Los partidos políticos y el error de apuntarse tantos que no les corresponden

Los partidos políticos y el error de apuntarse tantos que no les corresponden

Solo cuando están en la oposición prometen y cuando pueden hacer el trabajo no lo hacen.

Una persona vota en las elecciones de Cataluña.Paco Freire / SOPA Images / LightRocket / Getty

Las últimas dos semanas han sido bastante descriptivas de lo que la política significa para muchos de nuestros partidos. Órdagos por doquier, cambios de asientos, acuerdos que luego se borran como si nada y los que votamos, expectantes por cual es el último cambio de rumbo o protagonista inesperado por entrar en escena.

Los partidos políticos mienten. Mienten con demasiada frecuencia y nos tratan como idiotas pensando que somos incapaces de buscar en las hemerotecas y que sufrimos pérdida de memoria. Pero lo hacen porque les funciona muy bien y sus acólitos sacan sus banderas a la mínima para apuntarse tantos que no les pertenecen y en algunos casos con la hipocresía de saber que solo están solucionando un entuerto del que solo ellos fueron ellos los causantes.

Todos los partidos se muestran a favor al parecer de derogar el voto rogado

El voto rogado, motivo de algarabía, es uno de esos casos. Todos los partidos se muestran a favor al parecer de derogar el voto rogado y todos tratan de apuntarse su trocito de gloria, pero sin asumir culpas. La diputada socialista Pilar Cancela, bien conocida por la emigración, defendió la iniciativa, reconociendo el error del voto rogado, e incluso llegando a pedir perdón expreso a los residentes en el exterior por las trabas y la yincana impuesta por la reforma que su grupo impulsó en el 2011.

En enero de 2011 esta afrenta fue pactada por PSOE y PP y fue apoyada por CIU y PNV. Se pasó de más del 30% de participación de la emigración en las elecciones a menos del 4% o incluso un 1,9% en los últimos comicios europeos.

Ahora parece ser que ha llegado el momento de retirar este ataque frontal a los derechos de poder ayudar a decidir gobiernos por parte de la diáspora. Demasiado tarde, pero hay que recordar que hubo varios gobiernos desde entonces, de otro color político y que por mucho que levanten la voz, incluso con la facilidad de haber contado con apoyo mayoritario a través de coaliciones, nunca movieron un dedo por reparar la injusticia.

No nos vendan el cambio legal como un logro, sino como una rectificación a un castigo

Cambiará la ley con el apoyo mayoritario, pero no nos vendan esto como un logro, sino como una rectificación a un castigo. No es como para sacar demasiado pecho. Ni los que lo impulsan, ni los que dicen que ellos lo hubieran hecho mejor ya que, aun hoy, no tenemos ningún fruto de su cambio de posición y en Madrid, en unas elecciones clave, muchos volverán a no poder votar.

Este tema en la emigración es clave, pero tanto como lo es también la ley de nacionalidad. Todo se repite en este caso y desde 2007 han tenido oportunidad de haber solventado los errores que ellos mismos crearon por culpa de ser cortos de miras en la ley de memoria histórica y durante mas de una década, hay españoles que no han podido solicitar y disfrutar su nacionalidad. Y digo españoles porque diga lo que diga la ley lo son, por herencia directa o por haber sido discriminados por errores en la anterior ley y ahora falta este reconocimiento.

Hay dos opciones en la mesa. La que tiene el principal foco mediático, la ley de memoria democrática, en fase de discusión ahora mismo, pero no debemos olvida el as en la manga, de una propuesta anterior a esta: la proposición de ley de descendientes presentada 3 veces ya por la senadora Sara Vilà Galan de En Comú Podem.

Tras 14 años de diferentes Gobiernos seguimos así. La desilusión de la semana pasada es ver que se aduce a 2 millones de euros como problema que impide aprobar una ley que contente a todos.

Dos millones de euros son insalvables, nos dicen, y aparentemente son mucho dinero para solucionar un problema que grave causado por los mismos políticos. No valen el esfuerzo de 2 millones de euros, esa es la señal que nos mandan.

El PSOE no acepta y pone en bandeja que el partido de Pablo Casado haga uso de los medios para decir que el PP es el partido de la emigración.

El PP de Mariano Rajoy tuvo dos mandatos para corregir ese error craso en materia de nacionalidad y en materia del voto rogado más de lo mismo.

Los fans de ambos partidos siguen su partida de ajedrez con la emigración. Llevamos dos años sin que muevan nuestras fichas del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior. A través de comunicados en sus medios de prensa habituales se pinta a unos como héroes y a otros como villanos bajo la premisa de que el lector carezca de espíritu crítico y no se dé cuenta que por enésima vez ningún partido soluciona los problemas.

Los nuevos partidos tampoco se han partido la cara por la emigración, salvo la excepción de Vilà Galan, quien en ocasiones parece que es la única abanderada por nuestra causa. Durante los últimos años, esta senadora ha seguido luchando abiertamente por los derechos de la emigración, pero sin ser secundada por los miembros de cierto status en su partido.

No hay tela por donde cortar nuestra situación en este limbo larguísimo, pero además tenemos que aguantar a políticos oportunistas que ahora por ejemplo se pronuncien y pidan retrasar elecciones a los Consejos de Residentes cuando saben perfectamente que se ha podido votar en elecciones autonómicas en Galicia, País Vasco, Catalunya, o ahora en Madrid, pero prefieren seguir la línea critica a unos comicios en los que, por desgracia y por falta de promoción, solo votan unos pocos haya o no haya coronavirus.

Hay Consejos de Residentes que son extensiones de los partidos políticos, incluso se podrían incluso enfocar más y unirlos a partidos políticos regionales y las acciones de unos y otros son coordinadas internamente. Ellos son el partido.

El bipartidismo, o partidismo desde la emigración no da réditos para la diáspora. Apoyar a uno u otro partido no soluciona nuestros problemas ya que ni contamos ni tenemos influencia. Solo cuando están en la oposición prometen y cuando pueden hacer el trabajo no lo hacen.