Mentes sanas en cuerpos gordos

Mentes sanas en cuerpos gordos

Lo que realmente nos entristece es que, tras cientos de mensajes acerca de nuestra supuesta salud física, aún no haya llegado absolutamente nadie preocupado por la salud mental de nuestras lectoras con sobrepeso. Todos se quedan mirando nuestras barrigas, nuestros pechugones, pero nadie se plantea qué pasa por la cabeza de esa gente que, por más que ha intentando adelgazar, no lo ha conseguido.

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Foto: ISTOCK

En nuestra época, los adolescentes íbamos a comer pipas al parque, a echar unas partidas a la sala de máquinas y a hacer botellón bien alejados de la civilización. Ahora, las nuevas generaciones tienen otras preocupaciones, y aparte del Whatsapp, también les obsesiona otra cosa: su cuerpo.

¿Por que la sociedad le da más importancia a la salud física que a la mental?

En cualquier gimnasio del centro de Madrid, los teenagers se cuentan por manadas. No, no van a hacer un poquito de Zumba y echarse unas risas. Los chicos empiezan a muscular antes de que les salga el bigote; y las chicas, perfectamente equipadas, beben sus batidos de proteínas subidas en la elíptica. Es terrorífico. A esas edades uno debería hacer deporte para divertirse, no para lucir tríceps en sus fotos de Instagram. Eso sí, jamás reconocerán que se machacan en el gimnasio para ligar más o hacerse los guays, los mayores les hemos enseñado muy bien a responder con un 'es por estar más sano'. ¿Seguro?

Sin conocernos de nada, muchas personas dan por hecho que la vida para una gorda es aquello que sucede entre bollo y donut, y son capaces de detectar todo tipo de enfermedades a través de una fotografía. Salen supuestos médicos debajo de las piedras escandalizados de que una web como WeLoversize defienda que uno pueda tener unos kilos de más y ser perfectamente feliz. En ningún momento se paran a pensar que lo que hacemos es echar una mano a todas esas personas que llevan toda la vida intentando adelgazar, pero que, por unos motivos u otros, simplemente no lo han conseguido hasta la fecha. De hecho, tenemos una sección dedicada exclusivamente a la vida sana en la que ofrecemos recetas saludables, aconsejamos cómo empezar con el deporte y motivamos a todos aquellos que se han decidido de una vez por todas a perder peso.

Pero claro, a quién le interesa eso. Es mucho más fácil atacar a esas gordas, no vaya a ser que además de gordas sean felices... ¡Eso es inadmisible! Porque, queridos, el mundo está lleno de gente delgada que no se quiere una mierda y que utilizará bazas como las cuestiones de salud para intentar hacerte sentir inferior. Intentemos no darles el placer de entrar en su discurso. Les damos un aplauso y dejamos que se vayan.

A la mayoría nos pesan más los miedos y los complejos que nuestras carnes, pero hay que tener empatía para darse cuenta, y de eso no andamos muy sobrados en el mundo.

Lo que realmente nos entristece es que, tras cientos de mensajes acerca de nuestra supuesta salud física, aún no haya llegado absolutamente nadie preocupado por la salud mental de nuestras lectoras con sobrepeso. Todos se quedan mirando nuestras barrigas, nuestros pechugones, pero nadie se plantea qué pasa por la cabeza de esa gente que, por más que ha intentando adelgazar, no lo ha conseguido. Nadie se pone en el lugar de esa chica que sufre más por la presión social de ser gorda que por lo que supone la realidad física de estarlo. Nadie, absolutamente nadie, se imagina la frustración que deriva de tener un metabolismo de mierda, o una ansiedad de mierda, o una autoestima de mierda. A la mayoría nos pesan más los miedos y los complejos que nuestras carnes, pero hay que tener empatía para darse cuenta, y de eso no andamos muy sobrados en el mundo.

Pero ahí estamos nosotras para recordarte que no estás sola. Que somos muchas las que tenemos trastornos alimenticios más allá de la anorexia, que querer adelgazar no es solo una cuestión de salud o de gustar a los chicos, sino de estar mejor contigo misma. Que no eres un bicho raro, ni más fea ni menos valiosa por tener una talla superior a la de tus amigas. Esa salud, la que está en el coco, la que al final rige tu vida, es la gran olvidada. ¿Por qué? Porque no se ve a simple vista. Vivimos en una sociedad que se alimenta de primeras impresiones y en la que las personas valoran a sus semejantes por su apariencia. Ser diferente es a veces una cuestión complicada que nos machaca la cabeza y convierte nuestras vidas en un círculo vicioso: las personas me rechazan porque soy más grande, me entra ansiedad, así que como para calmarla; cada vez engordo más hasta que llega un punto en el que todo me da igual.

Hay gente que está gorda porque come como si no hubiera un mañana. Otros tienen un metabolismo lento. La herencia familiar en muchos casos es determinante. Los hay que somos vagos por naturaleza, y encima asociamos la comida a los estados de ánimo. Sin embargo, nadie se para a pensar en los motivos que han llevado a una persona a tener sobrepeso, y que en muchísimos casos están en su cabeza.

Lo fácil, y lo que todos los desconocidos hacen, es mandarnos a un gimnasio o a un endocrino, pero a muy pocos se les ha ocurrido hasta ahora que quizás nuestros problemas tengan una mejor solución (o un complemento maravilloso) en la consulta de un psicólogo.

No todos somos iguales, y poco a poco quienes tenemos sobrepeso empezamos a ser libres para poder hablar abiertamente de temas hasta ahora considerados tabú. La obesidad no es sana, pero tampoco lo es la obsesión por criticar a los demás para sentirse uno menos desdichado. Si realmente quieres ayudar o aconsejar a una persona gorda, no te metas en una web como WeLoversize a insultarla, porque lo único que conseguirás es que primero, llore desconsoladamente en su habitación; segundo, se atiborre a comida basura para consolarse, y tercero, se cague en tu madre. Para echar una mano DE VERDAD, escúchanos. Cada caso es diferente y cada solución un mundo. Solo teniendo nuestra mente en orden podremos preocuparnos, ahora sí, por mejorar el cuerpo.

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