Las peores películas de la década

Las peores películas de la década

Grandes 'blockbusters', películas de cine de autor extremas y pretenciosas, y otras películas simplemente estúpidas.

Fue una década llena de cambios para el cine, marcada por el dominio de Disney en la taquilla, la emergencia de Netflix como la mayor amenaza (¿y el mayor aliado?) para la industria del cine como la conocemos, el movimiento #MeToo para exponer a los depredadores sexuales y un empuje mayor por la diversidad sexual, racial y de género en las pantallas de Hollywood.

En el terreno del cine internacional, ha habido una tendencia del llamado cine de autor a volverse cada vez más extremo y atrincherado en ciertos excesos como la lentitud y la contemplación, mientras que algunas películas de “cine de autor” relativamente accesible se masifican, como es el caso de Roma (dirigida por Alfonso Cuarón), que fue nominada a Mejor Película en los pasados Oscar y Parásitos (del director surcoreano Bong Jong Hoo), que probablemente será nominada a Mejor Película también.

Dentro de todo este caos, y como todas las décadas, junto a las grandes películas hubo también los desastres, que a veces ejemplifican lo peor que están pasando en la industria, o a veces sólo ejemplifican que la gente que estaba haciendo estas películas no tenía idea de qué hacia. Hay grandes blockbusters de Hollywood que por el talento y el presupuesto involucrado escandalizan por su incompetencia; también hay películas de cine de autor tan extremas y pretenciosas que para entenderlas parece que tendrías que unirte a una secta, y otras películas simplemente estúpidas. Aquí la lista:

1. Terminator: Destino Oscuro (2019)

Terminator y Terminator: el Día del Juicio son clásicos del cine de ciencia ficción, lo que no se puede decir de ninguna de las penosas secuelas, y mucho menos de esta, la peor de todas. Basta con decir que desde su primera escena esta catástrofe traiciona completamente las dos primeras películas y las vuelve irrelevantes. (¡Spoilers!) Sí, Terminator reaparece y mata a John Connor, el salvador del futuro (y cuya salvación fue el tema de las dos primeras películas). 

Acto seguido, se determina que ahora una chica latina es la nueva salvadora, y un nuevo Terminator (mujer) la ayuda y otro Terminator (hombre) la persigue para matarla. El deseo de inclusión de tener una protagonista latina es admirable, si no fuera por el hecho de que dicha protagonista no habla más de 20 minutos durante el resto de la película. Aburrida, ilógica, mal actuada, predecible y lo peor de todo, Arnold Schwarzenneger reaparece como Terminator. ¿Perdón, pero no se supone que los robots no envejecen? Increíble que James Cameron, el director de las primeras dos películas, haya producido esta abominación.

La metáfora perfecta del Hollywood que quiere revivir franquicias muertas, con este robot que se niega a morir, a pesar de las cada vez peores críticas y resultados en taquillas.

2. El Sacrificio de un ciervo sagrado (2017)

El cine de autor llevado al extremo más grotesco e insulso. El griego Yorgos Lanthimos (director de Canino y de La Langosta) se caracteriza por hacer películas que hacen sentir mal a la audiencia. Esto no tiene nada de malo, es parte indispensable de cierto tipo de cine que quiere incomodar, crear conciencia, iluminar. Pero el sentimiento con Lanthimos es el de un loco suicida que te agarra y quiere que te avientes con él al precipicio sólo porque sí.

Supuesto crítico de la burguesía y de la decadencia modernas, Lanthimos ataca instituciones y conductas que ya todo el mundo sabe que son nocivas. Está lleno de escándalo y de indignación, pero no de un solo pensamiento original o revelador. La burguesía es corrupta, sí, ya lo sabemos, ya nos lo dijeron Buñuel, Antonioni, Chabrol, Ferreri y decenas de cineastas desde los 60s. Yorgos nos anuncia sus temas como si estuviera bajando las tabletas de los Diez Mandamientos, pero termina siendo como el fanático religioso que te toca a la puerta queriéndote unir a su culto apocalíptico.

En esta glorificada película de terror con aspiraciones metafísicas, un cirujano es visitado por un misterioso y malévolo adolescente que lo obliga a escoger quién de su familia morirá. Este adolescente tiene un poder enigmático (impulsado por la venganza) para volver realidad esta pesadilla. Es una premisa interesante, pero Lanthimos lo lleva a una crudeza ingenua, misantrópica y finalmente moralista. Sus personajes nunca son personajes, sino títeres para lograr efectos grotescos. Sí, Yorgos, ya sabemos que la gente rica y adinerada es mala y egoísta. ¿Tienes algo más que decir sin mostrarnos a un padre asesinando a su hijo con una escopeta?

3. Transformers: El último caballero (2017) 

Incluir una película de Transformers en esta lista parece obvio. Al final desde el comienzo de la saga en los 2000s, el director Michael Bay fue crucificado por los críticos por la “inhumanidad” de su dirección. ¿Qué esperaban los críticos de una película sobre robots que se transforman en carros y viceversa? En realidad, las tres primeras películas de la saga son extraordinarias, las transformaciones espectaculares, la acción dirigida como sólo lo puede hacer el director de La Roca y actuadas por en un elenco humano muy sólido. Sí, ahora nos damos cuenta de que Shia La Beouf si es buen actor.

Sin embargo, en la cuarta película, con el cambio de Shia LaBeouf a Mark Wahlberg como protagonista, la saga perdió fuerza, y en esta última película parece que Bay, después de que lo han culpado de ser uno de los peores cineastas de la historia y de hacer las peores películas, decidió darle razón a sus críticos y hacer la peor película de su carrera y quizá una de las peores de la historia. Basta decir que esta película conecta el origen de los Transformers con el rey Arturo, y eso es todo lo que tienen que saber para ver qué tan bajo cayó la saga. La película es tan incoherente que literalmente bordea el surrealismo. Ah, y sale Anthony Hopkins. El último caballero es tan mala que le compite en lo mala a otra de las peores de la historia, también dirigida por Bay: Pearl Harbor.

4. Cincuenta Sombras de Grey (2015)

¿Quién se hubiera imaginado que en pleno siglo XXI la Cenicienta iba a regresar con un toque de sadomasoquismo? Porque esta atroz saga basada en las novelas de E.L. James (que he oído son igual de atroces) es un retroceso más grande que cualquier historia de princesas. Y ojo, no es moralismo, es sentido común. Quizá en esta época, en que la violencia contra las mujeres va tomando un papel cada vez más protagónico como un problema gravísimo a resolver, sería más difícil que una saga como Cincuenta Sombras tuviera la aceptación que tuvo en su momento.

El mayor pecado de Cincuenta Sombras es su estupidez y el venderle a gente ingenua el que existe el príncipe azul, atormentado, millonario, misterioso, que cuando a su novia la despiden del trabajo, tiene tanto dinero que puede comprar la empresa en la que trabajaba y despedir a su malvado jefe. Y que aparte, a ese príncipe azul le gusta la violencia, pero solo… poquito. Un insulto a la inteligencia y una invitación a gente con poco mundo a entrarle a mundos muy oscuros y peligrosos que nada tienen que ver con el sadomasoquismo light que presenta esta película. Y para colmo, Dakota Johnson y Jamie Dornan son dos de los lanzamientos estelares mas prescindibles de la década. Esta película tan antifeminista curiosamente fue escrita y dirigida por mujeres, la “escritora” E.L. James y la directora Sam Taylor Johnson.

5. Toni Erdmann (2016)

La película que me ha convencido de que muchos críticos de cine deben consumir algún alucinógeno mientras ven las películas. No hay otra forma de explicar la presencia de esta “comedia” alemana entre todas las listas de las mejores películas de la década de críticos anglos y no anglos. La directora Maren Ade nos presenta una  “comedia” que dura casi tres horas y presenta una de las premisas más ridículas de los últimos años, que sería muy disfrutable con Will Ferrel en el protagónico, pero no lo es dirigida con una solemnidad digna de una adaptación de una novela existencialista.

¿Qué cuál es la premisa? El padre es un actor fracasado, la hija una exitosa ejecutiva. Él es un espíritu libre, ella una esclava de las corporaciones. ¿Se imaginan qué pasa, no? En cualquier comedia digna, en una hora y media veríamos cómo el padre le devuelve la chispa de la vida a la hija, y la hija le enseña un poco de responsabilidad al padre. Aquí en una hora y media, la historia apenas se deja vislumbrar y todavía queda una hora y media de aburrimiento. Compitió en Cannes, pero el jurado, inteligentemente, no le dio un solo premio. Los críticos, probablemente aún bajo el efecto del alucinógeno, se indignaron y a la fecha siguen alabando este horror.

6. Perdida (2014)

Una película basada en uno de los grandes best-sellers de la década: Gone Girl, una novela no sólo exitosa sino también críticamente aclamada. Dirigida por una vaca sagrada que es David Fincher (director de Seven y El Club de la Lucha). Protagonizada por Ben Affleck. ¿Y cuál es el problema? La novela original. La primera parte de Gone Girl está excelentemente escrita y muestra un matrimonio al punto del colapso por la crisis económica y las expectativas imposibles. Pero de pronto, sin explicación alguna, a la mitad, la historia da un giro que a muchos críticos debe parecerles post-moderno.

Pero si has visto Dinastía, Melrose Place o cualquier telenovela reciente, sabes que estás en la presencia de una súper villana, como aquella memorable Marcia Cross que puso una bomba en Melrose Place. Lástima que Gillian Flynn decidió irse por el gran guiñol y convertir a su protagonista en un monstruo de maldad, y muy poco creíble. Fincher no le cambia nada y dirige con una seriedad como si estuviera dirigiendo Crimen y castigo, cuando esto lo que necesitaba era ironía.

7. Batman contra Superman: El amanecer de la justicia (2016)

Esta película tiene algunos pocos momentos entretenidos, especialmente hacia el final, cuando Gal Gadot hace su aparición como Wonder Woman y salva los últimos 30 minutos. Aunque cabe aclarar que sólo salva los últimos 30 minutos, no la película entera. El director Zak Snyder (de 300 y Watchmen) hace lo imposible: hacer una película de Batman contra Superman pretenciosa, oscura, solemne y somnífera.

Snyder ya había dado señales preocupantes cuando al final de El Hombre de Acero (que también dirigió) muestra una total falta de entendimiento sobre el personaje de Superman y Superman le rompe el cuello a General Zod. Todos sabemos que Superman no mata. Pero peor aún era toda la gente (¿cientos? ¿miles?) a la que había matado en su batalla contra Zod previamente, cuando destruye edificios a diestra y siniestra en Metrópolis. Obviamente, nunca vimos a esta gente, pero este tema se convirtió en una gran controversia entre los fans en su momento.

En vez de olvidarse del asunto y resolverlo con un diálogo que dijera que en realidad Metrópolis había sido evacuado y que nadie murió en los edificios, Snyder decide poner en juicio a Superman al principio de esta película por todas las víctimas inocentes que fallecieron en los edificios. Todo para demostrar que estamos viendo una película seria y adulta en la que los actos tienen consecuencias. Por supuesto, nadie quiere ver una película de Superman seria y adulta en que los actos tienen consecuencias, y mucho menos a un Superman que resulta un asesino de masas accidental. Añadamos al aburrido Ben Affleck como Batman y tenemos uno de los momentos más ridículos y ridiculizados de la década cuando los dos superhéroes se dan cuenta de que las madres de los dos se llaman Martha.

Aunque esta película estaba diseñada para preparar la llegada de La Liga de la Justicia, más bien parece haberle cavado la tumba, y finalmente esa película fue un fracaso que provocó la salida definitiva de Zack Snyder del universo DC y una reestructuración definitiva de la estrategia. Todo, en parte, generado por la prisa de Warner/DC de alcanzar el éxito de Marvel.

8. El francotirador (2014)

Clint Eastwood toma una historia verdadera del francotirador más letal en la guerra de Iraq, Chris Kyle, y la convierte en la historia de un superhéroe americano, casi como una versión de prestigio de Rambo. Con una excelente actuación de Bradley Cooper en el papel protagónico, la película carece del más indispensable contexto histórico, que nos recordaría la farsa que fue la Guerra de Iraq, y se da el lujo de crear también, para propósitos dramáticos, un supervillano, el francotirador más mortal de Iraq. Nunca se aclara que este “maléfico” francotirador iraquí en realidad no existió, sino que era “la mezcla” de tres personajes distintos, y que se creó para darle un enemigo mítico al héroe americano.

La película podría haber sido dirigida por John Wayne. Y no es  que no se pueda contar una historia de guerra heroica, e incluso contar una historia heroica de soldados norteamericanos en la guerra de Iraq. Al final ellos estaban allí siguiendo órdenes. El pecado reside en la pobreza y la simpleza con que se empaqueta esto y que termina pareciendo una pieza de propaganda. Un dinosáurico Clint Eastwood confirma que está a años luz de sus mejores películas y que con la edad se va ha vuelto cada vez más reaccionario.

9. Tres Anuncios en las afueras (2017)

Pero del otro lado del espectro ideológico también se hacen malas películas, y para muestra basta esta película, también multinominada y llena de los más crudos estereotipos para agradar a la audiencia anti Trump. Una crítica al “Middle America” escrita y dirigida por el dramaturgo británico Martin McDonagh, que no parece nunca haber puesto un pie en Middle America, aunque sabe retratarla perfectamente como todo el mundo la imagina. Un pueblo lleno de ignorantes racistas, una madre trabajadora (Frances McDormand), ruda pero noble, en busca de justicia para encontrar al asesino de su hija, un sheriff semi corrupto (Woody Harrelson) pero con corazón de oro, y un policía violento y racista (Sam Rockwell) con una madre más racista que él.

La película está llena de coincidencias inverosímiles que llevan a (sorpresa) que la ruda y noble madre se una con el policía racista para vengar la muerte de su hija. En una película sobre el racismo, los personajes negros son apenas incidentales. Las actuaciones son caricaturas y la sucesión de acontecimientos totalmente gratuita y llena de coincidencias poco creíbles. Un desahogo de Hollywood contra “las masas” que votaron por Trump. Pero las caricaturas no le hacen bien a nadie.

Menciones de Honor:

La Momia: No llega al Top 10 porque esta es de esas tan malas que por lo menos da risa. Tom Cruise corre y suda y corre y suda en este frenético intento de revivir esta franquicia. La película toca fondo en el momento que espera que el corpulento y avejentado Russell Crowe nos aterrorice cuando empieza a transformarze del Doctor Jekyll a Mr. Hyde.

Doctor Sueño y Trainspotting 2: Ewan McGregor nos entrega dos de la secuelas más innecesarias de la década. El Resplandor y Trainspotting son clásicos. Trainspotting 2 es como el reencuentro de una gran banda que se reúne porque se ve que sus miembros necesitaban el dinero, y Doctor Sueño es un reclamo inútil de Stephen King por recuperar su historia de las garras de Kubrick. Digamos que Kubrick puede descansar en paz.

El Rey Arturo, Ghost in the Shell, Assassins Creed, Tomb Raider, Godzilla: Parece que en estas películas nunca hubo guionista. De hecho no hay historia. Sólo actores, director y una producción. Alguien dijo acción y nadie supo nada hasta que terminó la producción. Todas fracasos de taquilla.

Nace una estrella: Un cantante famoso y alcohólico llega por accidente a un bar trans y descubre a una talentosísima chica (que no es trans). Obvio se enamoran y él la ayuda a volverse famosa. ¿Suena familiar? Sí, es la cuarta vez que se hace esta historia. Bien actuada, pero una telenovela improbable y melodramática a más no poder. Increíble la adoración de los críticos y de los Oscar. Aunque parece que recapacitaron en la noche de la entrega y sólo la premiaron con Mejor Canción.

Mother: El director Darren Aronofsky decide contarnos sobre la destrucción de la Tierra con una metáfora. No importa que la destrucción de la Tierra la estemos viendo diario en los noticieros, Aronofsky cree que necesitamos una metáfora incomprensible para... ¿para qué? No sé. La metáfora incluye el que Jennifer Lawrence dé a luz a un hijo y el que una multitud frenética mate a ese recién nacido en un extásis de locura. ¿Como nosotros matamos a la Madre Tierra? Deslumbrante visualmente, pero el terror biblíco a que nos tiene acostumbrados su director toca aquí la ingenuidad y la histeria. El estudio y Aronofsky le podían haber donado el dinero de producción a Greenpeace u otra organización similar si querían de verdad ayudar al planeta.

Mary Poppins: ¿En qué momento Mary Poppins se convirtió en la Señora Danvers de Rebeca? Parecería que Emily Blunt está interpretando a la versión joven de Maggie Smith en Downtown Abbey más que a la exuberante nana mágica que encarnara angélicalmente Julie Andrews. Cero gracia. Canciones mediocres y una cínica y cansada historia de cómo hay que recuperar los sueños, hecha por gente que cree que una historia así se puede sacar con una receta. La historia es prácticamente un calco de otra historia terrible, Adiós Christopher Robin, casualmente protagonizada también por Ewan Mc Gregor.

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