La locura con 'Historia de un matrimonio', una película que no cuenta nada nuevo

La locura con 'Historia de un matrimonio', una película que no cuenta nada nuevo

Las claves del largometraje de Netflix que se ha llevado incontables aplausos, a pesar de que no narra nada extraordinario.

Una escena de 'Historia de un matrimonio'.NETFLIX

Pues claro que Noah Baumbach no cuenta nada nuevo en Historia de un matrimonio. Ese es el argumento que utiliza la mayoría de detractores (que son pocos) de la nueva película de Netflix. Porque la ruptura, con o sin hijos de por medio, existe desde que existen las relaciones. Obviamente.

La plataforma de contenido en streaming se ha vuelto a coronar con otra película sin que apenas haya pasado tiempo del éxito de El irlandés y sus casi cuatro horas de duración —ambas compiten por el Globo de Oro en la categoría de Mejor película dramática—. Aunque quien se ha coronado de verdad es Scarlett Johansson.

Historia de un matrimonio prácticamente se acaba de estrenar, y su papel de Nicole ya le ha dado la nominación al Globo de Oro como Mejor actriz de drama. No queda nadie que no le augure, además, la del Oscar. Sería su primera nominación a la estatuilla.

Ahora sabemos por qué Scarlett Johansson es la actriz mejor pagada de Hollywood en 2019 (por su papel de Black Widow): la neoyorkina llora como Dios. Y Adam Driver no se queda atrás, desde luego. Pero el duelo dramático lo gana ella. Con más o con menos lágrimas.

  Scarlett Johansson en 'Historia de un matrimonio'.Netflix

Aun así, parece que a Johansson se lo pusieron fácil o muy difícil, según se mire, en su trabajo interpretativo. La película se rodó justo cuando ella estaba viviendo un divorcio traumático con el periodista Romain Dauriac, su segundo marido con el que tuvo que luchar por la custodia de su hija, a la que él quiso llevarse a Francia. Eso ayudó a la actriz —que pasó una mala época también por todos los titulares machistas que la denigraban como madre— para que su inmersión en el personaje fuese absoluta.

El propio Baumbach lo contó en The Hollywood Reporter. El director también se estaba divorciando en ese momento de la actriz Jennifer Jason-Leigh. No hay mal que por bien no venga: ambos, director y protagonista, tuvieron su fuente de inspiración.

Pero no todo es ‘Scarlett’. Si hay dos escenas aplaudidas casi con unanimidad, esas son las de Adam Driver (Charlie) cantando Being Alive —del musical de Broadway Company— y el monólogo de Laura Dern, que da vida a la abogada de Nicole.

No es la primera vez que se ve una escena así, como la de Charlie, en la que un personaje ‘roto’ se come la cámara cantando (ya lo hizo Carey Mullingan en Shame, con New York New York), pero lo de Being Alive tiene su propia historia.

Being Alive no siempre fue Being Alive. De hecho, como señala una de las expertas de Los Angeles Times, en un principio el tema final de Company se iba a llamar Happily Ever After, y llegó a conocerse como la canción “más agridulce y feliz jamás escrita”. Parece que lo era tanto, que se reescribió hasta ser Being Alive. Es significativo, apunta la experta, precisamente porque la canta una vez divorciado, cuando ya no existe la posibilidad de arreglar su matrimonio y no le quedan esperanzas con la mujer con la que compartió toda su vida. Driver no puede estar más creíble.

Respecto al monólogo de Laura Dern, que también puede valerle a la actriz una nominación al Oscar, lo que más pesa es el mensaje feminista en una escena en la que, como abogada, habla con una madre que quiere la custodia de su hijo. Y Dern ha sabido transmitirlo y calar con sus palabras:

“Te voy a parar ahí. La gente no tolera a las madres que beben y le dicen a su hijo ‘cabroncete’. Lo entiendo, yo soy igual. Un padre imperfecto es aceptable. El concepto de buen padre solo se inventó hace unos 30 años. Antes era normal que los padres fuesen callados, ausentes, poco fiables y egoístas. Claro que queremos que no sean así, pero en el fondo los aceptamos. Nos gustan por sus imperfecciones, pero la gente no tolera eso mismo en las madres. Es inaceptable a nivel estructural y espiritual. Porque la base de nuestra patraña judeocristiana es María, la madre de Jesús, que es perfecta. Es una virgen que da a luz, apoya incondicionalmente a su hijo y sostiene su cadáver al morir. El padre no aparece. Ni para echar un polvo. Dios está en el cielo. Dios es el padre y Dios no se presentó. Tú tienes que ser perfecta, pero Charlie puede ser un puto desastre. A ti siempre te pondrán el listón más alto. Es una putada, pero es lo que hay”.

Todo el mundo coincide en que lo que ha hecho que Historia de un matrimonio golpee la parte emocional de la inmensa mayoría del público es que la película ‘te rompe’. Hasta Netflix avisa de los momentos en los que puede ocurrir, para que a nadie le pille desprevenido y pueda tener un pañuelo a mano.

Eso no quita que sea muy entendible que para una parte de los espectadores sea un bodrio, o una película ‘sin más’, que deja frío. Total, ¿por qué va a ser tan especial una historia al uso, que no cuenta nada nuevo? La respuesta es muy sencilla: ni luces, ni planos bonitos ni pedanterías baratas. O conectas o no conectas con los personajes. Y hay gente que no lo ha hecho, a pesar de que el trabajo de los actores, que llevan toda la carga de la película, es impecable.

Aunque esto tampoco resta peso a que Noah Baumbach es de esos directores a los que se ama o se odia. Con él no existen los grises y muchas de sus películas acaban ‘etiquetadas’ precisamente por eso, porque las firma él.

Lo que de verdad ha hecho Historia de un matrimonio es complicar la carrera a los Oscar, especialmente en el plano interpretativo. Joker, El irlandés, Érase una vez en Hollywood, Historia de un matrimonio... Los actores de los largometrajes están que se salen. Votar a uno u otro será para la Academia algo así como preguntarse ‘¿de quién eres más? ¿De mamá o de papá?’.