La importancia de prepararse para el futuro: la crisis del coronavirus

La importancia de prepararse para el futuro: la crisis del coronavirus

Para combatir la creciente incertidumbre hay que estar preparados ante lo inesperado.

KTSDESIGN/SCIENCE PHOTO LIBRARY via Getty Images

Los norteamericanos usan mucho la expresión: “If it ain’t broke, don’t fix it!”. Y parece que está bien pero, al final, no vale para todo. Porque cuando una organización funciona y no está rota, ¿por qué arreglarla? Pues porque es muy importante preparase para el futuro

¿Quién estaba preparado para esta crisis del coronavirus?

No lo sé. En cambio sí sé que, en España, tenemos el privilegio de tener el mejor sistema sanitario del mundo. No lo digo yo, sino el Foro Económico Mundial (WEF) y otras instituciones cualificadas que así lo acreditan. Así que partimos con ventaja respecto a otros países. Pero ahora vamos a poner a prueba si, además de ser el mejor sistema sanitario, está preparado para hacerse cargo de forma eficaz y eficiente de una crisis inesperada como la del coronavirus.

Las organizaciones más sobresalientes en el mundo tienen líderes que se preguntan por las razones de su éxito y descubren que, muchas de ellas, no son sostenibles porque las palancas que proporcionaban el éxito en el pasado no serán las palancas necesarias para tener éxito en el futuro. Y, entonces, buscan prepararse para el futuro y se plantean objetivos ambiciosos, generan sentido de la urgencia y buscan una visión para ir más allá. Provocan cambios en la organización para liberar capacidad, buscan nuevos líderes, con una mentalidad diferente, y nuevas competencias y habilidades técnicas. Evitan “la muerte por éxito”. Por eso son sobresalientes.

El nuevo Modelo EFQM ha incluido un criterio que te hace reflexionar y evaluar cómo se transforma una organización para el futuro. Al ritmo de cambio de un entorno VICA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo), como el que tenemos, los éxitos de hoy no garantizan los de mañana. Por tanto, para combatir la creciente incertidumbre hay que estar preparados ante lo inesperado. Y lo primero es examinar el ecosistema para prever los principales retos y oportunidades del futuro. Pero, también, las amenazas potenciales. 

Y lo que se puede hacer, en este caso del coronavirus, es estar preparado basándose en las 5 lecciones aprendidas de crisis anteriores:

  • Seguir los datos muy de cerca y hacer comunicaciones directas a sus grupos de interés, cuando les puedan afectar dichos datos
  • No dejarse llevar por lo último leído, incluso de expertos virólogos o epidemiólogos, y poner las cosas en contexto para no sobre reaccionar y reconsiderar constantemente el entendimiento de lo que está pasando
  • Evitar la burocracia y crear numerosos documentos que habrá que mantener actualizados
  • Dar una equilibrada respuesta a las comunicaciones, necesidades de los empleados, viajes, teletrabajo, estabilización de la cadena de valor, seguimiento y previsión del negocio y, finalmente, formar parte de la solución
  • Tomar resoluciones que favorezcan la resiliencia e ir preparando la siguiente crisis, reflexionando sobre lo aprendido y preparándose para un mundo que cambiará cuando se resuelva esta crisis del coronavirus.

Y ahora, además del coronavirus, hay que estar preparados para una posible crisis económica. El 74% de los inversores, según la última encuesta publicada por Boston Consulting Group (BCG), espera una recesión en los próximos 24 meses. Y de acuerdo con esa misma encuesta, sólo un 14% de las organizaciones han sido capaces de crecer en ventas y en márgenes en las últimas 4 recesiones.

La primera forma para estar preparado ante una recesión es mantener la viabilidad identificando las amenazas disruptivas y preparando un plan para hacerlas frente. Porque lo que es importante es preparar la próxima recesión, no la última. Y esto pasa, inevitablemente por simplificar y agilizar las operaciones principales y apalancarse en la tecnología digital disponible, en lugar de recortar costes.

Una segunda fórmula, para preparase para el futuro, es desarrollar resiliencia. Para generar resiliencia, o sea capacidad de adaptarse a situaciones adversas, en las organizaciones, hay que “reforzar la capacidad de crear y disolver estructuras, proporcionar seguridad en medio del cambio, gestionar las consecuencias emocionales del mismo, y aprender, desarrollarse y crecer ante las dificultades”, según Dean Robb, autor de Building Resilient Organizations.

Para combatir la creciente incertidumbre hay que estar preparados ante lo inesperado.

La tercera fórmula, complementaria a las dos anteriores, es aumentar la vitalidad de la organización o, lo que es lo mismo, aumentar la habilidad de la organización para explorar nuevas ideas, renovar su estrategia y alcanzar crecimiento sostenible a largo plazo. Y sólo se consigue cuando se mantienen relaciones sostenibles con los sistemas medioambientales, políticos y sociales en los que participan.

En resumen, focalizarse en el crecimiento a largo plazo, identificando e invirtiendo en los nuevos motores de crecimiento, apoyándose en una equilibrada cartera de apuestas a través de múltiples plazos de tiempo; acelerar el cambio a gran escala, empujando programas de transformación ambiciosos y asegurando la viabilidad de los negocios a largo plazo; ofrecer valor económico y social, apalancando el negocio principal para encauzar las pujantes necesidades sociales y medioambientales.

Según BCG, vencer a la recesión es sólo unos de los retos a los que se enfrentan las organizaciones y los negocios. Actualizar la viabilidad pasada para construir resiliencia y vitalidad es lo que posicionará a las empresas para lo que quiera que venga en el futuro.