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Malú, una aprendiz de armas tomar

La cantante lleva 21 años subida a un escenario.

Malú canta en un concierto en el WiZink Center de Madrid.NurPhoto via Getty Images

Supersticiosa hasta límites insospechados. Cada vez que María Lucía Sánchez Benítez (Madrid, 1982) se sube al escenario se asegura de que no haya ningún elemento amarillo, según cuenta un músico que ha coincidido con ella en festivales. Además de odiar ese color, Malú también detesta el número 13, aunque, curiosamente, no le ocurre lo mismo con los gatos negros.

Esta es una de las pocas cosas personales que el público conoce sobre cómo es realmente la persona que hay detrás de Malú, una de las mujeres más poderosas de la industria musical en España, quien, a pesar de sus éxitos, siempre ha sido muy celosa de su intimidad.

Hermética sobre su vida privada. La cantante casi nunca se ha dejado ver con sus parejas y siempre se ha mostrado reacia a hablar sobre aspectos personales, excepto cuando estuvo con Bertín Osborne en el programa Mi casa es la tuya (Telecinco). “He tenido alguna relación seria, pero la convivencia es muy difícil. Entendernos a los artistas es raro”, confesó entonces. Ese hermetismo ha sido una norma en su carrera, que han seguido tanto ella como su equipo —muchos de los cuales han declinado hablar para este reportaje—.

Esa discreción saltó por los aires el 20 de febrero de 2019. “Malú y Albert Rivera: más que amigos”, publicó la revista Semana. Las fotografías apuntaban a que la cantante y el político habían celebrado juntos el día de San Valentín. Una relación que se confirmaría meses después.

Hasta la aparición de Albert Rivera, candidato de Ciudadanos a la presidencia del Gobierno, la cantante solo había tenido otra relación conocida, con el presentador de televisión Gonzalo Miró, hijo de la realizadora Pilar Miró. Un noviazgo que duró tres años, entre 2014 y 2017.

Sin que sirviese de precedente, Malú rompió su silencio por una vez para confirmar su noviazgo con el líder de Ciudadanos el 12 de julio con una imagen completamente pensada: ambos salieron a pie de un hospital privado de Móstoles en el que el político había estado dos días ingresado. Ella llevaba una camiseta blanca con la palabra love (amor). Toda una declaración de intenciones.

  Albert Rivera y Malú, en su primera aparición pública juntos, salen del hospital privado HM Puerta del Sur, donde el político había estado ingresado.Getty Images

Los rumores han perseguido a la pareja en todo momento por la gran popularidad de ambos, aunque ellos se han mantenido al margen. La cantante no acompañó al político durante el desfile del 12 de octubre, ni participó en actos de campaña, ni acudió a la sede Ciudadanos para estar con Rivera después del debate o durante la noche electoral.

Menos de un mes después de las elecciones generales del 10 de noviembre, que supusieron un desplome para los liberales y la dimisión y el abandono de la política de su líder, la cantante y el expolítico han anunciado de manera conjunta que esperan un hijo.

Malú se llama en realidad María Lucía. Lleva ese segundo nombre como un homenaje a su abuela Luzia, utilizado también como nombre artístico de su padre, Pepe de Lucía, y de su tío, el mítico guitarrista de flamenco Paco de Lucía. Fue su tía Reyes quien le acortó el nombre a los dos días de nacer porque era “demasiado largo para una cosa tan chica”.

La música siempre ha formado parte de su vida. Hija de los artistas Pepe de Lucía y Pepi Benítez, Malú apareció por primera vez en la pantalla cuando solo tenía 10 años en el programa Jacaranda de la televisión pública andaluza Canal Sur . ”¿Tú a qué te dedicas?”, le preguntó la presentadora. “A nada”, respondió ella con desparpajo.

Y es que de pequeña nunca se le dieron bien los estudios. Acudió a clase en el colegio público San Pio X de Majadahonda (Madrid). “En el cole era difícil que me gustara algo”, confesó la propia Malú a Bertín.

Ella siempre tuvo claro que quería dedicarse a la música. Tras escucharla cantar en una fiesta de su padre, el productor Jesús Yanes y el empresario Pepe Barroso, dueño de Don Algodón, que había montado su propia discográfica, Pep’s Records, decidieron apostar por ella. Malú aterrizó en la industria en 1998, con solo 16 años. La canción Aprendiz, compuesta por Alejandro Sanz, se convirtió en un auténtico éxito: el primer disco vendió 650.000 copias.

En aquel momento, Malú escuchaba a grandes divas de la música como Celine Dion, Mariah Carey y Whitney Houston, pero también le robaba a su hermano los discos de rock de los 80, como AC/CD o Metallica. Referencias que se notan en su música, que se enmarca dentro del pop, con grandes baladas, bebe de las raíces flamencas de su familia y de esa influencia del rock que se percibe en lo cañeros que son sus conciertos.

La cantante narra en la película documental Malú: Ni un paso atrás (Ziggurat Films/Sony Music, 2016) que se dio cuenta de que su vida iba a cambiar la primera vez que se escuchó en la radio. Iba en el coche con su madre cuando empezó a sonar Aprendiz. Ambas pensaron que era la maqueta del disco, hasta que la sintonía de Cadena Dial las sacó del error. Se pusieron a llorar de emoción.

Más de 20 años después, se ha convertido en una de las mujeres más importantes de la industria musical en España por méritos propios: ha vendido más de dos millones y medio de discos y se ha convertido en la única artista femenina en llenar el Palacio de los Deportes de Madrid cuatro veces en una misma gira.

A pesar de que arrastra desde hace años fama de antipática y distante, los periodistas que han tratado con ella destacan su cercanía, su carisma, su fuerte personalidad y su pasión por lo que hace. “Me pareció sincera, natural y muy directa”, recuerda una redactora que la entrevistó con motivo de la última gira.

El reconocimiento a nivel nacional le llegó en 2012 cuando fue elegida jurado en el programa de búsqueda de talentos La Voz (Telecinco), en el que permaneció durante cinco ediciones. Dos de sus pupilos, David Barrul e Irene Caruncho, se convirtieron en ganadores. El hermetismo también se nota en su paso por el concurso: solo una persona de la productora Boomerang trabajaba directamente con cada coach y todos los redactores tienen firmado un contrato de confidencialidad.

  Malú asiste a la presentación de la final de 'La Voz' en diciembre de 2017. Europa Press Entertainment via Getty Images

Malú siempre ha sido una adicta a su trabajo, apenas se ha tomado tiempos de descanso en su carrera. La madrileña ha publicado 11 discos de estudio, dos en directo, uno de duetos y varios recopilatorios. Cuando no estaba subida a un escenario, se encontraba en un estudio, de promoción o en un plató.

Esta adicción le ha llevado a saltarse las recomendaciones de los médicos. La cantante tuvo un grave problema de salud en la gira del disco Desafío, en agosto de 2008: se le reventó la vesícula. “Amanecí con mucho dolor, me fui directa al hospital. Me ingresaron, vieron que era la vesícula y del tirón al quirófano. Creía que me iba a morir, lo llevaba clarísimo, me apagaba por minutos, estaba muy grave”, confesó a Osborne.

La madrileña canceló algunos conciertos, aunque retomó la gira antes de los 50 días de descanso que le aconsejaron. “Al mes ya estaba otra vez dando guerra encima de un escenario”, cuenta el periodista musical Miguel Ángel Bargueño en la biografía Toda (Libros Cúpula).

Esta intervención cambió su vida y a partir de entonces  dejó de estar totalmente dedicada a su trabajo. Sacó su disco Vive y decidió dedicar tiempo a otras cosas. Muy aficionada a los animales, Malú empezó a colaborar con organizaciones que trabajaban con ellos, es madrina de un orangután llamado Boris y metió en su casa a tres perros y un gato.

Diez años después, la cantante tuvo que cancelar 14 conciertos de la gira Oxígeno el pasado mes de enero por otro problema de salud. Una vez más Malú había ignorado el criterio de los médicos. Tras haber sufrido una caída de un escenario en octubre de 2018, los especialistas le recomendaron una operación, pero ella intentó un tratamiento alternativo que no funcionó. “Siento en el alma no poder seguir compartiendo con vosotros esta gira que tantos momentos maravillosos nos ha dado”, escribió en su cuenta de Instagram, que acumula un millón de seguidores.

Malú siempre ha sido una mujer con carácter, muy perfeccionista en su trabajo. De hecho, sus fans la llaman cariñosamente La Jefa. “Me enfado con cosas que tengan que ver con mi trabajo”, aseguraba.

Aquellos que han trabajado con ella destacan el gran poder que tiene sobre su carrera: todas las decisiones pasan por Malú. “Ella tiene la última palabra”, decía su hermano José de Lucía, en el documental Ni un paso atrás. Él toca la guitarra acústica en la banda que escogió personalmente Malú para acompañarla en sus giras, pese a que la discográfica prefería músicos más experimentados.

El control que ejerce sobre su trabajo es absoluto. El paso definitivo lo dio en 2017 cuando rompió con su mánager de toda la vida Rosa Lagarrigue para llevar las riendas de su carrera. Ese mismo año creó su propia agencia de representación, Chadako. “Una mujer valiente con corazón puro a la q quiero mucho mucho mucho! Por muchos más juntas llenándonos de vida y risas”, escribió la cantante en Instagram sobre Sol Pineda, su nueva representante.

Malú es la administradora única de la empresa Aprendiz y canciones, S.L., con la que gestiona su carrera. Al frente estaba antes su madre, que todavía posee el 1% de las acciones. Esta compañía, creada en 1998 —el año que se publicó Aprendiz—, facturó 1,2 millones de euros el año pasado, según las cuentas depositadas en el registro mercantil de Madrid, a las que ha tenido acceso El HuffPost Life.

El caché de la cantante se sitúa entre los 80.000 y los 190.000 euros por concierto, según desveló la revista Semana.

Curiosamente, el domicilio social de esta compañía está ubicado en la urbanización de El Plantío, una zona de lujo en Aravaca, a las afueras de Madrid. Se trata de la primera casa en propiedad que tuvo la cantante, una vivienda unifamiliar de 291 metros cuadrados, comprada en 1999, y en la que actualmente reside su madre. La persona delegada para firmar estas cuentas es Lucía Sánchez Varela, su prima. Todo queda en casa.

Esta no es la única propiedad de la cantante, que contaba con otra vivienda en Majadahonda, de 416 metros cuadrados, adquirida en 2004, pero que puso a la venta en la página web de Idealista por 920.000 euros. Tras haber residido temporalmente en la exclusiva urbanización de La Finca, actualmente vive junto a Rivera en una nueva casa en la urbanización de La Florida.

Una de sus últimas publicaciones en Instagram, del pasado 22 de octubre, anticipa que podría dar noticias sobre su carrera dentro de muy poco: “Maquinando… preparando cosas… me muero por daros cosas nuevas”.