La ‘crisis’ de Sánchez y la crisis de ansiedad del PP

La ‘crisis’ de Sánchez y la crisis de ansiedad del PP

En ese ‘totum revolutum’ la ciudadanía se confunde y algunos mezclan peras con manzanas, como diría Ana Botella.

Pedro Sánchez en Bruselas.EFE

Como es público y notorio a los colíderes de la oposición no les gustaba nada, pero lo que se dice nada, sin mezcla de bien alguno, el Gobierno de Pedro Sánchez. Ni Pablo Casado ni Isabel Díaz Ayuso, o viceversa, tanto monta monta tanto, al menos por las apariencias, veían algún ministro bueno. Se cansaban de repetirlo: siendo nombrados por quien los nombró son malos ‘per se’ y per sa.

Sánchez, ya se sabe, es un experto funambulista que domina la cuerda floja. Y un mago de esos que saca palomas de la bocamanga. Palomas, flores, ases del póker… lo que haga falta. Con él hay que aplicar el dicho canario de que “en cualquier matojo salta un conejo”.

En vísperas de la ‘crisis’ gubernamental los ataques del PP se redoblaron en todos los frentes. Por si fuera poco el asunto de los indultos a los condenados por el procés que acabaron como es natural procesados, juzgados, sentenciados y presos, estaba la ley ‘trans’ esa, que acabo sin entender del todo; la quinta ola pandémica, que a ver qué culpa tiene el presidente, que siempre ha sido partidario de aumentar los cortafuegos y de perseverar en el mantenimiento de las severas medidas de contención frente a las extravagancias ayusistas y al negacionismo crónico del presidente nominal del Partido Popular, etc.

En ese ‘totum revolutum’ la ciudadanía se confunde y algunos mezclan peras con manzanas, como diría Ana Botella.

-“Esta gente va a romper España”, decía un taxista de Las Palmas de Gran Canaria, mientras escuchaba la COPE.

¿Y eso?, le preguntó el pasajero.

-“Pues ya ve, por rendirse ante los separatistas catalanes, por la quinta ola, y ahora fíjese usted en lo del comunista Garzón, que está contra la carne roja”.

Ese lavado de cerebro es consecuencia de tanto abuso de las ‘fake’ y tanto catastrofismo. No me pude contener.

-Lo que no entiendo – le dije- es cómo un comunista está en contra de la carne roja…

Y ahí quedó la cosa.

Uno de los primeros argumentos del manual del buen derechoso ha sido que el ‘enorme’ cambio llevado a cabo por Sánchez es en realidad una moción de autocensura, y que por eso tiene que irse y convocar elecciones anticipadas, tontería política que se repite en orden jerárquico descendente. Y eso que el nivel ya está bajo de carallo.

Hacen el ridículo: el  10 de julio de 2002 el entonces presidente Aznar, también acosado por los problemas, y pocas semanas antes de la celebración del debate del Estado de la Nación, cambió a nueve ministros. Por supuesto Aznar no se autocensuró, no se fue, y no convocó  elecciones anticipadas. En Ermua, en la ‘Escuela Miguel Ángel Blanco’, asesinado cruelmente por ETA, Casado se vino arriba, y su retrato de la situación estuvo entre el infierno de Dante y los hermanos Marx. “Sánchez – proclamó - ha hecho una escabechina en su propia gente”. Pero eso es lo normal. También Aznar o Rajoy en sus cambios escabechinaban a la suya. Como hicieron asimismo Felipe González y Zapatero. Qué manía la del PP de hacer el ridículo, porque la verdad siempre asoma.

Pero la realidad es que en Génova los nervios están disparados. Por todo lo que parece evidente, pero también porque el discurso machista de VOX, que ha impregnado a los populares, con toda la retórica anti comunidad LGTBI… está sembrando España de homófobos y odiadores. Y ya hay demasiados gays muertos por palizas grupales. Quien siembra vientos…

Estratégicamente, los cambios de Moncloa tienen un objetivo: el primero, tratar de cortar el ascenso ‘estadístico’ de la derecha; el segundo, unido al anterior, poner a punto la maquinaria para agilizar la materialización de los miles de millones de euros en ayudas europeas, con la correspondiente multiplicación de empleos. Y por eso se eleva a Nadia Calviño a vicepresidenta primera.

Esto es el arco de bóveda: las cuantiosas inversiones que probablemente empiecen a ejecutarse, a pesar de los palos en las ruedas que ponga el tándem Casado –Ayuso, antes de las próximas elecciones generales podrían dar, con alta probabilidad, un vuelco a las encuestas. Van a ganar los chuletones al punto. Garzón solo podrá presumir de acabar con las pajitas de sorber.

Además, España no se va a romper, que es lo que acojona a los españoles, aunque haya algún intento desesperado por la parte más temeraria y talibán del separatismo catalán. No se rompió con Felipe González, ni se rompió con José Luis Rodríguez Zapatero, como clamaba la derecha en modo coro de esclavos de Nabucco, y sobre todo, no se rompió con Aznar ni con Rajoy, aunque el 1 de Octubre de 2017 fue un punto crítico.

Comparando situaciones parecidas, aunque no idénticas, es muy posible que Sánchez una vez aprobados y en ejecución los presupuestos y asegurada la travesía hasta el final de la legislatura, saque alguna propuesta de corte federal. Pero en eso de mejorar el sistema autonómico, que hace aguas, con algún elemento de arquitectura federal puede haber un clima favorable. Y España seguiría sin romperse.

Como no se rompió como pronosticaba la derecha cuando se aprobó el Título VIII de la Constitución de 1978. Mucho me temo que Feijóo, aunque sople o aspire, o Moreno Bonilla, estarían de acuerdo en fortalecer al Estado. Al traje que se le hizo a medida en 1978 ya le están saltando las costuras. Cuarenta y tres años son muchos años, tanto para los pesimistas como para los optimistas patológicos.

Especial interés tiene el cambio de la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, por el embajador en Francia y ‘sherpa’ sanchista José Manuel Albarés. Si ben pudiera parecer que el único conflicto que ha motivado el relevo ha sido el sainete diplomático con el jefe del Polisario Brahim Ghali y la gestión de la crisis con Marruecos, con la derivada de dar una ‘señal’ a Mohamed VI para retomar la normalidad, suponiendo que alguna vez la haya habido en su sentido estricto, hay otros elementos importantes en el tablero.

En 1978 se produjo un conflicto parecido, pero con Argelia, que había impulsado la ‘descolonización’ de Canarias en la OUA, una propuesta finalmente derrotada ese año por goleada a favor de España. Pero fue precisa una fuerte movida en Exteriores, sugerida por Santiago Carrillo, porque los embajadores no se habían enterado de los apoyos argelinos y de Antonio Cubillo. También hubo sustituciones en algunas embajadas en Europa.

Pues bien: España ni tiene embajadas en todos los países donde debe tenerlas ni al parecer los embajadores, ojos y oídos del país en el mundo, han estado a la altura de las circunstancias. O no se les ha hecho caso. Y la cosa es que hay muy buenos ‘africanistas’ con los que no se cuenta, ni ahora, ni con anteriores gobiernos.

La diplomacia de las ayudas al desarrollo y de la presencia de efectivos militares, policiales y de inteligencia para la paz y seguridad tienen que tener – aunque a algunas almas cándidas les disguste reconocerlo- una contrapartida política. Si se es amigo, se es amigo y se demuestra. Encima Trump ya se ha ido. Estados Unidos vuelve a ser un aliado fiel de la OTAN y un amigo de la UE. Si entre la UE y Gran Bretaña USA elige la UE, imaginen entre la UE y Marruecos.

A su vez la UE ya le ha enviado recado a Rabat, por su propio interés, de que los problemas de España con Marruecos son problemas de la Unión Europea.

La cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid el año próximo, cuadragésimo aniversario del ingreso de España, es de enorme importancia y de efectos en cascada… si se hace bien y sin infantilismos.

Y en Europa igualmente hay problemas en este sector: los apoyos que han conseguido  Puigdemont y los secesionistas (o ‘golpistas’ territoriales, en lenguaje vulgar) en instituciones y capitales de la propia UE son inadmisibles. Exteriores ha fracasado. Las embajadas no han sido efectivas como focos de información de alta calidad y poder de convencimiento. Tampoco en EEUU se ha desarrollado un ‘lobbysmo’ como el de otras naciones europeas y el de la Generalitat ‘rebelde’, que ha logrado crear un ambiente favorable a sus intereses en algunos sectores económicos y políticos. El tinglado separatista del ‘Diplocat’ (Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña), financiado al parecer judicial por una malversación sistémica, ha sido más efectivo que toda la estrategia y los medios de política exterior del Estado.

Y el tiempo corre rápido.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.