La igualdad puede esperar

La igualdad puede esperar

Si esta es la capacidad de los líderes empresariales que deben sacarnos de la crisis económica, la situación es para preocuparse seriamente.

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La CNMV concede una moratoria de dos años a las empresas para llegar al 40% de consejeras, así lo ha anunciado su presidente, Sebastián Albella, hace escasamente una semana. A pesar de la inteligencia, la capacidad y la determinación de la que presumen los hombres, en 13 años, desde que se aprobó la “Ley para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres” (LO 3/2007), “no han sido capaces” de resolver las cuestiones que impiden que haya como mínimo un 40% de mujeres en los consejos de las empresas, y ahora piden dos años más para ver si en este achuchón final lo logran.

Desde luego, si esta es la capacidad de los líderes empresariales que deben sacarnos de la crisis económica, la situación es para preocuparse seriamente.

Pero me temo que no es una cuestión de capacidad porque siempre ocurre lo mismo, y ante cualquier circunstancia quien espera y pasa al final de la lista es la igualdad. Llevamos siglos con el mismo argumento.

En la crisis económica de 2008 hubo quien aprovechó las circunstancias para consolidar una economía que ahora, vista con perspectiva, ha hecho más ricos a los ricos, más poderosos a los poderosos, y más débiles y pobres a los pobres y débiles. Una economía que ha recortado sueños y restado oportunidades para que ni siquiera se pueda evitar la pobreza con el trabajo, hasta el punto de haber creado el llamado “precariado” como un nuevo grupo social, tal y como explica el economista Guy Standing; aunque se nos olvida que si existe como tal es porque hay otro nuevo grupo, el “opulentariado”, que vive en la opulencia a través del abuso del primero.

El modelo económico ahora tiene prisa en vender la salud por dinero, y recuperar la referencia cultural que define a las personas por su condición, cualquiera que esta sea.

Y son esos mismos economistas que recortan en salud los que ahora alargan el confinamiento ante la ausencia de alternativas, sin preocuparse de que el “rescate” de las personas enfermas no ha podido impedir la muerte de muchas de ellas.

Por eso los economistas de entonces intentan utilizar hoy la crisis sanitaria y social de 2020, para consolidar su modelo de sociedad después de los embates del tiempo y de la recalcitrante actitud de un feminismo y una izquierda que insisten en la igualdad para una sociedad que no quiere vivir por encima de sus posibilidades, pero tampoco vivir ni morir por debajo de ellas.

Quizás por eso los empresarios no quieren empresarias en sus empresas, porque es posible que con ellas se rompa la retroalimentación que conduce a que una crisis económica plantee como solución recortes en sanidad, los cuales hacen que cuando se produce una crisis sanitaria conduzcan a una crisis económica, que a su vez permite repetir las palabras de Sarkozy, y decir lo de “hay que refundar el capitalismo”. De ese modo se cierra el círculo y se consolida el modelo social sobre la desigualdad y el abuso desde las posiciones de poder, que, como se puede ver, además de ricas son machistas.

Por eso el modelo económico ahora tiene prisa en vender la salud por dinero, y recuperar la referencia cultural que define a las personas por su condición, cualquiera que esta sea: hombre, mujer, extranjero, nacional, heterosexual, homosexual, separatista, patriota… para ubicarlas en el espacio definido que la cultura patriarcal tiene reservado para ellas.

Las empresas no han querido mujeres en sus consejos porque no van a compartir en gran medida la visión y las ideas que sostienen un modelo social, político y económico de poder.

La demostración es sencilla aplicando las propiedades de los conjuntos.  La propiedad simétrica dice que si el modelo androcéntrico utiliza la economía para conseguir los mismos objetivos, y la economía busca reforzar los valores del modelo androcéntrico a través del marcado y las finanzas, la conclusión es que el modelo androcéntrico es igual al modelo económico.

Si a esta ecuación le unimos un tercer elemento, como es la política que defiende esa economía, entonces podemos aplicar la propiedad transitiva. De manera que si el modelo social androcéntrico es igual a la economía, y la economía es igual a la política que la define, entonces podemos decir que el modelo social androcéntrico es igual a la política que gestiona la economía en cualquier circunstancia, da igual que esta sea una crisis económica, un virus, una catástrofe medio-ambiental o una época de prosperidad.

Por eso las empresas no han querido mujeres en sus consejos, no porque no sean capaces de resolver las cuestiones técnicas, sino porque no van a compartir en gran medida la visión y las ideas que sostienen un modelo social, político y económico de poder basado en la explotación de personas, ambiente e instituciones para acumular más poder desde el que definir la normalidad, sea esta nueva o antigua, porque bajo sus medidas siempre será machista.

Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor.