José Ignacio Wert, Erich von Stroheim y Mario Draghi

José Ignacio Wert, Erich von Stroheim y Mario Draghi

Wert tiene un parecido físico razonable con Erich von Stroheim, pero comparte con éste sobre todo el empeño de convertirse en "el hombre al que le gustaría odiar". Parece que recortar las becas de carácter general no era suficiente, por lo que su última iniciativa ha consistido en recortar las Erasmus.

La actualidad europea de la semana que se acaba tiene dos claros protagonistas: el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y el presidente del BCE, Mario Draghi, si bien por motivos muy distintos. Pido sin embargo licencia al lector para hacer un inciso cinéfilo para hablar de Erich von Stroheim, otro europeo de cuidado, antes de atacar las cuestiones más actuales.

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Erich von Stroheim. Foto: Wikicommons.

Erich von Stroheim nació judío en el extinto Imperio austrohúngaro (su nombre real era Erich Oswald) y murió aristócrata en Francia. Parece que huyó de Viena acuciado por unas deudas y por el antisemitismo rampante justo antes de que el Imperio en el que se criara se desmoronase y emigró a Estados Unidos. Ya en América cambió su apellido y se inventó un personaje que acabó encarnando en la vida real: el conde von Stroheim.

La I Guerra Mundial le brindó la oportunidad de trabajar en Hollywood como consultor de "asuntos germánicos" e interpretando convincentemente a malvados oficiales prusianos, logrando cierta celebridad gracias a una campaña publicitaria de la Metro Pictures que le definía como "el hombre al que le gustaría odiar".

Von Stroheim trabajó también como ayudante del director David W. Griffith antes de convertirse él mismo en uno de los directores más destacados del cine mudo, realizando obras maestras como Avaricia o La viuda alegre. Von Stroheim era un artista demasiado sincero para aceptar compromisos en lo concerniente a su obra, y sus choques con el productor Irving Thalberg, que redujo el metraje de Avaricia de 96 horas a solamente dos forman parte de la leyenda de Hollywood.

Como suele ocurrir en estos casos, los caprichos de artista maldito acabaron apartando a von Stroheim de la realización en cuanto llegaron los primeros fracasos comerciales, y durante la era sonora von Stroheim volvió al papel de oficial prusiano que le encumbró a la fama, siendo especialmente célebres sus interpretaciones del comandante Rauffenstein en La gran ilusión, la fábula pacifista de Jean Renoir, y el papel de mariscal Rommel en Cinco tumbas sobre el Cairo de Billy Wilder, con quien colaboró también en la memorable El crepúsculo de los dioses en un cameo parcialmente autobiográfico, el exdirector reconvertido en chófer Max von Mayerling.

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El ministro José Ignacio Wert. Foto: GTRESONLINE.

José Ignacio Wert tiene un parecido físico razonable con Erich von Stroheim, pero comparte con éste sobre todo el empeño de convertirse en "el hombre al que le gustaría odiar". Parece que recortar las becas de carácter general no era suficiente, por lo que su última iniciativa ha consistido en recortar las becas Erasmus. Reducía así la aportación del Ministerio a solamente los cada vez menos beneficiarios de una beca de carácter general y con el curso ya empezado, y cambiaba las reglas de juego vía orden ministerial a mitad de la partida, como parece ser ya costumbre del Gobierno.

Supongo que a Rajoy le viene que ni pintado contar con Wert entre sus ministros, que mientras siga embarcado en su labor destructora y sin preocupación aparente por salvar su reputación le sirve al presidente de escudo humano, por lo que Wert será probablemente destituido sólo cerca del final de la legislatura.

La presión popular, canalizada hábilmente por la futura estudiante Erasmus Laura Zornoza, parece haber obligado al ministro a rectificar por ahora, pero está claro ya que el programa Erasmus vive bajo la espada de Damocles.

Y es una pena, porque pienso que es enriquecedor que los jóvenes se marchen al extranjero como la mascota del Gobierno, más conocido como Miguel Arias Cañete, decía recientemente en una entrevista con Ana Pastor. La beca Erasmus es a mi juicio uno de los éxitos más inapelables de la integración europea, probablemente junto al consorcio Airbus que hoy me da de comer indirectamente.

Muchos de los jóvenes de mi generación hemos crecido escuchando batallitas de la mili de nuestros padres, de la que nos libramos nosotros gracias a Jordi Pujol. La mili, que duda cabe, era una terrible pérdida de tiempo para una enorme mayoría y sin embargo muchos de nuestros padres a menudo defienden las virtudes pedagógicas que les supuso salir de casa y enfrentarse a la vida en un entorno a menudo difícil. La mili tendría, si les hacemos caso, la virtud de crear personas antifrágiles, retomando el término acuñado por Nassim Taleb.

Estudiar en el extranjero tiene en mi opinión las mismas virtudes antifrágiles que nuestros padres pudieran verle a la mili sin los inconvenientes de la misma, y con la ventaja añadida de dejar algún aprendizaje útil como por ejemplo los idiomas. Las becas Erasmus han sido así un vehículo muy útil para muchos europeos de mi quinta, que además nos han permitido afrontar la emigración con garantías de éxito. En el futuro, si se recortan las becas, muchos de los que sigan los consejos de Cañete estarán en cierta forma dando un salto sin red.

La iniciativa de Mario Draghi de bajar los tipos de interés al 0,25% nos permite acabar la semana con una nota más positiva. Si Wert parece querer acabar con la iniciativa europea más exitosa, Super-Mario parece empeñado en salvar el mayor pufo de la historia de la integración europea: el euro.

Tras dos años de políticas de austeridad (empezaron en 2010), y con nuestra prima de riesgo subiendo, el anuncio de Mario Draghi de hacer lo necesario (whatever it takes) para salvar el euro a finales de julio del año pasado y la puesta en marcha del programa de compra de deuda pública de países en crisis (OMT) ha conseguido reducir nuestra prima de riesgo a niveles casi similares a los de 2010.

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Evolución de la prima de riesgo de España frente a Alemania de 2006 a 2013. Fuente: macrodatos.com.

Que nadie se deje por lo tanto engañar: ha sido Draghi y no los recortes el principal -por no decir el único- responsable de la bajada de la prima de riesgo. El anuncio de Draghi de recortar los tipos del jueves pasado tiene un valor añadido: Draghi ha dicho que la medida va para largo y no descarta bajar más los tipos con el fin de lograr subir los precios a un nivel cercano al 2%.

Bravo por Mario Draghi, le deseo toda la suerte del mundo. Sus enemigos del norte de Europa no se lo van a poner fácil, y seguro que le lloverán las críticas por facilitar el dinero barato y aumentar el objetivo de inflación, considerada allí un mal mayor que el paro -por los rentistas, claro está-. Ahora bien, a Draghi apenas le queda ya margen de maniobra, en Japón los tipos están al 0,1%, además en nuestro país y en el de Draghi el dinero barato para los bancos no significa directamente dinero barato para las empresas si éstos en vez de prestarlo pueden usar el dinero para comprar deuda y embolsarse el diferencial que tiene ésta con respecto al dinero del BCE.

Una vez agotadas las políticas monetarias expansivas por la parte de Draghi, si descartamos los eurobonos o las políticas de gasto a la japonesa para vencer la trampa de liquidez nos quedaría la eliminación del papel moneda propuesta en mi anterior post para superar la crisis. Eso o el empobrecimiento general y el paro de la austeridad: esperemos que se imponga la cordura de los Draghi a la inepcia de los Rehn.