Por qué 'Lo que el viento se llevó' es una película problemática y qué podemos hacer

Por qué 'Lo que el viento se llevó' es una película problemática y qué podemos hacer

Que HBO Max subraye los “prejuicios racistas” de la película ha ayudado a que más gente se conciencie.

Lo que los estereotipos se han llevado. La plataforma de streaming HBO Max ha sacudido el mundo del cine al anunciar este miércoles 10 de junio que retiraban de su catálogo la película de culto Lo que el viento se llevó, estrenada en 1939. Este largometraje dirigido por Victor Fleming “es el producto de su época y refleja prejuicios racistas que estaban extendidos entre la sociedad estadounidense”, ha justificado un portavoz de HBO, que prevé la reincorporación de la película acompañada de una contextualización que ubique la cinta en el marco de su época.

Lo que el viento se llevó es considerada la cuarta mejor película norteamericana de la historia, según la clasificación del American Film Institute, mientras que en las encuestas populares aparece de forma regular como “la película favorita de los estadounidenses”. Sin embargo, para HBO Max, mantener este título en su catálogo “sin explicar ni denunciar esta representación habría sido irresponsable”.

Para numerosos académicos y personalidades del cine estadounidense, Lo que el viento se llevó es el instrumento más ambicioso y eficaz para el revisionismo histórico del sur de Estados Unidos y estos son los motivos:

“Es una película que glorifica cómo era el sur [de Estados Unidos] antes de la Guerra de Secesión. Es una película que no ignora los horrores de la esclavitud y solo se interrumpe para perpetuar algunos de los estereotipos más dolorosos para las personas de color del sur”, la describió John Ridley, guionista de 12 años de esclavitud, en una carta abierta publicada en Los Angeles Times que ha hecho reflexionar a HBO Max.

Adaptada de la novela homónima de 1936 de Margaret Mitchell, Lo que el viento se llevó narra la vida de Scarlett O’Hara, hija de una familia adinerada que regenta una plantación de algodón cuando estalla la Guerra de Secesión. Este lagometraje narra en primer plano una gran historia de amor, pero también romantiza la esclavitud y defiende una contraverdad histórica: la ideología de la Lost Cause (la causa perdida de la Confederación), que sostiene que los estados sureños lucharon por su independencia política, amenazada por los estados norteños, y no por mantener la esclavitud.

“Lo que el viento se llevó representa la visión de una sociedad de preguerra que vivía en paz y en la que los esclavos negros eran como una gran familia”, explica a la edición francesa del HuffPost Régis Dubois, autor y especialista en cine americano, y particularmente de cine afroamericano. Además del enaltecimiento del sur, esta película contribuye a la construcción de estereotipos alrededor de los personajes negros en la cultura estadounidense, como el estereotipo del tío Tom o el de “la niñera” con el personaje de Mammy.

“Ciertamente, Hattie McDaniel fue la primera actriz negra que ganó un Oscar por su papel, pero menudo papel”, señala Régis Dubois. “Este estereotipo de la niñera, de ama maternal y autoritaria recorre toda la historia del cine”. Si unos años antes, en 1915, El nacimiento de una nación instauró la mitología de la criminalidad de los negros con sus personajes negros malhechores, Lo que el viento se llevó los representó como “unos niños grandes y bobos”.

En una entrevista concedida en el estreno de su película Infiltrado en el KKKlan, en la que aparecen escenas de Lo que el viento se llevó, el director afroamericano Spike Lee le dijo a la revista Première: “Esta película es uno de los responsables de la persistencia de la mentalidad racista en Estados Unidos. Romantiza totalmente el sur y la esclavitud. Y lo que es peor: ha perpetuado dos ideas peligrosas: que los confederados no perdieron realmente la Guerra de Secesión y que la esclavitud no tuvo nada que ver en esta guerra”.

“Ese es el poder blando del cine”, prosigue Régis Dubois, autor de Images du Noir dans le cinéma américain blanc (Imagen de los negros en el cine estadounidense blanco), entre otras obras. “Un estereotipo repetido continuamente se convierte en una imagen real. Y Lo que el viento se llevó no es la única película inscrita en esta tradición de la imaginería y la mitología estadounidense que tanto daño ha causado”. 80 años más tarde, Donald Trump se lamenta de que no haya más películas de esta clase y critica con sorna que una película surcoreana haya ganado el Oscar a Mejor Película.

Si El nacimiento de una nación ya provocó la indignación y manifestaciones desde su estreno en 1915, Lo que el viento se llevó también es “una película que supone un problema desde hace mucho tiempo”, sostiene Régis Dubois, pero no es una opinión compartida por la mayoría de la opinión pública. Ver cómo HBO Max subraya los “prejuicios racistas” de la película ha ayudado a que más gente se conciencie.

En Francia, la editorial Gallmeister acaba de publicar una nueva traducción de la obra con un cambio de enfoque significativo: a diferencia de la primera traducción francesa de mediados del siglo XX, la traductora Josette Chicheportiche ya no caricaturiza la forma de hablar de los personajes negros de la plantación, lo que resulta en una representación más digna de estos.

La decisión anunciada por HBO Max este miércoles no ha estado exenta de críticas. “Un delirio ideológico llevado a otro nivel”, ha escrito el ensayista Éric Naulleau. “La reescritura de la historia, un clásico de los totalitarismos”, opina Judith Waintraub en el editorial de Le Figaro. “Los talibanes de la cultura no ceden. ¿El día de mañana qué otra película censurarán? ¿Qué estatua masacrarán a golpe de cincel? ¿Qué cuadro retirarán de los museos?”, denuncia también el periodista Clément Weill-Reynal cuando la LICRA (Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo) habla de “censura”.

Lo que el viento se llevó ha sido retirada de la plataforma en pleno movimiento de protesta contra el racismo y la violencia policial contra los negros en Estados Unidos, pero HBO Max ha indicado que planea volver a subir la película contextualizándola para que el espectador entienda la obra en el marco de su época.

“Yo no creo en la censura”, escribió el cineasta John Ridley en su carta abierta. Sí que insistía en la necesidad de que la película apareciera junto a “otras obras que den una visión más completa y global de lo que fueron los Estados Confederados y la esclavitud. Se podrían adjuntar testimonios y conversaciones sobre la importancia de contar con múltiples voces para narrar la historia desde diferentes perspectivas en vez de simplemente reforzar los puntos de vista de la cultura dominante”.

Para Régis Dubois, hacer desaparecer esta película no sería una buena idea. La solución no pasa por “destruir las huellas de la historia”, sino por “aportar explicaciones o una advertencia”. “Hay que mirar a nuestra historia a los ojos e incorporar estos testimonios. Es parte de nuestro deber con la memoria histórica”, indica el especialista en cine afroamericano trazando un paralelismo con las estatuas colonialistas que están siendo destrozadas por los manifestantes en ciudades como Bristol (Inglaterra) o Amberes (Bélgica).

“¿Quién tiene el derecho de elegir lo que debemos ver, entender y leer? Estas huellas nos permiten explicar de dónde venimos”, ha argumentado el historiador Pascal Blanchard en el plató del programa Quotidien. Dado que “estas huellas nos permiten narrar cualquier cosa”, este especialista en historia de la colonización, de la inmigración y del racismo propone incluir “letreros bien grandes que expliquen quién es este negrero que tiene una estatua”. “Si se retira la imagen de [la marca de cacao en polvo] Banania, ya no se podrá comprender qué es lo que apoyaba Banania en nuestra sociedad. Forma parte de la historia”, concluye.

Por el momento, HBO Max no ha dado más información sobre el contexto que acompañará a Lo que el viento se llevó cuando la película se reincorpore a la plataforma.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.