El después de los aplausos: los sanitarios piden no caer en el olvido tras el covid-19

El después de los aplausos: los sanitarios piden no caer en el olvido tras el covid-19

Los trabajadores de la sanidad pública reclaman un largo aplauso en forma de inversión y menos recortes.

“Cansada, agotada, desgastada, ansiosa”. Son algunos de los adjetivos con los que Laura Magan, una enfermera de 27 años bregada en la pandemia del covid-19, utiliza para expresar cómo se siente. Su malestar no llegó con el virus: carga con un historial de empleo corto y complicado, como muchos de su gremio. Desde que empezó su vida laboral a finales de 2019 ha encadenado hasta 18 contratos, el más largo de tres meses. Durante las últimas semanas ha ejercido como “refuerzo covid” en el madrileño Hospital de la Paz y ahora se pregunta qué va a ser de su futuro. Mientras la sociedad se plantea si deberá vivir con el covid-19, Magan se cuestiona si, además, deberá seguir conviviendo con la precariedad.

Laura Magan forma parte de Sanitarios Necesarios, una plataforma que ha celebrado este lunes una protesta silenciosa en las puertas de todos los centros de salud a las ocho de la tarde, hora de los aplausos. El nombre no lo ponen ellos: forman parte, junto a otros trabajadores como los de los supermercados, servicios de limpieza o servicios sociales, de esos “empleados esenciales” de los que habló el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

  Un hombre durante la protesta en el hospital Severo Ochoa de Madrid. JAVIER SORIANO via Getty Images

Inestabilidad de contratos, pero también en el trabajo

La enfermera asegura que esta “inestabilidad” no sólo se refleja en contratos de “uno, dos o tres días”, sino también en la forma de trabajar.  Ha estado con distintos tipos de población, “desde mayores y atención primaria hasta pediatría y personas sin hogar”, lo que supone un “coste en salud física, mental y emocional”, además de generarle ansiedad “por no poder dar un cuidado de calidad”. También ha visto afectada su vida personal: “Independizarme ha sido misión imposible. Al no tener garantías por ese tipo de contratos nadie te alquila la casa”.

Con este panorama le pilló la pandemia que, al menos, le dio trabajo. “Si ya venía con ansiedad y cansancio de los primeros meses de vida laboral, ahora nos hemos enfrentado a algo que ha terminado de agotarme. Imagina a algunos compañeros que llevan conviviendo años con esta precariedad”, apunta la joven. Eso no ha impedido que se enfrenten a la crisis sanitaria “con ganas y sentido de la responsabilidad”.

Unos problemas que ya existían

Para este colectivo, la crisis del covid-19 ha “visibilizado el trabajo tan importante que hacen los sanitarios”. La Salud, asegura la joven, “es un bien preciado en todos los aspectos y por eso los recursos humanos que trabajan en ella son muy importantes”. Y se pregunta “cómo es posible que uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo trate así a sus trabajadores”.

Considera que estos meses se han hecho visibles unas carencias “que ya existían” en el sistema sanitario y que no se arreglarán “si no se invierte en los recursos humanos que hacen que funcione”. Pero esta visibilización ha sido a medias: “Los recursos materiales son los que hay y se ven cuando faltan, pero los recursos humanos se pueden estirar y explotar a costa de nuestra salud y nuestra integridad”. Se ha “estirado demasiado” a los trabajadores de la salud, asegura.“No podemos más”.

  Un enfermero ayuda a su compañera a quitarse el EPI en un hospital de Barcelona. SOPA Images via Getty Images

La falta de material

Son sensaciones parecidas a las de Lidia, que durante las últimas semanas ha trabajado en una planta de positivos por covid-19. Esta enfermera de 23 años también habla de contratos cortos y de verano: “Cubres una baja de una semana, pero así no puedes construir una vida ”. El primer día que subió a la planta de contagiados su equipo de protección eran dos batas impermeables y un delantal. Ha estado expuesta desde el principio: “Las mascarillas que antes de la pandemia valían sólo para un paciente y seis horas, pasaron milagrosamente a servir para hasta cinco días”. En otro momento, las instrucciones que le dieron eran lavar la bata una y otra vez con lejía. Le duró seis días, hasta que se le deshizo en las manos.

  Así empezaron las protestas silenciosas, en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Anadolu Agency via Getty Images

Lidia cree que podría conseguir trabajo estable en una empresa privada, pero opina que “en esos sitios suele primar más el dinero que cuidar de la gente”. Y no es lo suyo. Eso sí, trabajar tan expuesta durante la pandemia le ha pasado factura. Su contrato acabó a mediados de mayo pero aún le pesan los recuerdos de cómo rompía a llorar cuando cogía el metro al terminar la jornada. Con 23 años ha visto la muerte de cerca, despedidas de un sólo familiar a un paciente fallecido que consistían en una mirada, sin contacto físico, o la soledad de los últimos momentos. “Había veces que no podíamos cogerles la mano porque nos contagiaban y sentías cómo el paciente se agobiaba porque iba a morir solo”, evoca.

La resaca de la privatización y los recortes

Antes de la pandemia, la marea blanca ya denunciaba la precariedad de los recortes aprobados en 2010 por el Gobierno y las autonomías, pero los ciudadanos han podido palparla ahora. Los datos respaldan las críticas de los sindicatos de sanitarios: España sólo invierte en Sanidad un 6% de su PIB, casi dos puntos por debajo de la media europea. En algunas comunidades el porcentaje es mucho menor y sólo la mitad de ellas han conseguido remontar de los drásticos recortes en la última década. Se ha contratado a más personal, pero en peores condiciones. Entre 2009 y 2017, el gasto público en salud como porcentaje del PIB se redujo en un 9,1%, mientras que el privado ha aumentado en un 18%, según la Estadística de Gasto Sanitario Público.

Sobre la causa de estos problemas “inducidos” del sistema sanitario, el doctor Marciano Sánchez Bayle, médico pediatra y portavoz de la Federación de Asociaciones de en Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), asegura que se debe a “privatizaciones y recortes”, en especial en la Comunidad de Madrid.

  La protesta en el Hospital Gregorio Marañón. PIERRE-PHILIPPE MARCOU via Getty Images

Desde las filas del PP han calificado de falsos y de bulos estos recortes, pero Bayle los ha visto de cerca y opina que estas declaraciones están “en la onda de la derecha neoliberal que puede negar todo con desparpajo y seguir ahí”. “Se disminuyó el número de camas, de trabajadores, se incrementó la privatización... y todo lo demás vino en cascada”.

Superar la crisis “reconstruyendo el sistema sanitario”

Este médico, firme defensor de la sanidad pública, destaca la importancia de superar esta pandemia “reconstruyendo el sistema sanitario y reinvirtiendo en infraestructura, personal, camas...”. Algo que no es costumbre en España, donde este sistema ha sido uno de los grandes arrasados por los recortes tras las recesiones económicas: “Sería terrible que esta crisis acabase repercutiendo en una disminución de servicios públicos porque la lección que nos llevamos es la contraria: que hay que reforzarlos antes de que vuelva a repetirse”.

No lo dice sólo él: Bruselas ha insistido a España en que invierta más en su sistema sanitario, señalando en un informe anual que existen “problemas estructurales, algunos de los cuales derivan de algunas deficiencias en inversiones en infraestructuras físicas y defectos en la contratación y las condiciones laborales del personal sanitario”.

“Que se nos cuide”

La petición de Laura y de Lidia, que comparten con la plataforma Sanitarios Necesarios, es que “se cuide a quien cuida”, reclama la primera de ellas. Esto supone tener unas condiciones laborales dignas, que se garantice su descanso, que se dejen de hacer “parches con contratos temporales”. En definitiva, “que se piense en los trabajadores y se invierta en ellos”. Si esto se hubiese hecho antes, dice, “algunas consecuencias se podrían haber paliado”.

Laura ya pone el foco en el futuro: “Me gustaría no estar día a día pensando dónde voy a trabajar al día siguiente, yéndome a la cama con ansiedad, sin saber como enfrentarme a nuevos retos o si he podido cuidar a la gente con calidad”.  Lidia, por su parte, se muestra más pesimista  —“se va a volver a olvidar la Sanidad Pública”—. Pero espera equivocarse: “Ojalá recapacitemos”.

De momento, los aplausos en los balcones a las 20:00 continúan mientras España entera dice ‘adiós’ de la fase 0. Pero en la puerta de varios centros sanitarios, hoy reinaba el silencio de cientos de trabajadores que esperan que esta despedida sea definitiva.