Los momentos más absurdos de la segunda temporada de 'Emily in Paris'

Los momentos más absurdos de la segunda temporada de 'Emily in Paris'

Una vez más, los espectadores se han quedado hipnotizados con la serie de Netflix.

Un fotograma de la segunda temporada de 'Emily in Paris'NETFLIX

Lo ha vuelto a hacer. La segunda temporada de Emily in Paris se ha colocado entre lo más visto de Netflix y ha cosechado multitud de haters. Los espectadores han vuelto a confiar en el escapismo de la serie y han vuelto a disfrutar odiando a su protagonista, Emily Cooper.

En esta nueva entrega, esta ejecutiva de cuentas que ha llegado a París para enseñarles a los franceses cómo gestionar una marca —nótese la ironía— está más asentada en la ciudad, se ve en medio de un pulso entre sus jefas e intenta arreglar las consecuencias de su noche pasión con Gabriel.

Lo que no ha cambiado en esta temporada es la ristra de momentos absurdos que seguro habrán dejado hipnotizados y horrorizados a los espectadores a partes iguales. Estos son algunos de ellos:

Aviso: vienen spoilers. 

Rocíame con champán

Emily se planta en Saint-Tropez para pasar un fin de semana romántico que termina siendo un fiasco. La joven se va a un beach club, pero no para pasar un fin de semana de diversión, sino para promocionar un champán. Su brillante idea para dar a conocer la marca de la familia de Camille es que un par de camareros la rocíen con el citado champán como si hubiera ganado una carrera de Fórmula 1 o estuviera participando en un concurso de Miss Camiseta Mojada.

  Lily Collins rodando el momento champán.Arnold JerockiGC Images

Trabajar en fin de semana

Precisamente en el que capítulo en el que Emily viaja a Saint-Tropez se abre un gran debate. Ella quiere trabajar el fin de semana y le da igual no tener días libres, algo que los franceses de la serie le reprochan diciéndole que es ilegal. La realidad no es exactamente así, pero en Francia no se pueden trabajar más de seis días seguidos y tus jefes no pueden contactarte fuera de las horas de trabajo.

Durante todo el episodio se da a entender que los franceses son unos vagos,  que solo saben divertirse y que el fin de semana pasan olímpicamente del móvil —como si eso fuera algo malo—. Hacia el final de la serie, cuando la jefa de Estados Unidos viaja a París, también se queja de que no madrugan. Por momentos, parece que Emily se rinde y decide disfrutar de la playa en fin de semana.

El momento bicicleta estática

Otro de los momentos cumbre del absurdo de esta temporada lo encontramos cuando un representante de la marca de spinning Pelotech (¿les suena?) llega a Savoir para que le presenten un plan para promocionar la marca. Ni Sylvie ni el resto de compañeros de Emily entienden por qué alguien querría estar pedaleando encerrado en casa pudiendo coger un bici y pasear “por el Sena”.

Odian tanto la idea que Sylvie pide que quiten la bicicleta de la oficina, para quedársela ella en casa. Nadie entiende la necesidad de esta trama ni tampoco la nueva obsesión de Hollywood por Peloton y sus derivados.

Sigue sin aprender francés

En la primera temporada Emily estaba frustrada porque los franceses le hablaban en francés y ella apenas sabía decir Bonjour. Entonces no se molestó en aprender el idioma y ahora tampoco es que se haya estrujado el cerebro. La ejecutiva sigue sorprendiéndose cuando se habla en francés en las reuniones en la agencia, y por eso se ha apuntado a clases. Huelga decir que no le están sirviendo de mucho.

Cenando en el medio de la calle

Si has visto la primera temporada de la serie sabes que Emily siempre tiene que dar la nota. Pues bien, para celebrar su cumpleaños la joven decide montar un sarao en medio de una plaza con sus adornos, una gran mesa y sus amigos y compañeros de trabajo. Como viven en una realidad paralela, nadie pasa por allí, nadie se acerca y a nadie le resulta extraño poner una mesa en pleno centro de París. Emily, esto no es Nápoles.

El cliché de Sylvie

  Sylvie, la jefa de Emily en Savoir.NETFLIX

La jefa de Emily y directora de Savoir encarna todos los estereotipos posibles de femme fatale francesa. Es la amante desde hace años de uno de sus clientes, tiene un marido de hace dos décadas con el que solo comparte un beach club en Saint-Tropez y empieza una aventura con un joven fotógrafo que trabaja para la agencia. ¿Algo más? Sí, Sylvie, como buena francesa según los guionistas, fuma continuamente en la oficina, algo ilegal en Francia.

En una nota positiva, Sylvie es el verdadero icono de estilo de la serie y una reivindicación de que las mujeres maduras pueden vestir como les da la gana y no llevar un estilo de vida convencional. En redes sociales muchos espectadores piden un spin-off sobre ella.

Bonus track: los looks de Emily

  Emily, de camino a Saint-TropezNETFLIX

Si en la primera temporada Emily agotó las existencias de boinas en todos los modelos posibles, en esta nueva entrega la ejecutiva se ha puesto maximalista. Todos los colores, estampados y siluetas que uno se pueda imaginar y, en ocasiones, todo a la vez. No faltan todo tipo de sombreros y pañuelos, en un intento de ser un cruce entre Carrie Bradshaw y Blair Waldorf.

“Qué chic”, le dice su jefa Madeleine cuando hace una visita a París desde Estados Unidos. Suponemos que entiende por chic llevar una bolsa de tela con la Mona Lisa. Tópico tras tópico.