La hipocresía de la cultura del esfuerzo

La hipocresía de la cultura del esfuerzo

Nuevamente sufrimos una campaña de bulos educativos impulsada por la derecha, con falsedad tras falsedad como ya nos tiene habituados.

Alumnos en un colegio con mascarilla y distancia de seguridad.MediaNews Group via MediaNews Group via Getty Images

Nuevamente sufrimos una campaña de bulos educativos impulsada por la derecha, con falsedad tras falsedad como ya nos tiene habituados. A la muerte de la educación concertada, al cierre de los centros de educación especial y a la desaparición del español en la educación, se suma ahora el bulo del regalo de aprobados, la promoción y el aprobado sin esfuerzo.

Si fuese una cuestión de ignorancia sobre legislación educativa, nos quedaríamos más tranquilos, porque la ignorancia afortunadamente se soluciona con más educación y formación. El problema es que ante la cultura de las fake news subyace una intención política clara, desacreditar la política educativa del gobierno. Lo que la derecha parece ignorar es que al propagar bulos sistemáticamente, se genera un clima de malestar y de desconfianza ante la educación, algo enormemente dañino para lo que es una herramienta y pilar básico en el desarrollo de la infancia y juventud. Por esta razón, la educación debería obligar a actuar a todas las fuerzas políticas con un principio incuestionable de responsabilidad, sensatez y ética. Porque es Ética la que debemos aplicarnos cuando tratamos de algo tan trascendental como es la educación en nuestra sociedad.

Es envidiable observar el nivel de colaboración y lealtad existentes en otros países del entorno europeo, donde la educación se considera una política de Estado, esencial, y se acuerdan las líneas de desarrollo político para sentar y afianzar las bases de una educación de calidad y equidad para las futuras generaciones. Lamentablemente no se puede decir lo mismo de España, donde la oposición utiliza la herramienta de la desinformación general para dañar al gobierno, fomentando una opinión partidista y negativa basada en hechos y datos falsos. A esto se dedica la derecha, a generar bulos en vez de un proyecto educativo propio e innovador que aporte propuestas eficaces ante los problemas y retos que tenemos en España.

¿Por qué es hipócrita defender la cultura del esfuerzo en la que tanto insiste la derecha? Porque se basa en un argumento que parte de medidas implantadas por ellos en la LOMCE, aún en vigor. Medidas de las que ahora reniegan y que deforman para dañar la imagen de la educación española, aunque sus gobiernos autonómicos y su herencia educativa sean parte de ella. En España, en cualquier comunidad autónoma, cualquier alumno o alumna que apruebe materias y que promocione, que es la mayoría del alumnado, debe realizar un esfuerzo, un gran esfuerzo. Esto lo saben las familias, los docentes y lo experimentan día a día los alumnos y alumnas.

Los únicos que deben desconocer esta realidad son los que cuestionan el adecuado funcionamiento del sistema educativo y lo hacen de manera permanente. La hipocresía de la derecha llega a tal nivel, que critican el funcionamiento de su propia ley. Aunque la LOMLOE entró en vigor el 19 de enero, la LOMCE sigue siendo de aplicación en todos los centros y todos los niveles educativos hasta el curso 2022-2023 y la LOMCE permite que el alumnado promocione con dos materias suspensas. Esto quiere decir que actualmente y hasta junio del 2022 todo el alumnado será evaluado siguiendo los criterios de evaluación, calificación y promoción que el PP impuso.

La LOMLOE apenas lo modifica, permite que el alumnado promocione con una o dos materias o ámbitos pendientes, pero avanza en un sentido clave, la confianza en los equipos docentes para decidir si un alumno está preparado para promocionar y aprovechar adecuadamente el siguiente curso. Ni se ha cuestionado ni jamás se va a cuestionar la objetividad de los docentes a la hora de evaluar y decidir si un alumno está en condiciones de aprobar y promocionar. Esto es un hecho incuestionable salvo para los hipócritas y demagogos de la derecha que no tienen ningún pudor en criticar aquello que ellos mismos han introducido en el sistema educativo. Así que hipocresía, demagogia y una buena dosis también de ignorancia.

Aquellos que critican la LOMLOE porque supuestamente “promueve” la cultura del mínimo esfuerzo dan por hecho que los y las docentes en España regalan aprobados por sistema. Ignoran la necesidad existente de reducir el abandono escolar, en muchas ocasiones fruto de la repetición, cuya tasa en España alcanza el 29% a los 15 años y es de las más elevadas del mundo, la media de la OCDE se sitúa en el 11% según recoge el informe PISA.

Aquellos que defienden la cultura del esfuerzo ignoran que todos la defendemos pero creemos también en la evolución de la educación. La educación como cualquier otra ciencia genera investigación e innovación, también en los métodos de evaluación y de calificación. Ni todos los alumnos son iguales ni las herramientas de evaluación tienen porqué ser siempre las mismas para todos y todas. Los criterios de evaluación y calificación pueden ser modificados y adaptados para responder a las nuevas tendencias y retos de la educación.

Poco favor hacen a la diversidad del alumnado aquellos que defienden solo la memorística y la evaluación de aprendizajes basada exclusivamente en la capacidad del alumnado de retener contenidos para reproducirlos en una prueba escrita y olvidarlos horas después. Ignoran algo tan básico en la educación como es la individualización del aprendizaje y la utilización de diversas metodologías.

Pero lo más grave de esta hipocresía es ignorar la diversidad, ignorar a todos aquellos y aquellas que no llegan al elevado estándar de rendimiento que requiere la derecha y que está reservado para una minoría social. No todo el alumnado tiene la posibilidad de contar con unos padres con disponibilidad horaria para ayudar diariamente en el estudio, no todos los padres tienen el suficiente conocimiento en todas las áreas y materias para apoyar a sus hijos, muy pocas familias pueden permitirse el lujo de compensar estas carencias en el entorno familiar con clases particulares, y muy pocas administraciones educativas ofrecen servicios complementarios para ayudar en la realización de tareas y deberes después de clase. Y por último, es absurdo pensar que todos los alumnos y alumnas tienen el mismo coeficiente intelectual, por tanto el mismo rendimiento. Lo que para unos supone un enorme esfuerzo, para otros no lo es porque tienen más apoyo o más capacidad.

Ojalá llegue el día en que se opine de educación con conocimiento. Y como utopía, estaría bien que la derecha deje de utilizar e instrumentalizar conceptos educativos y dañar la imagen de la educación y profesionalidad de los y las docentes. Arrimar el hombro y aportar algo que no sean bulos y fakes es ya un sueño educativo.