Las revelaciones con las que Kiko Rivera dinamita la relación con su madre Isabel Pantoja

Las revelaciones con las que Kiko Rivera dinamita la relación con su madre Isabel Pantoja

El hijo de la tonadillera no se ha callado nada en su entrevista en 'Lecturas'.

Kiko Rivera y su madre Isabel Pantoja.GTRES

Esto sí que es un cisma familiar en toda regla. Kiko Rivera ha dejado de ser el ‘pequeño del alma’ de Isabel Pantoja. El vínculo entre madre e hijo siempre ha parecido inquebrantable, pero como dice una de las letras de la tonadillera, ‘la leña arde’, y esta vez ambos han echado demasiada al fuego.

El DJ se ha convertido ahora en el enemigo público de su madre y ha apuntado donde más le duele: las intimidades familiares y las escenas que se desarrollan entre las paredes de la hermética Cantora, finca en la que reside la tonadillera. Y lo ha contado todo en la revista Lecturas.

La primera batalla de esta guerra tuvo más de 1,8 millones de testigos. Fueron todos los espectadores que siguieron la entrevista de Kiko Rivera en Sábado Deluxe el pasado 17 de octubre, cuando confesó que padecía depresión. Su madre llamó en directo para, básicamente, reñirle.

“Hay una pandemia en el mundo, lo que tú estás pasando no es importante”, dijo la tonadillera sin apenas entender el relato de su hijo, que explicó que no atravesaba un episodio de tristeza, sino una enfermedad.

A partir de entonces, la tensión ha ido a más. Desde su entrevista en Sábado Deluxe, los debates en los platós de Telecinco siempre han tenido como tema central si la Pantoja entiende lo que le ocurre a su hijo y, por tanto, si puede o no ayudarlo y apoyarlo como necesita.

La etiqueta que le colgaron los tertulianos de “egoísta” hizo que levantara de nuevo el teléfono, esta vez para llamar a El programa de Ana Rosa. “Que me achaquéis que soy egoísta con mis hijos o que le hice daño con mi llamada... Quise dar a entender que hay miles de personas con depresión. Que nadie dude de que amo a mis hijos y que no mato por ellos, lo siguiente”, dijo enfadada la cantante.

Sin embargo, ha sido el propio Kiko Rivera el que ha puesto en tela de juicio a través de sus redes sociales el testimonio de su madre. El hijo de Paquirri asegura que sigue esperando un abrazo de ella o un beso. Y el asunto, en plena ebullición, ha llegado a convertirse en una entrevista en exclusiva en la revista Lecturas. “Aún no he digerido la pena sangrante que mana de cada una de sus palabras”, explica la entrevistadora Mila Ximénez en la revista.

Pena, rabia, desconcierto y miedo a enterarse de otros misterios callados por la familia. Todos esos sentimientos han hecho bola dentro del DJ y finalmente han acabado estallando. De hecho, empieza fuerte su conversación con Ximénez: hablando del orgullo de su madre, que siempre presume de la grandeza del apellido Pantoja y de la dignidad de quienes lo llevan.

Pues, según Kiko, esa estrella que pesa tanto a Isabel Pantoja también le ha pesado a él, y le ha perjudicado. Y no sólo eso, ha desvelado que para su madre, además de ella misma, únicamente hay una Pantoja más: Chabelita. Porque para la tonadillera, él es un Rivera e incluso su prima Anabel sale escaldada en este asunto... No, tampoco es una Pantoja según la Pantoja, a pesar de que el apellido es tan suyo como de su hermano (el padre de Anabel).

  Pantoja saca al escenario a su hijo de tres años en en 1985, en un concierto celebrado en el Teatro Lope de Vega de Madrid con la reina Sofía como invitada de honor.YouTube

Isabel Pantoja, apunta Kiko, se las ha dado de ser la mejor madre del mundo, y la realidad dista mucho de esa imagen. Ni la mejor madre del mundo, dice, ni la mejor abuela. En esta última faceta cojea y mucho. Está casi desaparecida para sus nietas.

Kiko entiende que las ínfulas de grandeza de la artista han arrasado con todo lo demás. Vive por y para su carrera y para lucir al máximo su personaje cuando los focos ‘apunten a su persona’. De hecho, él ha dejado de ir a Cantora a visitarla porque salía de allí con la autoestima por los suelos.

El DJ llega a subrayar las contradicciones de su madre. Se ha quejado de que él venda sus penas en un plató cuando a ella se la ha conocido siempre como ‘la viuda de España’. Además, le recuerda que todos los amigos que ha tenido, que han sido muchos, han desaparecido poco a poco. A buen entendedor...

Pero si en esta entrevista hay unas declaraciones que se puedan clavar en el alma de Isabel Pantoja son las que tienen que ver con ‘ese lugar en el que ella estuvo’ y que nunca ha querido verbalizar —vamos, la cárcel—. La familia, explica el hijo del torero y la cantante, pensó que su paso por prisión le bajaría los humos y la soberbia, pero se equivocaron.

El testamento de Paquirri

La parte más turbia de la entrevista es la que aborda el asunto de la herencia de Francisco Rivera ‘Paquirri’. Al parecer, el torero dejó a su hijo la casa de Cantora pero, a petición de su madre, Kiko habría firmado un documento a los 18 años. Gracias a ese papel, ahora más de la mitad de la propiedad pertenece a Pantoja.

Por eso, revisará con sus abogados el testamento. Así se une a una batalla que lleva abierta más de 35 años entre Isabel Pantoja y Francisco y Cayetano Rivera, que aún reclaman a la artista algunas de las pertenencias de su padre. Parece que Kiko ya sabe en qué bando posicionarse: el de sus hermanos.

Poderoso caballero es don dinero. El mismo caballero que ha forzado esta entrevista en Lecturas y que ha abierto otra brecha entre madre e hijo. Irene Rosales y Kiko Rivera compraron un coche que estaban pagando a plazos y que, dado el litigio del DJ con Hacienda, no podían poner a su nombre para que no se lo embargaran, así que acabó a nombre de la empresa de su madre mientras la pareja lo seguía pagando. Sorpresa: Isabel Pantoja ha decidido llevárselo.

¿Cómo solucionar todo este embrollo familiar? Complicado, entiende Kiko. Las líneas rojas ya se han cruzado —y quedarán para siempre en la hemeroteca—, aunque previamente ya era imposible tener una conversación con su madre, porque le puede el despotismo. Ese despotismo que provocan ganas de gritar ”¡Vete a tomar...!”, dice indignado. Ganas de mandarla lejos, para que se entienda.