Lo que Tom Hanks nos ha enseñado sobre el coronavirus

Lo que Tom Hanks nos ha enseñado sobre el coronavirus

Algunos dicen que las adversidades sacan lo peor de nosotros, pero también pueden revelar nuestra mejor versión...

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Si algo nos ha quedado claro a estas alturas es que para terminar con esta horrible situación debemos hacer acopio de nuestra responsabilidad colectiva… y permanecer completamente aislados en nuestro salón. Algunos afortunados disfrutarán de una bonita terraza, puede que hasta de un agradable jardín o incluso de familia numerosa. Para otras, las que vivimos en habitáculos de unos 30 metros cuadrados, solas y con ventanas a un patio, esta experiencia puede ser lo más parecido a naufragar en una isla desierta a lo Tom Hanks… pero sin vistas al mar. Probablemente él ya sepa manejar esto con calma y no debe vivir en un cuchitril de escasos metros, pero al resto de los mortales nos viene bien repasar el clásico de los clásicos en asuntos de aislamiento. ¿Qué hizo Chuck Noland para mantenerse a flote? Si él logró superarlo, ¡nosotros también podemos! 

El problema del primer mundo: la falta de tiempo

El inicio de la peli es la radiografía perfecta de lo que eran nuestras vidas hasta ayer: un empleado que va de un lado a otro desencajado “tic, tac, tic, tac” porque quiere llegar a tiempo… a su trabajo. “El tiempo es un tirano implacable. No importa si estamos sanos o enfermos. Hambrientos o borrachos. Si somos rusos, americanos o incluso marcianos. Es como el fuego, puede destruirnos o calentarnos”. ¿Cuántas veces has repetido en los últimos meses (años) eso de “tengo que irme”, cuando en realidad preferías quedarte? ¿Cuántas has lamentado no dedicarle más a lo que realmente te hace feliz? Ahora que tenemos esa oportunidad resulta que estamos aterrados. 

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El shock. La catástrofe. El virus. La pandemia. El estado de alarma

De repente algo nos golpea fuerte. Contenemos la respiración. Nos ahogamos. Sentimos miedo. ¿Esto es real? No entendemos nada. Estamos desorientados. Los primeros días te pones a dar vueltas como si esos 30 metros cuadrados de casa fuesen el mismísimo desierto del Sáhara. Tras pasar las primeras 24 horas recorriendo las cuatro paredes con la boca abierta te das cuenta de que estás solo y mandas whatsapps compulsivamente. “Holaaa, ¿hay alguien?”. “Disculpa, no tengo tu teléfono en la agenda ¿quién eres?”. Miras por la ventana y ni rastro de los calzoncillos de pececitos del vecino. Intentas relajarte. “Esto va a ser solo un par de días, enseguida vendrán a rescatarme”. Revisas con nostalgia la galería de fotos del finde pasado como si hubiesen pasado más de siete años.

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Adaptarse

Esas deportivas negras que le quedaban pequeñas convertidas en peep toe son la clave. No puedes elegir así que te toca continuar con lo que tienes y amoldarte. Abrirse a lo nuevo, estar dispuesto a aprender. Con las cosas están a tu alrededor, ¿qué puedes hacer? Lo primero es organizarse, abrir todos los paquetes. Pon en marcha tu ingenio y tu creatividad. Si nuestro protagonista pudo fabricarse una red para pescar con un vestido de fiesta y hacer un cuchillo con unos patines de hielo imagina la de cosas que se pueden hacer con 576 rollos de papel higiénico.

Mantener el estado de ánimo positivo

Una cosa es ser conscientes de la realidad e informarse y otra llenar nuestra cabeza de noticias catastrofistas. Los médicos aseguran que la actitud es un factor determinante a la hora de superar cualquier adversidad. Cuando notemos que alguien está triste o deprimido intentemos animarle. Compartamos contenidos en las redes que aporten algo de ilusión y de optimismo. Echemos mano del humor, tan necesario siempre pero más en estos momentos. “¿No tendrás por ahí una cerilla verdad?”, le pregunta un hombre desesperado a una pelota de goma. Celebremos también los pequeños triunfos como si fuesen grandes hazañas, igual que Chuck cuando por fin consigue hacer fuego. Si algo sale bien pongamos la música a tope y bailemos.

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Tener un proyecto

Para nuestro náufrago era construir una balsa, para nosotros puede ser hacer un curso a distancia, escribir un libro, rediseñar nuestra web, pasar nuestro negocio al comercio online… En definitiva, mantenernos activos. Tener un lugar al que llegar, aunque sea después de un tiempo, nos da un motivo para seguir latiendo. También podemos aprovechar para limpiar, ordenar o clasificar de una vez por todas los dichosos archivadores de contabilidad… Trazar una rutina aportará algo de equilibrio a la inestabilidad y tener otra cosa entre manos que no sean “patatas fritas a la vinagreta” le hará bien a nuestra dieta y a nuestra salud mental.

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Wilson o el valor de las relaciones sociales

Si algo vamos a aprender de esto es que nos necesitamos más de lo que pensamos. Los que puedan, pasarán más tiempo con su familia. Los que no, les llamaremos varias veces al día. Hagamos un buen uso de las redes sociales para sentir de verdad que estamos conectados. Recordemos que Chuck Noland sólo consigue encender el fuego cuando sabe que su amigo Wilson le está mirando. Compartamos recetas, ideas para actividades, pelis, series, libros. Hagamos quedadas por Skype y en lugar de escribir en chats, hablemos por FaceTime. La presencia del otro es fundamental para mantener alto nuestro estado de ánimo.

Algunos dicen que las adversidades sacan lo peor de nosotros, pero también pueden revelar nuestra mejor versión. El coronavirus nos ha abocado a una situación difícil para todos. Pero estamos juntos y vamos a superarlo saliendo más fuertes, más valientes y más sabios. ¡Muchos ánimos queridos náufragos!