Lo más espectacular de la Semana del Arte de Nueva York

Lo más espectacular de la Semana del Arte de Nueva York

NYC es la capital mundial del arte, y una semana al año hay elecciones generales. Los hoteles se quedan sin habitaciones, los vestíbulos se llenan de americanas azul royal y el West Side de ávidos coleccionistas deambulando. Por supuesto, la feria de la que hablamos es la centenaria The Armory Show.

NYC es la capital mundial del arte, y una semana al año hay elecciones generales. Los hoteles se quedan sin habitaciones, los vestíbulos se llenan de americanas azul royal y el West Side de ávidos coleccionistas deambulando.

Por supuesto, la feria que convoca es la centenaria The Armory Show, pero abundan los colegios electorales por toda la ciudad. The Armory Show, que ocupa los melles 92 y 94 del río Hudson, en paralelo al portaviones Intrepid, cubre una superficie de 20.000 metros cuadrados por la que se distribuyen puestos para 200 galerías de todo el mundo, presentando lo mejor de sus catálogos en feroz competencia de ventas y repercusión mediática. Año tras año, las apuestas han ido subiendo hasta que la gran feria se sumió en un ambiente irrespirable. Cundió la sensación, no sin fundamento, de que atraía a cierta sociedad elitista más interesada en la resonancia de los nombres y las cifras que en descubrir arte y sus artistas. El esnobismo como reputación ha dañado a la feria y la ha distanciado de los jóvenes creadores que en esta ciudad son legión.

Felizmente, muchas ferias independientes han surgido a su alrededor para cubrir este vacío en el mercado, nutriéndose de la frescura y dinamismo de púbicos y artistas jóvenes y emergentes que a su vez concitan la curiosidad de los anteriores.

Este año, The Armory Show ha respondido promocionando una plétora de eventos artísticos por toda la ciudad, y se ha involucrado con instituciones culturales como el MoMa o el Jewish Museum. Ha situado grandes carteles con hashtags que se ofrecen junto a obras dispuestas más para ser fotografiadas que observadas de forma habitual. El giro que ha dado la Armory este año incluye descuentos para estudiantes y más áreas sociales con su WiFi reglamentario.

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Pero si les digo la verdad, a nosotros nos da igual. Hemos encontrado obras soberbias en la Armory, y en VOLTA (más al Sur en el muelle 90), y en (Un)Scene a pocas manzanas, y en la Art Dealers Association (ADAA), en Art on Paper, Independent, New City Art Fair, PULSE, SCOPE, Spring/Breack Art Show, y en Clio Art Fair.

Publicaciones encontrarán que les hablen de todas ellas o de otras tantas que olvido; y publicaciones hay que les informarán al detalle sobre pedigríes dignísimos y los lugares donde una persona bien situada reserva sus cachorros: aquí, no. Aquí verán las obras que más cuellos han torcido, las más colgadas y comentadas, sean o no de alta alcurnia. Blanco o negro, el gato, que cace ratones:

● Un Grito en una Tormenta (A Shout Within A Storm), de Glenn Kaino es la incontestable favorita del público. Parada y selfie obligado para todo transeúnte. Se puede divergir en su interpretación, pero la miras y reconoces un código en lo que ves. Es accesible e impactante. 149 flechas de cobre suspendidas juntas y apuntando a un mismo lugar por 130.000 dólares en esta edición limitada en la Honor Fraser Gallery de Los Angeles.

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● El Jardín de las Delicias de El Bosco; bueno, no exactamente: Garden of Emoji Delights por Carla Gannis (PULSE). Si buscamos en Google "El Jardín de las Delicias", nos saldrán 3.440.000 resultados, si buscamos la Capilla Sixtina de Miguel Ángel apenas 249.000. La fama de esta obra y la curiosidad que genera es universal. Sin embargo, muy pocos la han visto en el Museo del Prado, solo en formato digital. Garden of Emoji Delights muerde con los dientes del pintor flamenco en una experiencia plana, la de la era digital y el consumo de masas. Masas sobrealimentadas de experiencias sin profundidad: como un emoticono.

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Véanla animada aquí

● He aquí otra obra plana, en un sentido completamente distinto. Humilde y valiente, Jaume Plensa cautiva buscando belleza: sin subterfugios y con ingenio radiante. Laura en Huesca es una escultura que desprende serenidad y contemplación introspectiva. Un antídoto contra la agitación superflua y la persistente alerta. Un ejemplo exquisito además del uso de la perplejidad en el arte.

En 2003, Keltner y Haidt publicaron el que hasta la fecha es el estudio cognitivo más importante sobre el sentimiento de lo maravilloso. Sobre qué es exactamente maravillarse, qué activa esta respuesta, y cuáles son sus mecanismos cerebrales. Concluyeron que sus precursores son dos, la percepción de vastedad y la necesidad de acomodación. En román paladino: aquello que nos inspira tamaño descomunal y extrañeza. Laura maravilla porque aúna ambos precursores. Es ya cabeza descomunal para un cuerpo imaginario, y aunque veamos una cabeza bien proporcionada y redondeada desde casi cualquier perspectiva, algo se siente extraño cuando avanzamos hacia ella. Su altura es de dos metros, pero su profundidad es de apenas un palmo. Les costará creerlo aunque la tengan delante.

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● La caseta de la galería de Nara Rosler se llenó de luz, con el público orbitando alrededor de la gran estrella de laminitas acrílicas que propuso Julio Le Parc. Parte de su encanto estriba en el suave girar independiente de sus piezas dentro del orden geométrico de filas columnas y esfera. A través de ello, apreciamos algo así como un lento burbujear que gustó a todos.

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Dustin Yellin, fundador del centro de arte Pioneers Work en Red Hook, expuso en VOLTA una selección de sus esculturas pintadas, o sándwiches de cristal, como él las llama. Estas psicogeografías son la adición de pinturas y collages en hojas de cristal sucesivas, que juntas componen una imagen tridimensional. El estilo de este pintor escultural es barroco, tal como lo es un árbol exuberante.

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Elisabeth Turk es una escultora de éxito consolidado, galardonada con la MacArthur Fellowship, erigió dos columnas de mármol ahuecado con distintos pulidos en el puesto de la garería Hirschl & Adler. Expresa un esfuerzo de control total sobre la naturaleza, confiesa Turk. Una viga de mármol inconmovible es horadada, cortada y pulida hasta reducirse en sinuosa fragilidad por una voluntad precisa.

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Jocelyn Hobbie, por su parte, nos hizo un regalo con una de sus mujeres de mirada perdida. Más allá del presente, esta belleza helénica y un poquito prognática, está destacada sobre un entorno plano que nos recuerda a aquella "nueva objetividad" de la República de Weimar y a los retratos voyerista de Tamara de Lempicka.

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● No quisiéramos marcharnos sin mencionar la actuación del artista iranoamericano Darvish Fakhr, que se deslizó por toda la Armory en su alfombra mágica hasta que la organización se lo prohibió por "motivos de seguridad". Tocado con fez de Oman, vestido con caftán de Irán y túnica londininse, Darvish Fakhr introdujo un toque de humor en la feria que a nadie dejó indiferente. He aquí la alfombra mágica con batería de litio:

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Y véanla volar aquí

Quizá la semana del arte merezca una mayor descentralización. Puede que el esfuerzo no haya bastado. Pero ahora es tiempo de que ustedes voten con sus dólares, su interés y sus clics de ratón, que viene a ser lo mismo, por lo que consideren que es más importante.