La unidad de España

La unidad de España

Se trata de ver las cosas de otra manera, con el pensamiento lateral o con lo que a cada uno se le ocurra, para buscar soluciones a problemas complejos. Se trata de intentar romper la cerrazón y el pensamiento único que en la mayor parte del corpus político se ha instituido sobre aspectos cuasi religiosos como la unidad de España o la nacionalidad única.

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Foto: EFE

El hecho de que la nueva coalición Unidos Podemos plantee en su programa la "apertura de un amplio debate ciudadano sobre el reconocimiento y las formas del ejercicio del derecho a decidir en el marco del cambio constitucional" y el "reconocimiento constitucional de la naturaleza plurinacional de España" es un paso adelante en la nueva política.

La propuesta del candidato socialista Pedro Sánchez sobre un pacto político de nuevo cuño con Cataluña fue también una propuesta valiente viniendo, como viene, de un líder cuestionado hasta las cachas por correligionarios de tendencia franquista en su planteamiento identitario.

Se trata de ver las cosas de otra manera, con el pensamiento lateral o con lo que a cada uno se le ocurra, para buscar soluciones a problemas complejos. Se trata de intentar romper la cerrazón y el pensamiento único que en la mayor parte del corpus político se ha instituido sobre aspectos cuasi religiosos como la unidad de España, la nacionalidad única que, muchas veces, sirven para esconder los verdaderos problemas que afectan a la sociedad.

Habría que recordar que una ley orgánica como la del Estatuto de Autonomía de Euskadi ya contempla la nacionalidad vasca ("El Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad", artículo 1 del Estatuto).

Resulta curioso que desde la vieja política, esa que saltó por los aires en las elecciones del 20D, sigan erre que erre con el ideario franquista de la España una, grande y libre, aunque lo de libre tiene gracia viniendo de Franco.

A nadie parece ocurrírsele que quizá el camino opuesto tiene más sentido en los tiempos que corren. Nos centramos mucho en debates sobre la nación, la unidad, la bandera, el himno, y nos centramos bastante menos en lo tremendo de la corrupción, de las grandes diferencias entre los más ricos y los más pobres, en la injusticia de los jóvenes que cada vez tienen sueldos más exiguos y menos esperanza de que eso vaya a cambiar, en la necesidad de que los ricos paguen de verdad los impuestos en su querida España, en fin, en debates de verdad que mejoren las condiciones de vida de los ciudadanos.

El poder, austrias o borbones, y sus respectivas camarillas han manipulado a los pueblos a tutiplén.

Por eso, iniciativas como las de Unidos Podemos o la del candidato Sánchez insuflan aire en este corrupto y viciado espacio político.

En estas, aparece José Luis Corral, a quien algunos hemos leído. Es catedrático de Historia Medieval y un aragonés de Daroca, así que ni vasco ni catalán, ni nada parecido. Ha escrito varios ensayos y novelas. La última, El vuelo del águila.

Y Corral, con gran valentía, nos recuerda que España no ha estado nunca unida. "Antes podía llamarse España, pero era otra cosa: el imperio de los Austrias o el reino de los Borbones, donde también estaban América, Filipinas o el norte de África", nos asegura. Y concreta que la unión forjada en tiempos de los Reyes Católicos fue "dinástica" y "no política" y que "España solo existe como nación desde el punto de vista político y jurídico desde 1978".

"Me asombra -dice Corral- cómo desde el centralismo españolista se critica el nacionalismo catalanista o vasquista, y viceversa. Todos manipulan la historia. Cataluña es una nación porque siempre ha sido una nación; falso. España es una nación porque siempre lo ha sido; falso".

La Historia y su interpretación cambian al albur de los nuevos descubrimientos. Pero hay quien se aferra a la historia de la Enciclopedia Álvarez, creada durante el franquismo para dirigir la educación de los niños en las escuelas, y no se apea de su burro.

Para algunos, Padilla, Bravo y Maldonado son sólo calles de Madrid. Para otros, son los comuneros que fueron capaces de anteponer el valor de la comunidad, el pueblo, al del propio rey, y de plantarle cara al poder máximo del momento, al emperador del Sacro Imperio Germánico, Carlos I de España y V de Alemania: "Tenga por bien se hagan arcas de tesoro en las Comunidades en que se guarden las rentas destos reynos para defendellos e acrecentarlos e desempeñarlos, que no es razón Su Cesárea Majestad gaste las rentas destos reynos en las de otros señoríos que tiene..."

Su levantamiento contra el poder omnímodo tuvo consecuencias, los tres fueron decapitados.

Siempre ha sido así. El poder, austrias o borbones, y sus respectivas camarillas, han manipulado a los pueblos a tutiplén.

Como dice Corral, hay un punto de inflexión a partir de la aprobación de la Constitución de 1978 que manifiesta que la soberanía reside en el pueblo, la comunidad. Fue un paso. El siguiente debe ser afrontar los problemas que afectan de verdad a los pueblos, a las comunidades.

Por si algún político no lo sabe, me permito recordar aquí lo que son problemas de verdad para los ciudadanos según el CIS: el paro 75,3%, la corrupción y el fraude 46,7%, los problemas de índole económica 23,6%, los políticos, los partidos y la política 21,3%. Y un dato final, el problema de los nacionalismos preocupa a un exiguo 1,8% de los españoles.

Así que hoy los ciudadanos quieren, como Padilla, Bravo y Maldonado, que "se guarden las rentas destos reynos para defendellos e acrecentarlos e desempeñarlos".