Los 3.000 vallas... ¡por dónde vayas!

Los 3.000 vallas... ¡por dónde vayas!

Retransmitan las etapas a contrarreloj de personas con discapacidad en su vida cotidiana.

Blind pedestrian walking and detecting markings on tactile paving with textured ground surface indicators for blind and visually impaired. Blindness aid, visual impairment, independent life concept.zlikovec via Getty Images

“Chiquillo, ¿dónde ibas tú ayer tan deprisa?”, me preguntó la panadera mientras me despachaba dos gallegas pequeñas. Y, sin dejarme responder, me explicó que limpiaba ella las cristaleras del establecimiento cuando me vio precipitarme a toda prisa por la acera de enfrente. “Me quedé loca... Quise saludarte, pero no me dio tiempo. Bueno, y el resto de la gente... se giraba y todo porque pensaba que te ibas a matar... Alguno casi se rompe el cuello, añadió. Y, claro, ¿cómo no se iba a sorprender si, al tener discapacidad, te enfrentas cada día a los 3.000 vallas... ¡por dónde vayas!

Como entonaría un presentador de informativos, este suceso acaeció en la capital de Andalucía, pero acontecimientos similares se pueden observar a lo largo y ancho de nuestro planeta. Por ejemplo, acudía a mi trabajo en la calle Almansa de Madrid, encarando con avidez Bravo Murillo, y la gente se abría a mi paso con estoicismo, hasta que un hombre decidió expresar su sentir con un “Si es que va demasiado rápido”. El otro día en mi pueblo, Navalcarnero, un señor se fijó en mi paso largo, a la par que firme, y no pudo controlar una exclamación: “¡Jódele al ciego!”.

Retransmitan las etapas a contrarreloj de personas con discapacidad en su vida cotidiana.

Tampoco se limita esta circunstancia a los ciegos, sino que se extrapola a todas las personas con discapacidad. Algunos vecinos me cuentan, con admiración, que se han encontrado con el Rengo, un amigo usuario de silla de ruedas, por la calle. Esta situación, la silla de ruedas, les anima, además, a gastar bromas. “El tipo ha derrapado en una esquina de la velocidad que ha cogido”, te sueltan sin mucho aire por las carcajadas que les provoca su propio chiste. ¡No se atragantarán los graciosos!

Por todo lo relatado, yo, Cristian Díaz, propongo, desde este humilde artículo, a las plataformas de televisión de pago un pingüe negocio. No importa si emiten por satélite, cable o Internet. Si me tienen en cuenta, se forrarán aún más. Retransmitan las etapas a contrarreloj de personas con discapacidad en su vida cotidiana. Tienen todos los ingredientes para convertirse en un éxito: deporte, emoción, superación personal, emotividad y peligro. Supervivientes, sin alejarse de los estudios de su cadena.