Los líderes de la UE intentarán cerrar este jueves el reparto de cargos de la UE pese a sus divisiones

Los líderes de la UE intentarán cerrar este jueves el reparto de cargos de la UE pese a sus divisiones

Sánchez se reúne con Macron y costa.

  SánchezREUTERS

Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea intentarán este jueves cerrar un acuerdo sobre el reparto de los altos cargos del bloque para la próxima legislatura, un reto que afrontan con “diferentes opiniones y diferentes intereses”, en palabras del presidente del Consejo, Donald Tusk.

La división entre las distintas familias políticas sobre las personas idóneas para presidir las principales instituciones de la UE a partir de otoño quedaron también patentes en la reunión que Tusk mantuvo el martes con los grupos en la Eurocámara.

El Parlamento Europeo reclama que el próximo presidente de la Comisión sea uno de los cabeza de lista de los partidos europeos a las elecciones de mayo—Manfred Weber (PPE), Frans Timmermans (S&D) o Margrethe Vestager (ALDE)—, pero los líderes rechazan automatismos y exploran otros perfiles.

Además del nuevo jefe del Ejecutivo comunitario, los Veintiocho aspiran a pactar también el presidente del Consejo y del Banco Central Europeo, así como la Alta Representación de Política Exterior y, aunque de manera indirecta porque no es su labor, la presidencia de la Eurocámara.

Por ello los contactos en las próximas 24 horas serán determinantes para ver lo que “es factible”, en un momento en el que ‘todas las opciones están sobre la mesa y ninguna puede descartarse’, según un alto funcionario europeo.

Aunque la cumbre dará comienzo por la tarde, muchos de los líderes estarán ya en Bruselas a primera hora para mantener encuentros bilaterales y reuniones en formato reducido para tratar de salvar los mayores escollos. La primera cita, será un desayuno en el que los negociadores de las tres principales familias harán balance.

Rondas y más rondas de contactos

  5d0b66f62100009518f3ee85EFE

En esta mesa se sientan el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su homólogo portugués, Antonio Costa, por la familia socialdemócrata; el belga Charles Michel y el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, por los Liberales; y los primeros ministros de Letonia, Arturs Karins, y Croacia, Andrej Plenkovic, por el PPE.

"Hay que buscar a ver qué nombre puede suscitar una mayoría en las dos instituciones", han indicado fuentes diplomáticas, para explicar que lo que negocien los líderes necesitará después, en el caso de la presidencia de la Comisión Europea, el voto favorable del Parlamento Europeo.

De hecho si el acuerdo no fuera posible de aquí al viernes, cuando concluya la cumbre, se da por hecho que el Consejo deberá reunirse de nuevo de manera extraordinaria al menos una vez antes del verano, es decir, a mediados de julio a más tardar.

El calendario con el que trabajan, de hecho, es más estricto y Tusk ha dicho que quiere un paquete que satisfaga a todos antes de que se celebre la sesión constitutiva del Parlamento Europeo, el próximo 2 de julio en Estrasburgo (Francia). De lo contrario, los eurodiputados podrían verse en la tesitura de elegir a su presidente sin saber quién será la persona que presidirá la Comisión.

Equilibrios

El reparto debe respetar una serie de equilibrios, no solo geográficos y de familias políticas, sino también de género, habida cuenta de que hasta la fecha ninguna mujer ha ocupado ni la presidencia de la Comisión, ni la del Consejo.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo el mes pasado que quiere que dos de los cuatro cargos en liza los ocupen mujeres, algo que públicamente nadie cuestiona, pero que no se traduce de manera tan clara cuando los líderes ponen los nombres de sus preferidos sobre la mesa, según diversas fuentes. El mandatario francés, además, ha sido de los más claros en rechazar una designación automática de uno de los candidatos del PE.

Sánchez, por su parte, mantiene su apoyo a Timmermans para presidir la Comisión Europea y no revela sus intereses nacionales, tampoco si cuenta con un único candidato o con una variedad de perfiles en función de los cargos a los que pueda aspirar.

La imagen reforzada de España tras su salida de la crisis y los buenos resultados electorales le avalan para aspirar a una vicepresidencia en el nuevo Ejecutivo comunitario, según distintas fuentes, que apuntan una cartera política de peso para un candidato como Borrell o una de contenido económico para un perfil más técnico como el de Calviño.

La cuestión de las vicepresidencias, sin embargo, no está previsto que quede resuelta cuando se cierre el acuerdo sobre los altos cargos, ya que dependerá también de los planes de quien asuma la jefatura del Ejecutivo comunitario y de la calidad de los candidatos que le presenten las capitales.

Acabar con las emisiones en 2050

Además del debate sobre el reparto de altos cargos a nivel comunitario, los líderes contemplan una discusión sobre la hoja de ruta a largo plazo en la lucha contra el cambio climático. En este ámbito, está abierta la posibilidad de que se comprometan a eliminar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para 2050.

Alcanzar unas emisiones netas nulas de CO2 a mitad de siglo es el escenario más ambicioso de los que planteó la Comisión Europea a finales del pasado año. Los jefes de Estado y de Gobierno ya abordaron esta cuestión en su reunión de marzo y, aunque reconocieron la necesidad de eliminar las emisiones dióxido de carbono a largo plazo, fueron incapaces de ponerse de acuerdo en la fecha.

Desde entonces, el "ánimo" de las capitales ha cambiado y ahora hay una "abrumadora mayoría" a favor de establecer 2050 como plazo para conseguirlo, según ha afirmado un alto funcionario. "Desde marzo ha cambiado mucho", señalan las mismas fuentes, que ven en esta "tendencia fuerte" posibilidades para que finalmente se incluya esa fecha.

España es partidaria de consagrar el año 2050 como meta para lograr la neutralidad climática y forma, por tanto, parte del grupo de países más ambiciosos, junto con Francia, los países nórdicos y ahora Alemania. Hungría y Polonia, en cambio, son los Estados miembros más reacios a fijar un año para este objetivo.