Los ideales de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas para el 26-M

Los ideales de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas para el 26-M

Frans Timmermans y Pedro Sánchez, el pasado febrero en Madrid, en el Congreso del PES. Jesús Hellín / SOPA Images / LightRocket via Getty Images

El Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo es el segundo mayor del Europarlamento. Bajo su ala, en una estructura de grupo creada en 1992, suman fuerzas los socialistas, los socialdemócratas y los laboristas del Viejo Continente. Entre ellos está el PSOE de Pedro Sánchez.

Para tener 191 escaños (sobre 751), lo cierto es que su poder no es muy vistoso. A las riendas de siete estados de la Unión -España entre ellos-, suman apenas una comisaria, importante, sí, pero una, la italiana Federica Mogherini, jefa de la diplomacia comunitaria. Ocupan también la vicepresidencia de la Comisión Europea, precisamente con el hombre que ahora aspira a ser presidente, el neerlandés Frans Timmermans, que ha pasado los últimos cuatro años como mano derecha de Jean-Claude Juncker y fue ministro de Exteriores en Holanda.

Las encuestas no son las mejores para el PES de cara a las elecciones del 26 de mayo: las primeras proyecciones de voto publicadas por la Eurocámara apuntan a que obtendrían 135 eurodiputados, seguidos de los liberales (75) y la suma de los euroescépticos (que puede superar los 150). Volverían a ganar los conservadores del Partido Popular Europeo, con 183. Pese a ello, los socialistas confían en recuperar fuerzas gracias a sus dos últimas victorias nacionales, el Finlandia y en nuestro país.

De cara a estos comicios, han lanzado un “Manifesto” (lo tienes completo al final de este documento) en el que se comprometen con los valores esenciales del partido: europeísmo al servicio, dicen, de un “nuevo contrato social” que habla de ciudadanía, solidaridad, lucha contra la desigualdad, justicia fiscal, políticas contra el cambio climático , una “mejor” gestión de las migraciones y, en último lugar, la seguridad. El bloque social va, pues, en cabeza de sus prioridades. “No avanzaremos en integración política si no incorporamos la dimensión social”, en palabras de Josep Borrell, cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas.

 
No avanzaremos en integración política si no incorporamos la dimensión social
Josep Borrell, cabeza de lista del PSOE a las elecciones europeas

Los socialistas piden un cambio de liderazgo y de rumbo político para “dejar atrás los modelos neoliberales y conservadores del pasado”; ello supone, dicen, “empleo de calidad para la ciudadanía, un medio ambiente sano, la seguridad social y un modelo económico que aborde la desigualdad y el coste de la vida”. “Mantener el statu quo no es una opción”, rechazan.

En sus primeras líneas ya abordan el reto que supone el ascenso de la ultraderecha y los populismos. Sostienen que para que puedan crecer “todos los europeos y europeas”, el proyecto ha de ser común, no excluyente. “Los nacionalistas nostálgicos no están vendiendo sino peligrosos espejismos, poniendo en riesgo los logros del pasado y los valores europeos. Nosotros, socialistas y demócratas, debemos velar por el bienestar de la ciudadanía y garantizar el progreso social y ecológico, sin dejar atrás a ninguna persona ni a ningún territorio en las transiciones digital y ecológica”, defienden. Unidas en la diversidad, repiten insistentes.

Iguales y dignos

Frente a programas de derechas que centran sus apuestas en la empresa, la industria y la economía, en fin, el PES sitúa como su primera apuesta la de la igualdad y la dignidad de los europeos. Se logra, sostienen, acabando con la desigualdad o reduciéndola “drásticamente”, acabando además con la “concentración de la riqueza y la propiedad en manos de unos pocos”.

Una Europa del bienestar -un término ya en desuso que ellos aún enarbolan- necesitan, a su entender, unos estados de bienestar sólidos en todos los miembros, “unas redes de seguridad social y unos servicios públicos de calidad” sin las que no se puede prevenir la pobreza ni atender a los más necesitados: “los jóvenes, las personas mayores, los trabajadores y trabajadoras vulnerables y los desempleados”.

“Tenemos el deber de proteger a las personas si enferman, pierden su empleo, padecen discapacidades o atraviesan tiempos difíciles. El derecho a una asistencia sanitaria de calidad, a la educación y a unas pensiones dignas es universal y debe defenderse”, sostienen, poniendo énfasis en la necesidad de que los estados y la UE respondan, desde lo público, a las necesidades esenciales de sus pobladores.

No vale cualquier empleo

Ya en la tercera línea de su manifiesto hablan los socialistas de los efectos de la crisis económica que parece relativamente pasada. De ella se ha salido con empleos muy precarios (el caso de España es sangrante) y por eso, además de constatar el derecho de los europeos a tener un trabajo, añaden que éste debe dar para vivir “con dignidad”. “El desempleo y la exclusión social deben afrontarse de manera colectiva y no desdeñarse como fracasos individuales”, señala.

A igual tarea, igual salario, añaden, pidiendo el fin de las diferencias, las territoriales y las de sexos. Y, claro, prometen legalidad: “ningún trabajo sin contrato, ningún trabajo sin un salario justo y prohibición de los contratos de cero horas y de los falsos autónomos. Lucharemos por unos salarios mínimos dignos en toda Europa. La existencia de trabajadores pobres es moral y económicamente injustificable”, señalan, aunque en el caso de nuestro país fue antes Podemos que el PSOE quien inició el debate de los salarios.

Si falta empleo, los socialistas proponen un mecanismo de “seguro europeo de desempleo complementario que apoye a los Estados miembros en caso de que se produzca un fuerte aumento del desempleo”. “Abogamos por una Autoridad Laboral Europea fuerte facultada para combatir el dumping social y garantizar una movilidad laboral justa en toda la UE y se necesita un Plan de Acción Social para convertir el Pilar de Derechos Sociales de la UE en normas vinculantes que refuercen los sistemas de bienestar, respeten los modelos de mercado de trabajo y mejoren el nivel de vida”, describen. Y si los ciudadanos se afilian a un sindicato, recuerdan, mejor para ir haciendo todo lo que queda por delante, porque lejos de ser un estorbo, como para las fuerzas conservadoras, son un acicate de justicia.

 
  Manifestación del Primero de Mayo de 2019 en Madrid. AGENCIA EFE

Los ricos y los impuestos

“No cederemos ante las fuerzas del mercado no controladas y pondremos fin de una vez a las políticas de austeridad. Europa debe crear oportunidades económicas para todos, así como garantizar que la prosperidad sea sostenible y esté equitativamente repartida entre todos los europeos y europeas”, dicen los socialistas europeos. Recortes no, tras los perpetrados en la pasada legislatura.

En vez de tijera, plantean que se haga un Plan de Inversiones a largo plazo para preparar a la industria y a los empleados, que no lleguen tarde al tren ni sean víctimas de todo lo que ya está aquí: la transición ecológica, la revolución digital y el crecimiento de la inteligencia artificial. Planean “canalizar” la inversión de la UE a investigación e innovación y formación permanente, de forma que los trabajos no se queden obsoletos y pueda fijarse mano de obra en el continente, desde la competitividad.

“La zona euro también necesita una reforma sustancial y su propio presupuesto. Deben revisarse las normas fiscales europeas para garantizar que fomenten el crecimiento sostenible y el empleo. Los derechos sociales de la ciudadanía deben primar sobre las libertades económicas de las grandes empresas. Queremos justicia fiscal y seguiremos encabezando la lucha contra la evasión fiscal, la elusión fiscal y la planificación fiscal agresiva”, añaden. Es la madre del cordero: más impuestos, pero sobre todo para que los que más tienen financien el entramado público sin el que los ciudadanos están en peligro.

“Promoveremos un enfoque europeo común para garantizar un nivel adecuado de imposición efectiva y frenar la competencia a la baja del impuesto de sociedades. Cada ciudadano y cada empresa deben contribuir de manera justa a la sociedad respetando sus obligaciones fiscales. Los beneficios deben gravarse allá donde se generen”, especifican. Y hacen una alusión concreta a los rescates de bancos, a cómo los ciudadanos pagaron a las entidades por salvarlas de sus propios errores: con nuevas normas, no se repetirá.

Europa necesita, resumen, un presupuesto “más sólido” a fin de “garantizar la cohesión y la solidaridad entre la ciudadanía y entre las regiones y países, mejorando los niveles de vida en toda Europa y reduciendo las desigualdades”.

  Unas jóvenes estudiantes participan en un Viernes por el Clima, el pasado marzo, en Varsovia (Polonia). NurPhoto via Getty Images

El rojo es el nuevo verde

Es imparable: el cambio climático es un problema que ha calado en la sociedad y que, sobre todo en el último año, ha sacado a los ciudadanos a la calle. Hay más concienciación sobre el medio ambiente, sobre lo mal que está nuestro planeta y el escaso margen que aún hay para frenar el daño, y los socialistas se han visto forzados a hacer suyos unos planteamientos que siempre han sido territorio de Los Verdes o de una izquierda más radical. “El rojo es el nuevo verde”, dicen por ejemplo en Bélgica.

El Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo defiende que sea Europa la que lidere esa batalla por la Tierra, protegiendo su biodiversidad en el continente y fuera de él. “Nuestra visión combina la protección del planeta con el interés de todos nuestros ciudadanos y ciudadanas; todo el mundo debe tener acceso a un aire limpio, un agua limpia, una energía limpia y unos alimentos de calidad”, reivindican.

Como solución, plantean que se adopte un Pacto de Desarrollo Sostenible con objetivos sociales y medioambientales “a fin de impedir que los intereses económicos triunfen sobre el medio ambiente”. Añaden un Fondo de Transición Justa, que debe ayudar a aplicar la Agenda y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para el año 2030 “de una forma socialmente justa”, y se comprometen a “elevar el nivel de ambición climática de la UE” respecto a compromisos como el Acuerdo de París (2015), que Bruselas sigue pero con objetivos modestos.

Más: para luchar por el medio ambiente hay que renovar la industria europea y hacer a sus miembros líderes en energías renovables y alcanzar la neutralidad climática -es decir, una economía que no tenga impacto en el calentamiento- para el año 2050, como muy tarde. Ese objetivo, en realidad, ya ha sido tramitado por la Comisión en el presente mandato.

Sus demás medidas verdes son: gravar de igual manera en toda la UE las emisiones de CO2 (de forma “socialmente justa”), mejora de la movilidad y la calidad del aire, viviendas asequibles y eficaces energéticamente gracias a un Plan de Vivienda Asequible y Transporte Público Limpio en Europa, planes contra la pobreza energética, control del agua y accesibilidad a productos seguros, que requiere también de una política agrícola igualmente responsable, sostenible y de calidad.

Los valores de los socialistas

El PES habla de una Europa libre y democrática, con mayor participación ciudadana. “Deben potenciarse a todos los niveles la participación cívica, la rendición pública de cuentas y unos procesos de toma de decisiones justos y transparentes”, dicen.

Ciudadanos de todo tipo,  de “sociedades abiertas y dinámicas, en las que las personas tengan los mismos derechos y puedan vivir libres de discriminación, prejuicios y sexismo, así como con pleno respeto a su intimidad y seguridad”. Diversidad es una palabra que repiten y reivindican mucho, porque “es parte de la identidad y la fuerza de Europa”. Para hacer piña, proponen que el 9 de mayo, Día de Europa, pase a ser festivo en todos los Estados miembros “para celebrar la paz y la unidad en Europa”.

No hablan de propuestas concretas, pero garantizan su persecución del odio y la intolerancia, su defensa de los derechos humanos y de la transparencia. “Queremos que se tomen medidas enérgicas para prevenir cualquier mal uso de los fondos públicos o de la UE, ya sea para beneficio privado o para fortalecer el poder político”, prometen, en tiempos en los que el continente está muy golpeado, de norte a sur y de este a oeste, por la corrupción.

Es muy breve la alusión que hacen a la seguridad. “El refuerzo de la cooperación policial y judicial impulsará la lucha contra la delincuencia organizada transfronteriza y el terrorismo”. Sin más.

 
  Manifestación en Madrid del pasado 8 de marzo, Día de la Mujer. Juan Medina / Reuters

Si no hay programa que se precie de progresista que olvide el medio ambiente, tampoco lo hay que deje de lado a las mujeres. Los socialistas europeos proponen una Estrategia Europea de Igualdad de Género “que sea vinculante, para seguir liderando la lucha contra la brecha salarial de género y en las pensiones, combatir el acoso sexual y la violencia de género y garantizar que cada persona pueda ejercer plenamente sus derechos sexuales y reproductivos”. La discriminación, dicen, ya es “inaceptable” en estos tiempos y en esta Unión.

Una mujer, recuerdan, tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, desarrollar su carrera; y un hombre, ahondan, tiene igual derecho a criar a sus hijos y cuidar de su familia.

En esta reivindicación de igualdad incluyen a las diversas orientaciones sexuales. “Seremos implacables en nuestra lucha contra todas las formas de discriminación. Europa debe eliminar los obstáculos legales y sociales para que las personas LGBTI puedan vivir libremente y en un marco de igualdad y respeto”.

“Debemos empoderar a la juventud europea y dotarla de las capacidades necesarias para forjar su futuro y convertirse en ciudadanos y ciudadanas activos”, indican. El principio de solidaridad intergeneracional debe ser la base de todo ello.

Si para los jóvenes plantean oportunidades, para los niños directamente exigen dignidad. “Es inaceptable que casi uno de cada cuatro niños y niñas esté en riesgo de pobreza. Cada niño y cada niña deben tener acceso a una asistencia sanitaria, una atención infantil, una educación, una vivienda y una alimentación de calidad”. Por eso prometen implementar una Garantía Infantil Europea que les dé cobertura. La Garantía Juvenil -que ya está ayudando a miles de jóvenes europeos y europeas a conseguir trabajos de calidad, períodos de prácticas o a continuar su educación- es el modelo a seguir, pero también esta hay que cambiarla, buscando el pleno empleo juvenil y la reducción de la exclusión social.

En educación, plantean reforzar el programa Erasmus+, mejorando el acceso de personas con menos recursos, y crear unos Cheques Culturales Europeos para apoyar el acceso de la juventud a la cultura.

Europa, por sus valores de base, “debe ser un modelo de democracia, paz y estabilidad, así como un referente de justicia social, diálogo, multilateralismo, derechos humanos, trabajo digno, estado de derecho, desarrollo sostenible e igualdad de género”. Todo ello se sustenta en la unidad “ante unos socios impredecibles y aislacionistas” (sin citar, léase EEUU), porque otra globalización es posible.

Los socialistas quieren reformar las Naciones Unidas (no dicen cómo), quieren más normas comunitarias sean vinculantes en cuestiones sociales y ambientales o derechos laborales y que en ello colabore la ciudadanía y fiscalice lo que se hace.

“Mantendremos la promesa de invertir el 0,7% de nuestra renta nacional bruta en ayuda oficial al desarrollo y fortaleceremos nuestras alianzas con los países en vías de desarrollo. Seguiremos desarrollando nuestra Defensa Común Europea, aunando y compartiendo nuestros recursos para garantizar la paz y la seguridad, en colaboración con la OTAN y otras organizaciones internacionales”, afirman, sin ahondar en el debate del ejército europeo.

Es un tema espinoso para los socialistas, que genera problemas en el seno del grupo, donde hay sensibilidades dispares. Cuántos refugiados se acogen, qué ayuda se da a los náufragos, devoluciones en caliente sí o no... Temas en los que España está a la orden del día, con el Aquarius y el Estrecho, por ejemplo.

“Más de la mitad de las personas que llegan a Europa son personas que vienen de países donde no hay motivos para solicitar asilo”, explicó Timmermans en una entrevista, muy polémica. En genérico, defienden una política migratoria basada en la responsabilidad compartida y la solidaridad.

“Europa necesita una política común de asilo y migración justa, basada en la responsabilidad y la solidaridad compartidas entre los Estados miembros, así como en la cooperación con los países de origen y tránsito. Todos podríamos beneficiarnos de un sistema de migración bien gestionada, regular y justo; ésta puede ayudar a fortalecer la economía, generar nuevos puestos de trabajo y preservar nuestro sistema de bienestar”, dice su manifiesto.

Ven las lagunas: “Europa debe gestionar la migración de una manera más digna, justa y ordenada, manteniendo un control efectivo de sus fronteras a la vez que combate la trata de seres humanos y la explotación delictiva de personas, y mejorando la protección de quienes necesiten asilo”, dicen, cargando contra la ligazón inmigración-delincuencia de la derecha.

Su propuesta es la de “abrir canales seguros y legales, apoyar los medios para su protección en las regiones adyacentes y abordar las causas fundamentales de la migración, incluido el cambio climático”, que otras formaciones no incluyen. Esto requerirá una nueva asociación con África y un Plan Integral Europeo de Inversiones para África, una mejor financiación de las políticas de integración y apoyo a las ciudades y comunidades de acogida. Estos días, de hecho, los ministros de Exteriores de la UE ya están estudiando como ayudar al continente africano, del que hoy procede la mayoría de migrantes sin regular.

 

PES, Manifesto 2019. Elecciones europeas by Anonymous VEU9TMsZzD on Scribd