El legado de Trump: dos 'impeachments', una insurrección, incontables mentiras y corrupción

El legado de Trump: dos 'impeachments', una insurrección, incontables mentiras y corrupción

Aunque el 'impeachment' fracase, lo más probable es que Trump nunca se recupere políticamente del asalto del 6 de enero.

TrumpBILL CLARK/CQ-ROLL CALL, INC VIA GETTY IMAGES)

160 años después de que el primer presidente republicano de los Estados Unidos tuviera que sofocar una insurrección violenta contra el país, el 19º presidente de su partido va a abandonar el cargo tras haber provocado una.

Donald Trump tiene pensado dejar la Casa Blanca el miércoles por la mañana, 78 días después de convertirse en el cuarto presidente en más de un siglo que pierde la reelección y una semana después de convertirse en el único de la historia que se tiene que enfrentar a un segundo impeachment.

El demócrata Joe Biden asumirá el cargo a mediodía y se convertirá oficialmente en el presidente de los Estados Unidos. Desde ese momento, Donald Trump quedará vulnerable y podrá ser acusado de todos sus delitos, de los que lleva cuatro años escudándose bajo sus privilegios presidenciales.

Trump se enfrenta a demandas de mujeres que le acusan de conducta sexual indebida y hasta de violación, a investigaciones penales por fiscales estatales y federales de Nueva York, a un segundo juicio político que podría vetarle de por vida en cualquier cargo público y, probablemente, a demandas civiles y penales por sus continuados esfuerzos por provocar el caos e impedir la certificación de la victoria de Biden. El asalto del día 6, incitado por Trump, acabó con cinco fallecidos (seis, si se incluye en el conteo al agente que se suicidó días después) y decenas de heridos.

  Trump y el vicepresidente Mike Pence, en julio de 2017.Carlos Barria / Reuters
 

“Aunque Trump no recibirá el Nobel de la Paz, al menos entrará en el Libro Guiness de los Récords por ser el único presidente de la historia de Estados Unidos al que le hacen dos impeachments”, comenta Michael Cohen, el antiguo abogado de Trump que admitió que el magnate había comprado el silencio de mujeres ante unas polémicas sexuales. “Enhorabuena, Donald, y mucha suerte en tus futuros proyectos”.

El primer juicio político a Trump se produjo hace un año por intentar extorsionar al presidente de Ucrania para que encontrara, fuera como fuera, trapos sucios de Joe Biden, el rival político que más le asustaba de cara a las elecciones.

“El legado de Trump incluirá la Aministración más corrupta de la historia de Estados Unidos, la mayor injerencia empresarial en política económica que se ha visto en el país, la mayor y más viciosa xenofobia y racismo de los tiempos modernos, una incompetencia sin precedentes, la crueldad e insensibilidad en su gestión de la pandemia y la aceleración de la catástrofe climática cuando el mundo más necesitaba que los Estados Unidos se apartaran de los combustibles fósiles”, enumera Robert Weissman, presidente de la organización liberal Public Citizen. “Y el listado de sus ‘hazañas’ es mucho mayor que el que acabo de citar”.

Un legado de mentiras

Trump suele asegurar que él ha hecho más por su país que ningún otro presidente de la historia, pero lo cierto es que va a abandonar el cargo con una de las carteras de éxitos más vacías de los tiempos modernos.

Aunque es verdad que por fin logró aplicar la amplia reducción de impuestos que los republicanos llevaban décadas persiguiendo, así como la reducción de protecciones ambientales y de los trabajadores y la colocación de más de 200 jueces federales de su gusto, Trump va a abandonar el cargo sin haber cumplido la mayoría de las promesas que hizo en su campaña de 2016.

Trump prometió que renegociaría el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en beneficio de los trabajadores estadounidenses, pero lo que hizo fue cambiarle el nombre a Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, que en la práctica era casi lo mismo.

Prometió una reducción de impuestos específica para beneficiar a la clase media, pero acabó favoreciendo a los más ricos. En la campaña de 2018 para las elecciones de mitad de mandato, lo volvió a prometer y después no hizo nada.

Similares resultados obtuvo con su plan de infraestructuras para reconstruir las autopistas, los puentes y los aeropuertos del país, o con su plan para sustituir el Obamacare, el mayor logro de su antecesor en el cargo.

  Trump se reúne con el líder norcoreano, Kim Jong-un, en la zona desmilitarizada de Corea del Sur, el 3 de junio de 2019.AP PHOTO/SUSAN WALSH

Cuando Trump pregonó la creación de las Fuerzas Espaciales como un gran logro, lo que en realidad había hecho era superar un trámite burocrático para cambiar el nombre del Comando Espacial de la Fuerzas Aéreas, que ya existía desde la presidencia de Reagan en 1982. A cambio de permitirle el capricho, los demócratas lograron aprobar la baja familiar remunerada para los funcionarios federales.

En política exterior, Trump afirmó que sería “duro” con China para ayudar a los fabricantes estadounidenses. Lo que hizo a continuación fue iniciar una guerra comercial con el país asiático que perjudicó tanto a China como a los productores estadounidenses y a los consumidores por la subsiguiente subida de precios. Por supuesto, no prestó atención a los crecientes abusos de los derechos humanos que estaba cometiendo China, especialmente contra su minoría musulmana.

También afirmó que acabaría con la amenaza de una Corea del Norte nuclearizada y lo único que hizo fue intercambiar mensajes de complicidad con su líder, Kim Jong-un, cuando no estaban lanzándose bravuconadas sobre el tamaño de sus misiles. Trump también acusó a sus aliados tradicionales de Europa Occidental de estar aprovechándose de los Estados Unidos a través de la OTAN y de los acuerdos comerciales de la Unión Europea. Las relaciones entre la UE y Estados Unidos se tensaron, para beneficio de su nuevo amigo, el dictador ruso Vladimir Putin, que llevaba años esperando la oportunidad de abrir esa brecha con los aliados europeos.

  Trump, en marzo de 2017.Carlos Barria / Reuters

El presidente saliente ni siquiera ha logrado cumplir su gran promesa electoral de 2016: construir un gran muro en la frontera con México y obligar a estos a pagarlo. Tras cuatro años, lo que iba a ser un gran muro de hormigón de 3.200 kilómetros ha acabado siendo una valla de acero de 130 kilómetros pagado con los fondos que consiguió desviar del presupuesto para construir escuelas y viviendas. Y México no ha tenido que aportar ni un centavo.

Incluso en esas materias, Trump asegura que su presidencia ha estado llena de éxitos, una mentiras que sus asistentes y aliados se han encargado de pregonar.

El asesor republicano Mac Stipanovich tiene claro cuál es la parte más útil de su legado: “Arruinar la reputación de personas que, de lo contrario, habrían seguido en la vida pública sin desvelarse la magnitud de su decrepitud moral”, y pone como ejemplo: ”[El exfiscal general] William Barr, [el político y empresario] Mike Pompeo, [el senador] Lindsey Graham, etcétera”.

No tiene ninguna intención de desaparecer

Pese a faltar a sus promesas, pese a su negligente respuesta a la pandemia con meses de negacionismo, pese a las decenas de miles de mentiras que ha contado a los ciudadanos, pese a embolsarse millones de dólares donados a su partido y del dinero de los contribuyentes, Trump recibió 11 millones de votos más que en 2016.

“Hay 74 millones de estadounidenses que saben exactamente cómo es Donald Trump y aun así le votaron”, lamenta un funcionario de la Casa Blanca desde el anonimato.

Pocos días después de perder las elecciones del 3 de noviembre, Trump empezó a aprovecharse de su popularidad para recaudar millones de dólares, primero con la supuesta intención de luchar legalmente para revertir el resultado electoral y después para la campaña de dos senadores de Georgia. Sin embargo, el fondo que él mismo había creado podía utilizarse para subvencionar casi cualquier gasto, incluido su salario de ocho cifras. En cambio, apenas invirtió en promocionar a sus candidatos al Senado en Georgia. Al final, Trump aseguró que volvería a la política, posiblemente en las elecciones de 2024, e insinuó que los republicanos que no le habían mostrado suficiente lealtad sufrirían las consecuencias.

  Asaltantes en el interior del Capitolio, el 6 de enero.WIN MCNAMEE VIA GETTY IMAGES

Esas amenazas han mantenido a la mayoría de los republicanos en silencio. Un dato esclarecedor es que solo 10 de los 211 republicanos del Congreso han votado a favor de un segundo impeachment. Una reciente encuesta de Axios-Ipsos ha desvelado que el 64% de los votantes republicanos aprueban su comportamiento reciente y el 57% aseguran que les gustaría verlo como su candidato en 2024.

En una reunión del Comité Nacional Republicano días después del asalto al Capitolio, quedó claro que Trump sigue contando con el apoyo de su partido.  “Muchos de los miembros permanecieron en silencio, pero muchos otros le aplaudieron”, recuerda uno de los miembros desde el anonimato. “Muchos tenían miedo de hablar”.

Hay 74 millones de estadounidenses que saben exactamente cómo es Donald Trump y aun así le votaron

Sin embargo, esa desesperación por mantenerse en el poder violando la Constitución y poniendo en peligro la vida de su propio vicepresidente y de cientos de legisladores quizás ponga punto final a su carrera política. Aunque sigue siendo muy popular entre los republicanos, no lo es como antes, y entre los votantes sin partido fijo, su apoyo se ha desplomado.

Si suficientes senadores republicanos unen su voto al de los demócratas para alcanzar los dos tercios de la cámara, Trump sería condenado y, posteriormente, solo sería necesaria una mayoría simple para vetarle de por vida en cualquier puesto federal oficial.

Y, aunque esta opción fracasara, lo más probable es que Trump nunca se recupere políticamente de la insurrección que provocó, sobre todo a medida que siguen descubriéndose más detalles en las investigaciones oficiales. “Será casi imposible, va a cargar el resto de su vida con el 6 de enero”.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.