La dura lucha de Marie Fredriksson, cantante de Roxette, contra el cáncer

La dura lucha de Marie Fredriksson, cantante de Roxette, contra el cáncer

La vocalista sueca ha fallecido a los 61 años.

Marie Fredriksson, en un concierto de Roxette en 2012.

El mundo de la música se paralizó en 2002. La banda sueca Roxette anunciaba la cancelación de su gira. Su cantante, Marie Fredriksson, había sido diagnosticada de un tumor cerebral. Tenía 44 años.

La noticia del fallecimiento de la vocalista, este martes 10 de diciembre a los 61 años, ha hecho a muchos recordar este episodio que llenó portadas de revistas y del que Fredriksson nunca dejó de hablar. Quería que su público lo conociese.

Lo dejó claro en 2016 al publicar su autobiografía Listen to my heart, un guiño al éxito de la la banda Listen to your heart (1988), que a España llegó tres años después de la mano de Libros Cúpula. Sentía que tenía que contar su historia sin rodeos: “Para que la gente sepa lo que supone pasar por lo que a mí me ha tocado pasar”.

  'Listen to my heart' , de Marie Fredriksson.

Su lucha se había iniciado el 11 de septiembre de aquel 2002, justo antes de una actuación. Fredriksson empezó a perder la visión y se desmayó en un cuarto de baño. “Me golpeé en la cabeza y sufrí un ataque epiléptico, me trasladaron al hospital y allí me enteré de que tenía un tumor”, contaría solo dos años después en una entrevista con la cadena sueca TV4. En aquel momento los médicos le dieron un año de vida, aunque ella no lo supo. Se lo dirían muchos años después.

La entrevista en la televisión nacional fue la primera vez que habló de su enfermedad. Los dos años posteriores a la operación del 4 de octubre de 2002 en el hospital Karolinska de Estocolmo (Suecia) fueron años de tratamiento, que le dejaron importantes secuelas. Muchas no le abandonaron nunca.

La vocalista de Roxette, la banda que formó en 1886 junto al cantante y compositor Per Gessle, sufrió problemas de visión en el ojo derecho, problemas auditivos y también problemas motores en un pie. Le daba tanto miedo caerse que ya no cantaba de pie. Su vuelta a los escenarios —primero en 2007 como solista y después en 2011 con el grupo— fue siempre sobre un taburete.

Fredriksson sufrió también problemas de orientación y de memoria, como se recoge en la autobiografía. Su hijo Oscar Bolyos, hoy de 23 años, se encargó de ayudarle a recordar las letras de las canciones del grupo y los fans la animaron  para que volviese a escena. La voz nunca le falló y cantar fue su mejor terapia. “La alegría de estar ahí arriba es mi identidad”, apunta la cantante, que durante esos años también se refugió en la pintura.

Listen to my heart recoge todos estos episodios que la cantante contó gracias a la escritora sueca Helena Von Zweigbergk. Tras la operación también había perdido la capacidad de escribir y ella le sirvió de aliada.

Su regreso a la música fue en 2004, el año de la entrevistas en TV4. Grabó en solitario el disco The Charge, que refleja también esas primeras vivencias tras el diagnóstico. Fue una lucha física y emocional, como luego contó en Listen to my heart. Tuvo que enfrentarse también al acoso de los medios que se agolpaban en su casa a la espera de una exclusiva y no le resultaba fácil acudir al hospital. “Si uno no ha pasado por ello, no puede entenderlo”, decía la artista, que tardó años en poder decir la palabra tumor y a la que le era imposible entrar en el hospital sin ganas de llorar.

Al mismo tiempo, tengo mucha suerte. Una familia fantástica, un trabajo fantástico y una casa fantástica. Cuando pienso en ello me digo que no puedo sentarme a lloriquear

¿Por qué a mí?, se preguntaba constantemente hasta que un día decidió darle la vuelta a la tortilla. “Hay una tristeza que me acompaña todo el tiempo, que está ahí constantemente. Pero, al mismo tiempo, tengo mucha suerte. Una familia fantástica, un trabajo fantástico y una casa fantástica. Cuando pienso en ello me digo a mí misma que no puedo sentarme a lloriquear”, decía en 2016.

Fue el año de su libro y también el año de su final sobre los escenarios. En abril de 2016 tuvo que despedirse de su público de forma abrupta, en plena gira de Roxette, que se había juntado de nuevo en 2011 y que estaba celebrando su 30º aniversario. Marie Fredriksson y Per Gessle mandaron un comunicado de despedida.

“A Marie Frediksson le han aconsejado sus médicos que se abstenga de viajar en los próximos meses y, como consecuencia de ello, todos los espectáculos del verano se cancelan.

Estoy particularmente orgullosa y agradecida por haber regresado en 2009 (...) Por desgracia, mis días de gira ya han terminado y quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer a nuestros maravillosos fans que nos hayan acompañado en este largo viaje”.

El 8 de febrero de 2016 habían dado su último concierto en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, y solo unos meses después lanzaron su último disco, Good Karma.

“Mucha gente piensa que es porque se le ha reproducido el cáncer, pero no es nada que tenga que ver con eso. Es sólo que tiene un problema muy serio con una de sus piernas, lo que provoca que a veces no pueda caminar ni tenerse de pie. Siente que es muy difícil para ella viajar, ya que hay que encontrar buenos aeropuertos y buenos hoteles para ella. Y le resulta especialmente complicado subir a un escenario, ya que no puede centrarse en su voz y cantar. En resumen: que piensa que ya no puede seguir haciendo su trabajo”, aclaraba sobre el final de la banda su compañero en julio de ese año.

He aprendido a alegrarme por las pequeñas cosas. Un rayo de sol, ver cómo brotan las hojas en los árboles, un bocadillo de paté…

El cáncer terminó con su vida tres años y medio después, pero le dejó un gran legado que supo aprovechar durante sus últimos años.  Lo dejó escrito en su libro: “He aprendido a alegrarme por las pequeñas cosas. Un rayo de sol, ver cómo brotan las hojas en los árboles, un bocadillo de paté… Por fin creo que me he reconciliado con la idea de que padezco una lesión, consecuencia de la radiación, y que tengo que vivir con ella. He pasado trece años de mi vida bajo el estigma del dolor, pero nunca me he dado por vencida y no me voy a rendir. Voy a seguir peleando hasta que no pueda más”.