Los "idus" del marzo catalán

Los "idus" del marzo catalán

Como Julio César, Artur Mas, parece haber encontrado una salida. "Aún nos queda marzo", cuentan que ha dicho a los suyos. Está decidido a vivir su propio idus porque a estas alturas es consciente de que sólo un milagro impedirá que los catalanes vuelvan a votar. Mariano Rajoy ha trasladado a propios y extraños que la solución al problema catalán pasa por la creación en las Cortes Generales de una inevitable ponencia que actualice el pacto político de 1978.

Imposible en un acontecimiento de tal magnitud separar leyenda de historia. Y si William Shakespeare se cruzó por medio, mucho menos. La fuerza de su obra fue tan grande y el influjo de sus personajes tan profundo que se apoderaron de la realidad. "¡Cuídate de los idus de marzo!" fue la famosa frase que el dramaturgo inglés nos dejó para siempre.

¿Idus? Las fechas clave del calendario romano correspondían al día 13 de cada mes, excepto en marzo, mayo, julio y octubre, en los que caían en 15. Se les atribuía un carácter positivo y eran consideradas jornadas de buenas noticias hasta que en el 44 antes de Cristo, ese día, asesinaron a Julio César. Fue la primera vez que un idus de marzo se teñía de sangre, pese a que un vidente había advertido previamente a César del peligro que le amenazaba. Él, riendo, dijo: "Los idus de marzo ya han llegado". Y el visionario contestó: "Sí, pero para tí aún no han acabado". Una conspiración dirigida por Casio y Bruto y 23 puñaladas acabaron con su vida ese mismo día en el Senado romano. Cayó a los pies de la estatua de Pompeyo, y el hombre que contribuyó a modificar el destino de Occidente se convirtió en cuestión de segundos en un despojo sangrante.

Como Julio César, Artur Mas, exánime y desorientado, parece haber encontrado una salida. "Aún nos queda marzo", cuentan que ha dicho a los suyos. Está decidido a vivir su propio idus porque a estas alturas, y pese a todo tipo de intentos y humillaciones, es consciente de que sólo un milagro impedirá que los catalanes vuelvan a votar. De ser así, el próximo marzo serían las cuartas elecciones en cinco años en Cataluña.

El ruido que habla de anticipo cada vez es más intenso porque no parece que el sucesor de Pujol vaya a conseguir los votos suficientes para ser investido en ninguna de las dos votaciones previstas esta semana. De someterse a una tercera antes de cumplir los dos meses reglamentarios desde la primera, ni se habla. El sucesor de Pujol cree que unas elecciones anticipadas, y una CDC camuflada con la denominación "Democracia y Libertad", pueden salvarle de la quema si a estas alturas se puede hablar de salvación en el caso de alguien a quien incluso los suyos creen más muerto que vivo.

En todo caso, agotar los plazos hasta la disolución automática del Parlament, parece la última brazada que el ahogado está dispuesto a dar, si como está previsto tras su discurso de investidura, mañana los 10 diputados de las CUP voten en contra junto a Ciudadanos, PSC Catalunya Sí que es Pot y el PP. Y, como parece seguro también, 48 horas después, en segunda votación, los "cuperos" mantengan idéntica postura.

A partir de entonces, Cataluña entrará en un escenario inédito en democracia que puede acabar con la disolución automática del Parlament y una nueva convocatoria electoral si no hay investidura en los dos meses de plazo que marca el Estatut. De momento, CDC mantiene su negativa a la exigencia de las CUP de buscar un candidato alternativo a Artur Mas de entre los diputados de Junts Pel Sí.

Será un tiempo muerto para la hoja de ruta independentista, pero para Mas relajaría los tiempos a la espera de que el 20-D modifique el mapa político español y se abra una negociación con el Gobierno central que salga de las urnas. Del mismo modo que el president en funciones tiene asumido el adelanto electoral, Mariano Rajoy ha trasladado a propios y extraños que la solución al problema catalán pasa por la creación en las Cortes Generales de una inevitable ponencia que actualice el pacto político de 1978.

Fue precisamente ésta la propuesta que el líder de Unió Democrática de Catalunya, Josep Antoni Duran i Lleida puso encima de la mesa del presidente del Gobierno en su último encuentro en La Moncloa. Rajoy le autorizó entonces a trasladar en público que había escuchado muy atentamente su oferta para impulsar, después de las elecciones generales, una ponencia especial dentro de la Comisión Constitucional del Congreso para adecuar la Carta Magna al siglo XXI. El objetivo pasaría por una disposición adicional que incluyera el reconocimiento de la «realidad nacional» catalana, el respeto a la lengua y cultura, y una solución fiscal.

Hasta que ese momento llegue, el Gobierno del PP tiene intención de gestionar con la máxima prudencia todos los pasos jurídicos y políticos a dar en el momento en que se apruebe este lunes la declaración de desconexión que votará el Parlament.

Por su parte, hasta que se celebren las elecciones anticipadas en Cataluña, Artur Mas intentaría enterrar los vestigios de la Convergencia de Pujol e impulsar desde la candidatura Democracia y Libertad -que encabezará Frances Homs al Congreso- la creación de un nuevo partido. Será entonces cuando llegue su propio "idus" de marzo porque son pocos los que apuestan por que un Mas agónico, sepultado por la corrupción de CDC, humillado por los antisistema y noqueado tras el resultado del 27-S, pueda encabezar ningún proyecto de éxito se llame éste como se llame.

Como Julio César, podrá pensar que "los idus de marzo han llegado", pero, como al emperador romano, algún visionario le susurrará aquello de "... pero para tí no han acabado". Marzo puede ser el plan B de Mas, la salida que le permita ganar tiempo, pero el "idus" de 2016 no parece que le vaya a traer buenas nuevas, más bien una amenaza seria sobre el final de su vida política. No fenecerá a los pies de la estatua de Pompeyo, pero sí en nombre de la estelada.