La llamada a la unidad de Gabilondo tras reconocer los fallos de todos (también los suyos) con el coronavirus
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La llamada a la unidad de Gabilondo tras reconocer los fallos de todos (también los suyos) con el coronavirus

"Estamos ya en las semanas cruciales".

El periodista Iñaki Gabilondo.CADENA SER

“Ya no caben más fallos”. Claro, tajante y contundente como pocas veces, el periodista Iñaki Gabilondo ha hecho un llamamiento a todos -a él, el primero- para que hagamos autocrítica y valoremos lo que hemos hecho mal hasta ahora en esta crisis sanitaria del coronavirus, para no repetir errores.

Sin embargo, el periodista ha instado -en su comentario en la Cadena Ser- a que, por encima de cualquier reflexión, nos unamos todos “como una piña”: “Tanto el análisis de lo pasado como la reflexión de lo venidero pueden esperar, porque ahora estamos ya en las semanas cruciales, cuando las cifras del coronavirus van a crecer dramáticamente”, ha resaltado el periodista.

Así, el periodista ha admitido fallos en los medios de comunicación, asegurando que “muchos no diríamos hoy lo que dijimos hace ocho días, o lo diríamos de otra manera, porque denunciamos los brotes de histeria pero relativizamos el peligro real”.

Gabilondo ha apreciado fallos graves en el Gobierno, que autorizó la manifestación del día 8 o el mitin de VOX, o declarar un estado de alarma y retrasar más de un día su puesta en marcha”.

En referencia a la oposición, Gabilondo cree que “ha mostrado una doble cara; por un lado ofrecía al Gobierno su absoluta colaboración pero al mismo tiempo le lanzaba torpedos críticos”.

En cuanto a la ciudadanía, Gabilondo ha resaltado las”escapadas insensatas” de algunos o las “carreras compulsivas para acaparar alimentos”.

“No nos podemos permitir más frivolidades de ciudadanos irresponsables”, ha advertido el periodista, quien ha argumentado que en las actuales circunstancias “la indisciplina es un atentado a la salud pública y una traición al monumental esfuerzo del personal sanitario a todos sus niveles que se juega literalmente la vida”: “Ellos y todos cuantos trabajan hoy en la cobertura de los servicios esenciales son nuestros líderes morales. A ellos debemos acompañar no solo con la cacerolada homenaje de cada noche si no con nuestra disciplina y con el control de los nervios”.

Ya no se admiten más fallos

Decíamos que esta emergencia iba a examinarnos a todos y no podemos engañarnos, en la primera semana hay demasiados suspensos.

El Gobierno cometió errores graves, como autorizar la manifestación del día 8 o el mítin de VOX. O declarar un estado de alarma y retrasar más de un día su puesta en marcha. O tardar en crear un órgano central de mando.

La oposición, por su parte, ha mostrado una doble cara; por un lado ofrecía al Gobierno su absoluta colaboración pero al mismo tiempo le lanzaba torpedos críticos. Fallos así mismo en los medios de comunicación; muchos no diríamos hoy lo que dijimos hace ocho días, o lo diríamos de otra manera, porque denunciamos los brotes de histeria pero relativizamos el peligro real.

También la ciudadanía ha echado algunos borrones importantes, con escapadas insensatas o con carreras compulsivas para acaparar alimentos.

Nos tocará reflexionar sobre todo eso y sobre muchísimas cosas más pero tanto el análisis de lo pasado como la reflexión de lo venidero pueden esperar, porque ahora estamos ya en las semanas cruciales, cuando las cifras del coronavirus van a crecer dramáticamente y hay que unirse como una piña. Ya no caben más fallos. No nos podemos permitir el lujo de tener un Gobierno desunido; a partir de este momento, cualquier fisura será un pecado político mortal. Tiene que demostrarse mañana mismo, cuando se anuncien las medidas económicas concretas que deben inyectar liquidez a los sectores que quedarán secos en unos pocos días.

No nos podemos permitir una oposición que corrija y matice cada decisión del Gobierno. En una situación como esta debe estar junto a él no frente a él. Las comparecencias paralelas resultan lamentables.

No nos podemos permitir tampoco una disputa competencial entre comunidades autónomas y la administración central. Si no somos capaces de entender una excepcionalidad temporal en esta circunstancia terrible ni de pactar fórmulas de corresponsabilidad este es un estado de juguete.

No nos podemos permitir más frivolidades de ciudadanos irresponsables. En las actuales circunstancias la indisciplina es un atentado a la salud pública y una traición al monumental esfuerzo del personal sanitario a todos sus niveles que se juega literalmente la vida. Ellos y todos cuantos trabajan hoy en la cobertura de los servicios esenciales son nuestros líderes morales. A ellos debemos acompañar no solo con la cacerolada homenaje de cada noche si no con nuestra disciplina y con el control de los nervios. No dudo de que eso hace y piensa la inmensa mayoría ciudadana. Ya no nos podemos permitir más fallos.