La Graciosa, la única isla española sin coronavirus y sin prisa por salir de la cuarentena

La Graciosa, la única isla española sin coronavirus y sin prisa por salir de la cuarentena

Esta isla canaria de 700 habitantes no ha registrado un solo contagio durante la epidemia, un 'récord' que quiere seguir preservando.

Cuando este sábado Pedro Sánchez anunció que la salida del desconfinamiento en España será “asimétrica” por territorios, todas las miradas se posaron sobre las zonas más despobladas y con menos contagios del país. 

La España rural lleva tiempo reclamando una perspectiva menos urbanita sobre el confinamiento, que mantiene encerrada a la gente independientemente de si en su municipio viven tres o tres millones de habitantes. Por otro lado, están las islas. Canarias ya pidió hace unos días una salida de la cuarentena antes que el resto del país: es una de las comunidades con menos incidencia de coronavirus, dos de sus islas El Hierro y La Gomera no han detectado casos en los últimos 15 días y su octava isla, La Graciosa, no ha registrado un solo caso a lo largo de toda la epidemia. 

“¿Que cuál es el secreto? No te lo puedo contar”, bromea el graciosero Miguel Páez cuando se le pregunta cómo La Graciosa ha conseguido ahuyentar el coronavirus, convirtiéndose en la única isla habitada de España libre de contagios. 

Ha sido azar, suerte
Miguel Páez, de La Graciosa

El hecho de que sea una isla y de que tenga censados unos 700 habitantes lógicamente ha contribuido, pero la conocida como octava isla canaria estuvo recibiendo turistas hasta la declaración del estado de alarma y ha mantenido hasta la fecha el contacto diario con Lanzarote, a donde se desplazan sus trabajadores esenciales y de donde proceden los productos que consumen los gracioseros.

“A finales de febrero mi familia estuvo en Sevilla, yo viajé a Barcelona… y  aquí ha venido cantidad de peña”, comenta Páez, animador sociocultural y dueño de Gracioserito, mitad tienda de souvenirs mitad proyecto a través del cual cuenta la historia de la isla a sus visitantes. “En los últimos tres meses ha viajado mucha gente de y hacia la isla, pero nunca se han registrado contagios”, constata Páez, que, finalmente, concede: “Ha sido azar, suerte”.

  Vista de la playa en Caleta del Sebo, La Graciosa. La isla tiene dos pueblitos: en el norte está la zona residencial de Pedro Barba, y en la costa sur, mirando a Lanzarote, está Caleta de Sebo (en la imagen).GETTY IMAGES

Quizás con la intención de no tentar a esa suerte, los gracioseros prefieren ser cautos. “Todavía no he escuchado a nadie que diga: ‘Vamos a botarnos a la calle, que no hay ningún contagio’. A mí la sensación que me está llegando es de precaución”, afirma Páez. Somos conscientes de que no hay casos, pero eso no quiere decir que no vaya a pasar nada, porque La Graciosa sigue conectada con Lanzarote y puede entrar alguien contagiado”, explica.

Si antes los barcos salían “casi cada media hora” ahora sólo sale “un ferry por la mañana y otro por la tarde en cada línea”, cuenta. “Hay gente que entra y que sale, pero siempre por motivos justificados (laborales, médicos…), así que somos susceptibles de poder contagiarnos”, insiste. 

La isla, de 29 kilómetros cuadrados y dependiente del municipio de Teguise, en Lanzarote, está declarada Patrimonio Nacional y es uno de los pocos enclaves de Europa sin asfaltar. Sus calles no tienen asfalto, pero sí todos los servicios, de los que ahora permanecen abiertos “dos supermercados, una frutería, una carnicería, una panadería, una farmacia y dos líneas de transporte”, enumera Miguel Páez de carrerilla. Y apostilla: “Cada establecimiento con sus guantes y su control en la entrada”.

  Supermercado en Caleta del Sebo, en La Graciosa.CEDIDA POR MIGUEL PÁEZ

Páez calcula que en La Graciosa viven “unos 70 niños” que, como en el resto del país, están confinados en sus casas desde mediados de marzo. A partir del 27 de abril, todos esos niños podrán salir un rato cada día acompañados de sus progenitores y, sin embargo, Páez está convencido de que hay familias de la isla que preferirán quedarse en casa. “Algunas me han dicho que no tienen necesidad de salir, aunque esté permitido”, señala.

Elena Aguilera lo entiende perfectamente. “La mayoría de la gente, con que se asome a la ventana de su casa, tiene unas vistas preciosas. Además el clima es mejor que en la Península”, comenta. Aguilera es directora de los apartamentos exclusivos Evita Beach en La Graciosa, un complejo que precisamente ha cobrado protagonismo estos días por acoger a los últimos turistas de la isla.

Se trata de una pareja de italianos y otra de Gran Canaria que están “felices” en su confinamiento, cuenta Aguilera por teléfono. “Enzo y Fiorella, los italianos, deberían haberse ido el 11 de marzo, pero un par de días antes les avisaron de que les habían anulado los vuelos”, explica. “A sus 80 años, estaban preocupados, porque ni podían volver ni sabían dónde quedarse en la isla. Como llevaban más de un mes con nosotros, les dijimos que se quedaran. Los primeros días les hicimos una rebaja del 50% y cuando en España se declaró el estado de alarma, hablamos con ellos para que dejaran de pagar”, cuenta la directora.

Mejor no podría ir la cuarentena
Fiorella, confinada en el Evita Beach

“Mejor no podría ir la cuarentena”, afirma en un español fluido Fiorella en un vídeo realizado por Julieta Bicker, la recepcionista del Evita Beach. “Enzo y Fiorella están en un dúplex en la parte de arriba del complejo, con dos o tres terrazas para ellos solos”, explica Elena Aguilera.

  Fiorella y Enzo, en el Evita Beach.CEDIDA POR ELENA AGUILERA

Mario y Rita, los clientes canarios, también decidieron quedarse “de forma gratuita” en Evita Beach cuando les cancelaron los vuelos a mitad de su estancia. “El complejo tiene 15 apartamentos mirando al mar, así que no hay problema de espacio para las dos parejas”, asegura Aguilera. “Hasta les hemos puesto una red para jugar al bádminton”, comenta la directora, algo que seguramente agradece Mario, que se dedica a organizar torneos de pádel en Gran Canaria.

En Evita Beach siguen trabajando la recepcionista y el encargado de mantenimiento unas horas a la semana. Los clientes salen a comprar comida al supermercado para prepararla en el apartamento o piden platos a domicilio de un restaurante de la isla, y nadie parece tener prisa por poner fin a la cuarentena. 

“¿Por qué hay que correr?”, plantea Miguel Páez. “Llevamos cinco semanas de confinamiento y la situación en España es muy dramática. Viendo lo que ha hecho China, a nosotros nos quedarían otras cinco semanas de confinamiento; podemos esperar”, sostiene. “Madrid nos parece tan lejos como antes nos parecía China, pero Canarias sigue conectada con la Península y en cualquier momento puede haber algún brote”, alerta.

Madrid nos parece tan lejos como antes nos parecía China, pero Canarias sigue conectada con la Península

Julieta Bicker coincide con él. “Creo que deberíamos seguir cumpliendo el confinamiento como en el resto de España”, opina la recepcionista del Evita Beach. “Hay que tener conciencia social y seguir protegiéndonos entre todos”, defiende Bicker, que recuerda que en la isla hay bastantes personas mayores y es “muy importante cuidarlas”.

El complejo en el que trabaja, que debería estar lleno por estas fechas, permanece mucho más tranquilo de lo habitual y sin recibir ingresos. Elena Aguilera, la directora, no disimula su inquietud por la situación, y su esperanza por que todo pase pronto. “Han empezado a decir que los vuelos entre islas podrán retomarse a finales de mayo, pero no sabemos. Esperemos que en verano no se anulen las reservas”, confía.

  Imagen del Evita Beach.CEDIDA POR ELENA AGUILERA

La isla recibe unos 25.000 turistas cada año, una cifra que sin duda se verá mermada por la pandemia. Y, sin embargo, eso no es lo que más preocupa ahora a los gracioseros. “La preocupación de conservar la salud está por encima de la incertidumbre económica; eso vendrá luego”, sostiene Miguel Páez. “Somos una pequeña comunidad y hay bastante familiaridad entre nosotros, así que no queremos que se produzca ningún contagio”, reitera Páez, que no deja de pensar en las personas mayores de la isla.

“Nuestros mayores son como nuestros dioses”, recalca. “Nos estamos autoprotegiendo para protegerlos a ellos. No nos queremos ver en la tesitura de un pequeño drama comunitario, no nos compensa”, insiste.

Nuestros mayores son como nuestros dioses. Nos estamos autoprotegiendo para protegerlos a ellos

De las palabras de Páez se desprenden un profundo cariño y respeto hacia su isla. “La Graciosa tiene su propia idiosincrasia”, defiende. “Es un lugar muy pequeño y muy sensible, con unos valores naturales impresionantes por los que ha sido declarada reserva marina y natural recuerda, por eso es fundamental seguir cuidándola”.

La isla tiene ya unos cuantos hitos en su haber. Todos los gracioseros recuerdan 2018 como el año en que La Graciosa pasó a ser reconocida como la octava isla habitada de Canarias, dejando de ser considerada islote. A partir de ahora, 2020 será recordado como el año en que La Graciosa logró ahuyentar el coronavirus, convirtiéndose en el único territorio habitado de España libre de la pandemia.