La presión de Marruecos atenaza al Congreso

La presión de Marruecos atenaza al Congreso

La preocupación por los intereses de empresas españolas en Marruecos tenía a todas sus señorías muy acogotados.

El presidente del PP, Pablo Casado, interviene en la sesión de control al Gobierno en el Congreso.Europa Press News via Getty Images

Sea por la mayor crisis migratoria con Marruecos, sea porque esa crisis ha arruinado al Gobierno la presentación mañana del programa 2050, sea porque en Ceuta se patea al coche del presidente, sea por las encuestas, que dan al PP un recorte de más de cuatro puntos en un mes —tras la victoria en Madrid de Ayuso— el Gobierno ha salido hoy en tromba —sin gritos, eso sí— a defenderse. Parecían hartos de deslealtades o eso han querido aparentar.

En realidad, tras las escenificaciones de turno, como la “invasión de Ceuta” según Espinosa de los Monteros, en la Cámara la preocupación por los intereses de empresas españolas en Marruecos tenía a todas sus señorías muy acogotados.

En ningún momento de la sesión de control han aflorado los muchos detalles que hay detrás de la relación de España con Marruecos y de España con Argelia. No solo se centra en los temas políticos —como el Polisario y el Sahara, que colean desde la marcha verde—, sino en asuntos económicos de enorme calado empresarial.

A España le llegan dos gaseoductos desde Argelia. El del Magreb que desemboca en Huelva es el más antiguo y entra por territorio marroquí. El problema es que como Marruecos y Argelia se odian, Argelia le tiene que ceder gas.

El otro gaseoducto y el más importante es el Medgaz, que es submarino y termina en Almería, donde conecta con Europa. Entre ambos suponen alrededor del 40% del suministro de gas de España. Ambos están participados por empresas españolas como Naturgy o, anteriormente, Cepsa, en el caso de Medgaz, que vendió su participación en 2019.

También está el cableado submarino de Red Eléctrica, que se construyó para vender electricidad a Marruecos, aunque es el país vecino quien lo usa para transferir electricidad a España desde su gran central de carbón de Tánger, ahora que aquí no se puede contaminar tanto como allí.

A España le interesa apoyar al Sáhara, pero para eso se ve obligada a hacer malabares para que no se resienta su relación comercial con Marruecos

Estratégicamente y en base a los datos económicos, a España le interesa apoyar al Sáhara, pero para eso se ve obligada a hacer malabares para que no se resienta su relación comercial con Marruecos. Las exportaciones a África superaron en un 20% a las de América Latina en 2017, según el informe The Africa Investment Report, de las que el 50% son a Marruecos. Cerca de 22.000 empresas españolas envían sus productos a Marruecos. Por no hablar de la presencia cada vez mayor de empresarios de origen marroquí que controlan una parte importante del sector agrario y pesquero nacional.

Tampoco en el Congreso ha salido a colación los multimillonarios intereses del rey de Marruecos, Mohamed VI. Su holding, Al Mada, le sitúa en el puesto 7 de los más ricos, por delante de Isabel II y Alberto de Mónaco. Los fosfatos del Sáhara son el oro del futuro y él ha dedicado los últimos 10 años a extender su poder a través de un mineral que se encuentra en cantidades limitadas y es clave para el desarrollo de la agricultura.

Por todo esto, el nerviosismo atenazaba a todos. Pablo Casado, conocedor de lo que se juega España en el conflicto, ha tenido que equilibrar la lealtad a las empresas españolas con sacar provecho de la situación de crisis migratoria en Ceuta. No quería perder la oportunidad de culpar al Gobierno y especialmente a la ministra de Exteriores a la que Argelia ha metido un gol, pero sin soliviantar a las compañías con lucrativos intereses en ambos países enfrentados.

Casado ha tenido que equilibrar la lealtad a las empresas españolas con sacar provecho de la situación de crisis migratoria en Ceuta

Inés Arrimadas ha dejado claro que el primer responsable de lo que está sucediendo es Marruecos pero también ha señalado los errores del Gobierno: “Hay que liderar ya una actuación conjunta para defender las fronteras. La situación exige una respuesta de Estado”. La única que ha mantenido las formas sin aprovecharse del momento.

Sin Pablo Iglesias en el hemiciclo, el PP es incapaz de soltarse de una coleta ya cortada. Mientras intentan convertir a Yolanda Díaz en nueva diana, tanto Cuca Gamarra como Teodoro García Ejea, han seguido hoy aferrados a la trenza de Rapunzel a pesar del peligro de pegarse una chufa.

Y en esto entró en escena en el hemiciclo, no ante las cámaras, Manuel Castells. Una sonrisa se extendió por un número amplio de diputados y prensa al ver al ministro de Universidades, un sabio algo marciano asombrado del ruido y saludando desde su escaño con la manita a cada ministro, como si la bronca no fuera con él. Una actitud en sintonía con muchos españoles, que no acaban de entender qué está sucediendo en Ceuta.

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Ana Ramírez Cañil es periodista. Nació en Madrid, pero es de Rascafría. Ha trabajado en Cinco Días, en la revista Mercado, en la primera La Gaceta de los Negocios. Entre 1984 y 1985 vivió en Nueva York. Redactora jefe del semanario El Siglo, directora de «Informe Semanal», delegada de El Periódico de Catalunya en Madrid, subdirectora de soitu.es. En 2010 crea con Pilar Portero la web de política y economía tu2is.es. Es Premio Espasa de Ensayo por La mujer del Maquis y autora de Si a los tres años no he vuelto (Ed. Espasa). Sigue a Ana Cañil en Twitter en http://twitter.com/anarcanil Pilar Portero es periodista, ha trabajado, por orden cronológico, en Radio3, en la revista de información general El Siglo, en el Negocios de El País, en el Magazine de El Mundo, en la Sección de Madrid de El Mundo, en elmundo.es, desde el año 2000. Es una de las fundadoras de soitu.es, en donde trabajó desde 2007 hasta el cierre. En 2010 crea con Ana R.Cañil la web especializada en política y economía tu2is.es. Sigue a Pilar Portero en Twitter en http://twitter.com/pilarportero