba sin problemas a trabajar en campañas regionales, a hacer horas de vuelo y afianzarse en el partido. Regresó en 2008 y ya no se marchó, aunque tampoco tuvo reparos en marcharse un año y apostar por lo privado en mitad de la era Obama.

  Jen Psaki, pendiente de las declaraciones en un viaje a China del entonces secretario de Estado, John Kerry, en 2013. POOL New / Reuters

Ya había sido dos veces finalista a la portavocía de la Casa Blanca y a la tercera va la vencida. Durante estas semanas ha estado supervisando el proceso de transición de comunicaciones de Trump a Biden y el nuevo presidente “se ha dado cuenta de que la necesitaba”, sostiene la CNN, cadena en la que se había convertido en estos años en una tertuliana de referencia.

“Ella es una opción ideal para ellos para un trabajo que es realmente difícil de cubrir -ha dicho de ella Jennifer Palmieri, exdirectora de Comunicaciones en la Casa Blanca con Obama- Es difícil encontrar a alguien que tenga credibilidad, que le guste a la prensa, que se integre bien con el personal de la Casa Blanca y pueda hablar sobre política exterior y cuestiones de seguridad nacional con mucha credibilidad”.

Los analistas coinciden en que es ideal para hacer cumplir la máxima de campaña de Biden: “devolver el sentido de la normalidad a la presidencia”. Si a eso se suma su versatilidad (sabe de diplomacia, de economía, de seguridad nacional), que está testada en ruedas de prensa de alto nivel y que tiene una sólida relación pasada con el que fuera vicepresidente, su nombramiento cobra sentido.

Sin embargo, Psaki no tenía intención de meterse en esa harina de nuevo. Madre de dos niños menores de cinco años -lo que primero destaca en su perfil de Twitter-, casada con Gregory Mecher, director financiero adjunto del Comité de Campaña Demócrata del Congreso, estaba centrada en lo privado, en tanques de pensamiento y centros de estudio por la paz y la seguridad. Biden se encerró con ella en su casa de Delawere y la convenció para dar un “impulso al mensaje de unidad” que quiere transmitir. “Sabe hacerlo, no te olvides que fue capitana de su equipo de natación en el instituto”, dice una fuente a Politico.

Ahora se nuestra “tremendamente ilusionada” de estar en un equipo de comunicación que por primera vez en la historia del país estará integrado únicamente por mujeres.

  El equipo de comunicación de Joe Biden.EFE

Sin salidas de tono

Su reto será no tener salidas de tono. Ser como el árbitro, que hablen de ella lo menos posible mientras desarrolla su labor, lo contrario a lo ocurrido con los portavoces de Trump. No las ha tenido en su larga trayectoria, aunque los medios más conservadores le recuerdan desde ayer alguna declaración que obligó a matizar a sus superiores o causaron sorpresa por su contundencia.

Uno de los más sonados fue cuando, en 2014, durante la Operación Margen Protector de Israel sobre Gaza, criticó al gobierno de Tel Aviv, su aliado, tras bombardear una escuela la ONU en la franja palestina. En un comunicado, calificó el ataque de “desgraciado” y denunció que “las coordenadas de la escuela habían sido comunicadas de manera repetida” al ejército israelí.

Instó a Israel a “hacer más para cumplir con sus propios estándares y evitar muertes civiles. La sospecha de que militantes [de Hamás] están operando en las cercanías no justifica ataques que ponen en riesgo las vidas de tantos civiles inocentes”. Una contundencia poco usual entre aliados tan potentes.

En marzo de 2015, Psaki también sorprendió al referirse a la denuncia de golpe de estado frustrado contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Dijo que “como política de larga data Estados Unidos no apoya transiciones por medios inconstitucionales. Las transiciones políticas deben ser democráticas, pacíficas y legales”.

Muchas muescas lleva ya en el bastón, muchas peleas, y muchas más que abordará ahora desde la primerísima línea. Hasta que se canse o forme a un sucesor, dicen los que la conocer. De momento, estrena un tiempo nuevo en el que las cosas, en materia de comunicación, difícilmente pueden ir a peor en EEUU.