Claves del ‘Caso Maristas’: la punta del iceberg de los abusos a menores en España

Claves del ‘Caso Maristas’: la punta del iceberg de los abusos a menores en España

Se juzga el caso que abrió la puerta a decenas de denuncias a la Iglesia por agresiones sexuales a menores

Joaquim Benítez, presunto abusador de Los Maristas, en el banquillo de los acusados el pasado lunes en Barcelona.AFP

El lunes se empezó a juzgar en la Audiencia de Barcelona un caso que tendrá ecos en todo el país. Va mucho más allá de los abusos de un exprofesor de Educación Física, Joaquim Benítez, en un colegio de Barcelona. Es el primer gran juicio por un escándalo de abusos en una institución religiosa de este país y, por desgracia, nada parece indicar que vaya a ser el último.

¿Qué hechos se juzgan? ¿Quién es Joaquim Benítez? ¿Cómo actuaron Los Maristas? Repasamos las principales claves del caso destapado por El Periódico y que abrió la caja de pandora de los abusos sexuales en la Iglesia en España.

El Tribunal juzgará si Joaquim Benítez abusó de cuatro menores entre 2006 y 2010. Se presentaron 17 denuncias paralelas contra este profesor de Educación Física, pero el resto se archivaron al estar prescritos los delitos. Según la legislación actual, prescriben entre cinco y quince años después de que el joven haya alcanzado la mayoría de edad. Un anteproyecto de ley aprobado a finales de año pretende ampliar este plazo y que la prescripción empiece a contar a partir de los 30 años.

Sólo se juzga a Benítez, pero hasta 40 exalumnos de los Maristas (que tienen centenares de centros educativos por todo el mundo) denunciaron hechos similares y dos docentes más reconocieron estar implicados en los abusos. 

La Fiscalía pide 22 años para Benítez, la Generalitat 36 años y cuatro meses y el Ayuntamiento de Barcelona 26 años. Todas las acusaciones piden también la inhabilitación para ejercer de profesor o relacionarse con menores. La defensa, por su parte, pide la absolución de Benítez por dilaciones indebidas en el proceso judicial así como por la colaboración del acusado con la justicia durante los últimos años.

En un incómodo documental, llamado Shootball, Benítez reconoció ante la cámara que abusó de una veintena de niños: “En 1980, un chaval de 1983; en 1983, otro de 13...” rememora ante la cámara en un macabro recuento de menores a los que les destrozó la vida. “No era una violación. En absoluto”, se justifica Benítez en el documental. “Yo cuando iba con un niño y hacía este acto yo le preguntaba si podía hacerlo. Siempre con mucho respeto”.

Todos los alumnos del colegio Maristas de Sants-Les Corts veían a Benítez como el profesor enrollado. Era “Beni”, el simpático docente que a veces parecía más un amigo que no un responsable educativo. Benítez se había inventado un deporte propio, llamado “Shootbal”, que gustaba a muchos alumnos del centro y le acercaba aún más a los menores.

Trabajó en los Maristas de 1976 a 2011 y tenía la confianza de todos: profesores, alumnos y padres. Benítez incluso salía a hacer excursiones en bicicleta con alumnos en horario extraescolar, donde se ganaba la confianza de los menores.

Todos los denunciantes describen un modus operandi similar por parte del abusador de los Maristas. Gracias a su papel de profesor de Educación Física, Benítez convencía a los alumnos cuando tenían alguna dolencia para que fueran a su despacho a que les diera un masaje. Su objetivo, según declararon los Mossos el lunes en el juicio, eran siempre niños de entre 13 y 14 años.

Una vez desnudos en su despacho, Benítez aprovechaba para realizarles tocamientos en los genitales y en otras partes del cuerpo. En algunos casos también les practicó felaciones y masturbaciones. Uno de los últimos alumnos que sufrió abusos, en el curso 2008-2009, aseguró que también le practicó besos con lengua y le hizo penetrarle analmente.

La mayoría de las víctimas de Benítez sufrieron importantes trastornos sociales y padecen secuelas como insomnio y ansiedad además de graves dificultades para relacionarse.

En el banquillo de los acusados solo se va a sentar Benítez, pero muchos de los denunciantes consideran un escándalo que no se juzgue a ningún responsable de Los Maristas.

El centro educativo, que recibe un concierto económico de la Generalitat, ocultó los abusos de Benítez a pesar de conocerlos perfectamente. En 2011 un padre acudió al colegio después de que su hijo le contara que había sufrido abusos de Benítez. El profesor incluso lo reconoció a la dirección del centro.

Los Maristas, sin embargo, optaron por ocultar el caso y ofrecerle una salida por la puerta grande a Benítez: se fue del colegio con homenajes y pudiéndose despedir de todo el alumnado con una carta. Benítez incluso ha declarado este martes en el juicio se “sentía amparado” por el centro porque en 1986 vivió un episodio similar y los Maristas lo silenciaron. “Esto no lo vuelvas a hacer, la próxima vez te irás a la calle”, ha asegurado Benítez que le dijo el entonces responsable del centro, Lluís Serra.

Dos agentes de los Mossos declararon el lunes en el juicio que el centro educativo “se negó a facilitarles información sobre el acusado” cuando recibieron la primera denuncia. El vicario provincial de los Maristas, Pere Francesc Ferré, ha reconocido que ocultaron al resto de padres del colegio el motivo del despido de Benítez porque la familia del menor denunciante “había pedido discreción”.

El vicario provincial también tuvo que responder durante la primera vista del juicio por qué Benítez, que no era ni masajista ni médico, tenía un despacho propio en el que realizaba los abusos.

A finales de 2015, Manuel Barbero interpuso la primera denuncia cuando su hijo le confesó que durante dos años -entre los 13 y los 15- sufrió abusos por parte de Benítez. Ante las evasivas de Los Maristas, Barbero empezó a empapelar el colegio denunciando la situación y buscando más afectados en el colegio.

  Manuel Barbero, en la Ciudad de la Justicia de Barcelona el pasado lunes.Agencia EFE

A raíz de las denuncias de Barbero, El Periódico empezó a investigar el caso y a publicar información sobre los abusos en Los Maristas. Las primeras noticias generaron una oleada de correos y llamadas: hasta 100 personas aseguraron a ese diario que habían sufrido abusos sexuales en diversos centros educativos.

Tras las publicaciones del caso de Benítez -cuyos abusos aparecen en el mencionado documental Shootball y en la serie de Netflix Examen de conciencia- se han destapado docenas de casos de abusos por parte de la Iglesia en todo el país.