'¿Me masturbo demasiado?' y otras preguntas que reciben los sexólogos en su día a día

'¿Me masturbo demasiado?' y otras preguntas que reciben los sexólogos en su día a día

No estás solo y no hay motivo para avergonzarse.

ADENE SANCHEZ VIA GETTY IMAGES

La sociedad habla cada vez con más libertad y frecuencia sobre el sexo, pero todavía hay ciertos temas que, para muchas personas, siguen siendo sonrojantes.

La edición estadounidense del HuffPost se ha puesto en contacto con distintos terapeutas y educadores sexuales para conocer las preguntas más “extrañas” o “sonrojantes” que no dejan de recibir. Si tú también te has hecho alguna de estas preguntas, no estás solo y no hay motivo para avergonzarse.

Descubre a continuación las preguntas y sus respuestas.

1. ¿Qué es ese líquido que disparo? ¿Es pis?

La gente tiene muchas preguntas sobre el squirting y la eyaculación femenina, y es comprensible, porque hasta los científicos se asombran al estudiarla. Primero, un poco de contexto: el squirting se produce cuando una mujer o cualquier persona con vagina expulsa líquido por la uretra (el mismo conducto por el que sale la orina) durante la excitación sexual o el orgasmo.

Muchas veces se utilizan de forma indistinta los términos eyaculación femenina y squirting, pero los expertos creen que son procesos distintos. Como no hay muchos estudios al respecto, todavía no hay una respuesta.

“Los estudios actuales se han hecho con muestras muy pequeñas”, explica la educadora sexual Susan Milstein, de la Universidad de Texas. “Esto es lo que sabemos: tanto la eyaculación femenina como el squirting salen por la uretra. El squirting tiende a ser más líquido y su composición química es orina diluida. La eyaculación femenina es algo más espesa y menos fluida”.

Según se cree, esa sustancia espesa proviene de las glándulas de Skene, también conocidas como la próstata femenina, y contiene una alta concentración de antígeno prostático específico (PSA), una proteína que también se encuentra en el semen.

2. ¿Me estoy masturbando demasiado?

El educador sexual Francisco Ramírez a menudo recibe preguntas sobre la frecuencia “normal” de masturbación, y él siempre responde que cualquier frecuencia entra dentro de lo normal, ya sea varias veces al día o casi nunca.

“Por desgracia, la vergüenza que rodea al tema de la masturbación desde hace tiempo ha hecho que demasiada gente se muestre escéptica o incómoda al hablar de la masturbación. Pero no, no tiene nada de malo masturbarse varias veces al día”.

Lo único con lo que hay que tener cuidado es con que la masturbación no interfiera con el normal desarrollo de tu día a día: tus relaciones, tu trabajo o tus responsabilidades. Si es el caso, entonces sí que es un problema.

“Pero si no, no te preocupes”, añade Ramírez. “Además de dar placer, la masturbación mejora el sueño, reduce el estrés y los dolores menstruales y nos enseña lo que le gusta a nuestro cuerpo”, concluye.

3. ¿Me voy a quedar sin sensibilidad de tanto usar el vibrador?

Esta es una pregunta que recibe mucho la educadora sexual Eva Bloom, y la respuesta es no. Cualquier posible entumecimiento que puedas sentir tras usar el vibrador es temporal, así que no pierdas esas buenas vibraciones.

“Cuando llegas al orgasmo utilizando un método repetitivo durante un periodo largo de tiempo —con el vibrador o con la mano— a veces puede volverse más difícil llegar al orgasmo de otras formas”, explica Bloom, propietaria del canal de YouTube What’s My Body Doing?.“Para solucionarlo, simplemente añádele algo de variedad a tus masturbaciones”.

Si por algún casual pierdes la sensibilidad genital durante mucho tiempo, la culpa no es de tu juguete. Ve al médico para hablar de los posibles problemas de salud que puedan estar provocándote esa falta de sensibilidad. El estrés o el consumo de drogas también pueden afectar al correcto funcionamiento de los genitales, advierte la obstetra-ginecóloga Sherry Ross.

4. Si tengo fantasías sexuales raras, ¿me pasa algo en la cabeza?

Mucha gente tiende a tener fantasías sexuales y luego sentirse culpables por las cosas que les han excitado. En muchos casos, les convendría explorar sus deseos más íntimos con una pareja que acceda a ello. En otros casos, las fantasías se quedan en eso: fantasías, expone el sexólogo Lawrence Siegel. Solo porque a una persona le guste una actividad sexual en su mente no significa que la quiera llevar a la práctica. 

“Tener fantasías, por extrañas que parezcan, no representan necesariamente un deseo real de practicarlas”, señala Siegel. “Lo que pasa dentro de tu cabeza es cosa tuya y solo tuya”.

Sin embargo, si el contenido de tu fantasía te perturba o resulta incómodo, Siegel recomienda hablarlo con un terapeuta sexual para que no te lleve a una conducta indeseada.

“Incluso durante el sexo con pareja, no hay ningún problema en recurrir mentalmente a esa fantasía para aumentar la excitación”, sostiene. “Pero si las fantasías empiezan a ser una fijación y estás más concentrado en ellas que en el propio sexo con tu pareja, sí que conviene hablarlo con un terapeuta sexual”.

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5. ¿Hay algo que no deba introducir en mi ano?

Cuando las personas interesadas en probar el sexo anal le hacen esta pregunta a Ramírez, él prefiere centrar la respuesta en lo que sí está bien utilizar para el sexo anal: juguetes sexuales específicamente diseñados para la inserción anal, un pene o un dedo bien lubricado.

Y sobre qué no deberías meterte nunca, la lista es enorme.

“Empecemos con productos perfumados y otras sustancias químicas, como pueden ser los lubricantes desensibilizantes. Es muy importante notar todas las sensaciones durante el sexo anal para detenerte a tiempo si detectas un dolor agudo”.

Tampoco hay que meterse objetos comunes que no fueron diseñados para ello, o correrás el riesgo de tener que dar explicaciones en una consulta de urgencias.

“Los juguetes sexuales diseñados para el sexo anal tienen una base más ancha. No nos interesa que se nos pierda nada ahí dentro”, advierte.

6. Si me gusta recibir sexo anal, ¿soy gay?

Esta es una pregunta que recibe a menudo Milstein por parte de hombres heterosexuales después de que una mujer le haya metido dedos en el ano y hayan descubierto la sensación.

“Anatómicamente hablando, no es ninguna sorpresa que los heterosexuales también lo disfruten. Cuando trabajaba haciendo tactos rectales para detectar cáncer de próstata, les avisaba de que quizás tuvieran una erección. ¿Por qué? Resulta que el punto G de los hombres está junto a la glándula prostática y la forma más sencilla de estimularla es introduciendo algo por el ano”.

En cuanto a la pregunta sobre la homosexualidad, la respuesta es no. Sentir placer con una determinada actividad física no dice nada sobre tu orientación sexual.

“Nuestra cultura asocia el recibir sexo anal con ser gay. La homosexualidad es una orientación. Significa que te atraen los hombres. Que te guste meterte un dedo por el culo no cambia quién te atrae, solo es una actividad que te gusta”.

7. ¿Hay alguna forma de alargarme el pene?

En un mundo dominado por el porno que ha hecho que los penes excepcionalmente grandes parezcan la norma, no es de extrañar que tantos hombres busquen formas de aumentar su talla.

Sin embargo, no existe ningún producto (ni pastillas ni cremas ni aparatos) que puedan aumentar el tamaño de un pene.

“Mi consejo es muy simple: ¡No lo hagas! No hay evidencias científicas que avalen la efectividad de estas cosas”, advierte Siegel.

Existen ciertos procedimientos experimentales basados en inyecciones y cirugías, pero son muy caros, tienen un alto riesgo de complicaciones y los resultados que ofrecen, en el mejor de los casos, son modestos.

Es cada vez más habitual sufrir ansiedad por el tamaño del pene y Siegel espera que más hombres se den cuenta de que el tamaño medio de un pene no es tan grande como se piensan.

Además, lo más probable es que a tu pareja no le importe el tamaño de tu pene tanto como pienas. “Es un tópico, pero es cierto: importa más el conductor que el vehículo”, comenta Siegel. “Pero el mensaje que hay que transmitirles a estos hombres es muy simple: ¡Eres más que un pene!”.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.