La historia más triste del periodista de derechas que sale todas las tardes con su cacerola a protestar

La historia más triste del periodista de derechas que sale todas las tardes con su cacerola a protestar

Si el Cid tenía su Tizona, Del Pino tiene algo más poderoso: una sartén.

Home de Twitter de Luis del Pino.twitter Luis del Pino

Los españoles llevan desde el pasado 15 de marzo confinados en sus casas. Y se nota. Los retos virales, los bailes en los balcones y las campañas para sobrellevar el confinamiento han inundado las redes sociales. Salir al balcón es el único momento que tienen muchos ciudadanos para hacer vida social y charlas con sus vecinos.

Pero no para Luis del Pino. El periodista de esRadio, la emisora de Federico Jiménez Losantos, ha iniciado una cruzada contra el Gobierno desde su balcón. Si el Cid tenía su Tizona, del Pino tiene algo más poderoso: una sartén. Y está dispuesto a usarla.

Desde el pasado 1 de abril, del Pino sale a su balcón religiosamente a las 21:00 y, ajuar en mano, critica la gestión del Gobierno de España en la crisis por el coronavirus.

Como Pippin en El Señor de los Anillos, del Pino ha intentado encender las almenaras de Gondor y que sus vecinos se sumasen a la protesta pero, de momento, no lo ha conseguido.

El primer día es complicado, sobre todo cuando quieres convertir tu bloque de edificios en un concierto homenaje a Mayumana. “En mi barrio, hoy, solo yo con la cacerola. Pero me han escuchado todos los que viven a mi alrededor”, tuiteó el locutor haciendo suyo el ‘me van a escuchar’.

El segundo día, todo se ve distinto. ¿Se rindió La Resistencia cuando El Imperio de Darth Vader reinaba en la Galaxia? NO. Y del Pino no iba a ser menos.

“Sigo solo en el barrio. Eso sí: intercambio de sonrisas con algún vecino”, escribió el locutor.

Pero, lamentablemente, hay sonrisas que no significan nada. Al tercer día, del Pino sigue dándole a la sartén solo, como como un náufrago en el mar quiere encontrar su sitio. Solo encontrar su sitio.

La moral empieza a resquebrajarse y ya está pensando en abandonar su hogar y mudarse a Galapagar donde vive “un tal Pablo al que le gustan estas cosas”.

Y por fin, con la primera luz del cuarto día, casi al anochecer, del Pino miró al este y vio la luz. Ya no estaba solo.

“Hoy suenan tras o cuatro cacerolas a lo lejos en mi barrio”, contó entonces. ¿Eran protestas o era un vecino haciendo una mayonesa con vehemencia? Da igual.

Pero todo fue en espejismo. Del Pino sigue sigue solo y sus vecinos ya empiezan a cansarse de la broma. Suerte de que ya no está Pasapalabra y no interrumpe el rosco.

Pfffff. Seis días ya.

“Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho”. Luis está por encima de Dios. También salió cacerola en mano en su séptimo día de lucha solitaria.

Ánimo Luis. Sé fuerte. No estás solo. Bueno en realidad sí.