La pérdida de libido masculina: el tabú del sexo para los hombres

La pérdida de libido masculina: el tabú del sexo para los hombres

Las especialistas señalan que los modelos de masculinidad tóxica hacen que ellos experimenten una doble presión.

Una chica coloca un preservativo a un plátano mientras su chico mira.Malte Mueller via Getty Images/fStop

Que a ellas no les apetezca o no quieran siempre sexo es algo con lo que las mujeres conviven y, por ejemplo, e hacen todo tipo de bromas, monólogos o chistes machistas de “qué hacer si a tu mujer le duele la cabeza”.

Esta construcción machista de la sociedad se convierte en un arma de doble filo para ellos ya que también pueden sufrir pérdida del apetito sexual y no se habla de ello. Se piensa que no son suficientemente hombres, que les falta virilidad o que no entran dentro del estereotipo de machos que la sociedad patriarcal sigue imponiendo. De hecho, en muchos casos la simple falta de deseo es algo natural y no tiene por qué ir relacionado con otros problemas sexuales como la eyaculación precoz o la disfunción eréctil.

“Nadie dice nada porque igual que las mujeres sexuales estamos estigmatizadas, los hombres que no lo son, también”, explica la sexóloga y ginecóloga Beatriz Guirado.

“Su vida está mucho más condicionada por hablar de sexo con los amigos, con los compañeros de trabajo o con cualquier persona que suelte un comentario, el típico cuñado. Pero es un tabú que afecta a ambos sexos, porque muchas mujeres en parejas heterosexuales esperan que su pareja sea un macho en la cama que siempre busque la ocasión y no siempre es así”, detalla.

Las expectativas y la supuesta “satisfacción” de la pareja

La psicóloga y sexóloga Laura Morán coincide con su compañera: “Parece que la falta de deseo masculino es como un animal mitológico”. Además, Morán hace una diferencia muy clara en los casos de falta de deseo masculina y femenina.

“En la mujer suele haber dos principales causas: el dolor a la hora de la relación sexual, que puede ser desagradable o molesta porque suele estar centrada en la penetración, o puede estar relacionado con la falta de placer de hacer cosas que no les gusta hacer o no les apetece”, explica.

Sin embargo, en el caso de los hombres las causas son muy distintas. “Suele ser lo relacionado con el rendimiento, a veces, con lo que llaman eyaculación precoz, que yo creo que no existe, ¿precoz con respecto a qué?”, se cuestiona y recuerda que es un término que en las relaciones gais no existe ya que no se tiene la sensación de que dependa el uno del otro. “Tradicionalmente, el orgasmo femenino depende de un pene erecto que tiene que estar penetrando y nosotras nos tenemos que correr varias veces a poder ser porque somos multiorgásmicas”, apostilla.

La falta de educación sexual hace que muchos tengan como referente el porno, donde el chico siempre tiene un rol dominante, activo y que no falla nunca
Beatriz Guirado, sexóloga

Guirado coincide con su compañera y recuerda que las expectativas son en muchos casos las que frustran el deseo de los hombres. “La falta de educación sexual hace que muchos tengan como referente el porno, donde el chico siempre tiene un rol dominante, activo y que no falla nunca. En cuanto ven que ellos no son así pueden frustrarse y que el sexo les deje de apetecer por no poder ser así”, señala.

Morán apunta a que “el estereotipo de macho ibérico” que se muestra socialmente al final se convierte en un arma de doble filo para ellos. “Estas exigencias en el encuentro sexual no siempre cumplen y como no siempre las cumplen y a nadie le apetece ir para fracasar, pues al final no te apetece ir”, apunta.

La presión por la paternidad, fármacos o problemas relacionales

A pesar de que estas expectativas creadas, hay otras causas más profundas que pueden provocar la falta de libido sexual a un nivel más físico y menos psicológico. Ocurre, por ejemplo, con algunos medicamentos para tratar la alopecia androgénica.

“Ha ocurrido que durante años se ha dicho que la finasterida producía impotencia, no está demostrado que sea realmente así, lo que sí puede provocar es falta de apetito sexual, lo que se considera un efecto adverso raro, sobre un 3%, pero a la vez muy común”, señala Guirado.

Morán apunta a que también sucede con determinados tratamientos para el cáncer de próstata y que esto se debe teóricamente a la reducción de la testosterona. Sin embargo, señala que para que esta influya en el deseo tiene que estar a unos niveles “bajísimos” y que, realmente, se trata de algo cognitivo y no de excitación.

“La excitación sexual ya es algo más fisiológico, algo que se manifiesta en el cuerpo, como la erección, la sudoración, el calor, la lubricación... Entonces las hormonas influyen en toda la respuesta, tanto en el deseo como en el proceso de excitación y en la eyaculación o orgasmo”, señala.

La sexóloga, autora del libro ¿Por qué deseo? (Next Door Publishers), lo compara con el caso de la píldora anticonceptiva en las mujeres. “Hay chicas a las que les reduce la libido, pero hay otras a las que se lo dispara. No solo tiene que ver con niveles hormonales, al tomarla muchas chicas se sienten ya seguras ante el embarazo”, recuerda.

Las hormonas influyen en toda la respuesta, tanto en el deseo como en el proceso de excitación y en la eyaculación o orgasmo
Laura Morán, psicóloga, sexóloga y autora del libro '¿Por qué deseo?'

Otro medicamento al que se le achaca la pérdida de libido es a los antidepresivos. Sin embargo, en este caso las especialistas ponen el foco tanto en la enfermedad como en el tratamiento.

"Si tienes depresión y no tienes ganas ni fuerzas para nada, al final no tienes ganas de tener sexo tampoco. Es evidente”, se queja Guirado. “Es verdad que ciertas pastillas para esta enfermedad pueden retrasar el orgasmo, pero no es una cuestión de deseo es simplemente de respuesta física”, señala. Las expertas recuerdan que, en este sentido, hay quien receta para la eyaculación precoz antidepresivos. “Es como matar moscas a cañonazos”, sentencia Morán.

Para ambas, las causas más comunes tienen una base psicológica: o bien la presión para ser padres o problemas en la propia relación. “Igual estás en una pareja que no quieres estar o que estás en desacuerdo en una decisión de paternidad”, explica Morán.

La paternidad supone para muchos hombres una presión extra a esa virilidad. “Tienen que tener los espermatozoides más fuertes, más rápidos y la capacidad de dejar embarazadas a sus compañeras a la primera. Generalmente en los problemas de fertilidad, la mirada está en ellos”, recuerda Guirado.

Morán apunta a que “la responsabilidad extra” durante esos segundos que dura la relación es de ellos. “A veces no están centrados en el placer si no en la ejecución y, claro, ir a disfrutar y estar pendiente de que tienes que eyacular porque está ovulando, que te haga una cosa u otra... Pues todo esto va en contra de disfrutar y, en consecuencia, va en contra del deseo”, señala.

Hacia otro modelo de masculinidad

La lucha feminista tiene un doble fin también en los estereotipos sexuales que afectan a hombres y mujeres. De hecho busca, por un lado, la libertad sexual de ellas y que ellos sientan menos presión por el estereotipo de macho.

Sin embargo, la liberación de ellas no siempre va de la mano de que ellos dejen atrás este modelo. “Ahora las chicas van mucho más rápido en este proceso”, recuerda Guirado. “Ellos se están quedando un poquito anclados, aunque estén muy concienciados y sean aliados, pueden estar de acuerdo y apoyar que ellas se liberen, pero les impone tener que hacer frente a eso en la cama y al final les genera frustración”, señala.

Lo mismo apunta Morán, quien recuerda que es cierto que cada vez se ven más chicos con la capacidad de decir “no me apetece”, pero que “la presión de el estereotipo del hombre que rinde, del hombre deseante, está otra vez muy activo”.

“Como ellos no están educados o no tienen referentes de cómo tratar o cómo intimar con una chica que es un sujeto deseante y demandante también, pues de repente se sienten un poco perdidos. Así otra vez vuelve a estar en tela de juicio su su rendimiento, su virilidad, su masculinidad. Y a la larga, acaba afectando también a su deseo”, se cuestiona.

Para solucionarlo, Guirado es contundente: “Esto solo lo salva una buena educación sexual”. Aunque señala que cualquier problema de pareja se puede tratar en terapia, los estereotipos sociales son más difíciles de cambiar. “Mientras no formemos a los chicos de 13 años más allá de lo que ven en una pantalla del móvil, hay cosas que van a seguir igual”, sentencia.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es